Luego de que Lúxon y Larry se marcharan después de nuestro reciente descubrimiento, aunque claro se basaban en solo teorías, Gloria y yo decidimos ir al hospital para hacer de esa suposición algo verdadero. Por supuesto, hicimos un pacto de no abrir la boca hasta tener las pruebas suficientes como para revelar todo y tener buenos argumentos llegado el momento.
Otro tema a parte era Brandon. Él estaba ajeno a todo esto y es que no era para menos, después de todo lo que había pasado conmigo y el hecho de tener que convivir con Mackenzie, enterarse de esto solo lo estresaría aún más.
Y más si comprobábamos la hipótesis de Gloria.
—¿Qué ocurre si no quiere hablar? —Alejé mis ojos de la ventanilla del taxi y los posé en Gloria, quien observaba su celular y a la vez masticaba una barra de chocolate.
Esta se encogió de hombros y sin despegar los ojos de la pantalla respondió—Hablará, es eso o perder la matricula—Masticó con lentitud esta vez mirándome—Falsificar un análisis de ADN es penado por la ley… créeme Leyla no tendrá otra alternativa.
Asentí y tragué saliva—¿Cómo…cómo pudieron ser capaces de algo así? —Cuestioné sin ser capaz de entender—Mentir así, jugar con las personas…—Suspiré—Si no están locas, pues tienen suerte.
Gloria chasqueó la lengua—Mis conocimientos en Psicología y Psiquiatría son nulos, pero sí…están dementes o su necesidad de atención arrasó con ellas.
Fregué mi cien con frustración—Necesito esto…—Tomé un pedazo de su barra y la introduje en mi boca—Vaya, esto está delicioso.
Sonrió—Si, lo sé. El chocolate calma mis cólicos.
—Conmigo funciona la banana—Comenté y luego rodé los ojos ante la mirada pervertida de Gloria—Me refería al plátano…—Su mirada aún seguía con viéndome con picardía—Hablaba de la fruta, pervertida—Crucé mis brazos con media sonrisa—Idiota.
—Pero así me amas y no puedes negarlo—Elevó sus cejas—Además... ¡Joder! ya hemos llegado—Aplaudió aniñadamente—Ya es hora—Salió del carro y tomó dinero de su bolsillo trasero—Quédese con el cambio—Dijo hacia el chofer y acto seguido se encaminó hacia la entrada del hospital.
—Pero… me ha dado la propina justa ¿Cómo demonios me quedaré con el cambio?
Negué hacia el cielo—Tome…—Saqué un par de billetes de mi chaqueta—Ahora sí… quédese con el cambio—El chofer negó enfadado y luego de poner primera, desapareció por la carretera.
—¿Por qué has tardado tanto? —Cuestionó Gloria en cuanto llegamos a la secretaría donde Elizabeth no se dignaba a dirigirnos la mirada—Como sea…—Giró hacia la chica—Subiremos en busca de unos papeles, aquí está mi credencial—Extendió su mano con la tarjeta en ella y rodó sus ojos con impaciencia. En cuanto la secretaria revisó que todos los datos coincidieran, devolvió nuevamente la tarjeta a mi amiga y después de mirarme con asco, nos permitió el paso.
—¿Viste eso? —Pregunté soltando un suspiro—Me odia.
Sacudió su cabeza—Olvídala, hay cosas más importantes ahora—Señaló con su mentón hacia delante—Allí está—Dirigí mis ojos hacia el frente divisando como una nueva y diferente Leyla caminaba con diversos papeles en mano y se los entregaba a los doctores entre ellos a Bianca, quién nos sonrió al vernos.
—Ey, hola—Leyla al ver que Bianca desviaba su mirada para saludarnos, imitó su acción y su rostro palideció al reconocerme parada frente a ella—Hola, Anel.
Sonreí con tensión—Hola Bianca ¿Cómo has estado? —Sacudí mi cabeza—Olvida esa pregunta, fue estúpida.
Ella negó—No te preocupes—Suspiró—Lamentablemente la vida continúa…Cristal no se encuentra muy bien—Mojó sus labios—Era costumbre para nosotras oírlo en la mañana jugando o llamándonos para preguntar sobre ti—Rió—Winston no hará mucha falta.
Apreté mis labios—Si…—Carraspeé—Ya me hace falta.
—Lo hace—Bianca apretó los párpados de sus ojos y volvió a sonreírnos débilmente—¿Qué hacen por aquí?
—Tenemos un asunto que resolver—Comentó Gloria sin dejar de transmitir con la mirada, la rabia que sentía hacia la morocha frente a nosotras.
Bianca frunció el ceño—¿Puedo ayudarlas?
Negué—No te preocupes, podemos manejarlo ¿Verdad? —Miré hacia Gloria y tragué saliva al verla casi rechinar sus dientes—¿Verdad?
—Si—Respondió sin dejar de observar a la ya nerviosa Leyla—Necesitamos hablar contigo ¿Puedes darnos unos minutos de tu tiempo? —Cuestionó con falsa amabilidad hacia Leyla.