Only you

Capitulo 2

Enviado con éxito.

Suspiré aliviada al enviar la décimo quinta solicitud para conseguir una beca. Había estado investigando por diversas redes, los requisitos necesarios para ser beneficiada con alguna de ellas. Acaricié las puntas de mi ahora corto cabello, el cual se extendía hasta unos centímetros por debajo de mi hombro casi rozando mis clavículas y suspiré esperanzada.

Sinceramente necesitaba y deseaba esa beca, no por alguna situación económica, sino más bien por uno de los beneficios que esta otorgaba.

Un departamento.

Y eso era lo que deseaba, poder irme de aquí.

Era consciente de que esto terminaría en guerra con Claudia, pero ¿Qué más da? Ya tenía diecinueve años y quería independizarme, necesitaba hacerlo y si a ella no le agradaba la idea.

Pues que se joda.

Estaba harta de que, por medio de chantajes, ella obtuviera lo que deseaba de mí, lo permití antes y lo hice hasta hace unas semanas atrás, pero me agoté de eso.

Como bien dicen, perro que ladra no muerde y así es ella.

Lástima que no me di cuenta.

Eran alrededor de las doce del mediodía y yo me encontraba en la sala, junto a mi computador del lado izquierdo y del lado derecho algunos apuntes de estudios. Al igual que siempre, estaba sola y era algo que agradecía constantemente, ya que soportar la presencia de Claudia, era algo que no estaba en mis planes del día a día.

—Señorita Anel—Llamó Mei Ling, la mucama que Claudia había contratado en cuanto llegamos a China.

Dejé de escribir y posé mis ojos en la mujer de cabello negro profundo y largo hasta su cintura, sujetado con una liga. Su rostro era ovalado y sus ojos alargados, era el típico gen.

Ella era la única mujer que parecía valer la pena en esta casa y era con quién no me sentía tan sola. A decir verdad, ella me enseñó todo lo poco que se de China.

Mudarme aquí no fue fácil, las costumbres y la cultura no eran las mismas a las que estaba acostumbrada, por lo que no fue sencillo integrarme a este nuevo mundo.

Porque eso fue para mí, en ese momento.

—¿Qué ocurre, Srá Mei?

—Le traje su almuerzo—Caminó hasta mí con el plato entre sus manos, asentí despejando la mesa y ordenando las cosas al otro lado de la mesa—La señora no almorzará hoy.

Suspiré—No me sorprende—Me levanté para ir en busca de los utensilios, pero la Sra. Mei me detuvo.

—Yo lo hago, señorita.

Negué—Afortunadamente no sufro algún problema en mis piernas o en mis ojos y lo agradezco, así que no hay impedimento en que pueda ayudarla.

 —Usted es muy amable, pero sabe que a la Señora no le gusta que nos ayude.

Gruñí al escucharla—Yo no la veo por aquí, además lo que la Señora diga me importa un comino.

Ella volvió a negar—No quiero problemas—Dijo preocupada—Ella está en la casa y si ve que recibo ayuda de su parte…—Suspiró—No puedo perder este trabajo.

Fruncí el ceño—Creí que no estaba.

La Sra. Mei negó—Sí, lo está—Tragó saliva—Solo que, en su despacho, no ha salido de allí desde anoche.

¿Qué?

—Seguro estará con uno de esos hombres que vienen a visitarla en las noches—Hice un gesto sin importancia.

—No, esta vez nadie entró con ella—La observé interrogante—No sé qué es lo que estará haciendo allí desde anoche, pero no la visto salir en ningún momento.

¿Qué estará pasando?

Espero que no intente nada similar a lo de hace un año atrás.

Mi piel se encrespó de solo recordar que quiso usarme o más bien a mi cuerpo para conseguir sus malditas sustancias. Afortunadamente ese día, un joven, con rasgos parecidos a los míos, ingresó en la casa y luego de descubrir que era mi medio hermano, este le reprochó a Claudia que él se encargaría de darle la droga que quisiera, pero que no intentase nada contra mí.

Por supuesto, Dean, así se llamaba, solo lo hizo por nuestro padre y luego de eso, no tuve ningún contacto de ningún tipo con él.

Sacudí mi cabeza intentando olvidar eso y tomé asiento—Luego de almorzar, iré a ver qué pasa—La Sra. Mei asintió—En fin, ¿Qué me has preparado hoy?

Ella sonrió—Won Ton Sopa—Mi boca se hizo agua de solo verlo—La hice a base de caldo de pollo, carne de pollo, cerdo y Wantán, espero le guste.

—Seguro lo hará—La vi caminar rápido a la cocina, mientras yo analizaba el plato—Gracias—Dije recibiendo los kuàizi o en mi lenguaje palillos chinos—¿Qué es Wantán?

—Es esa masa fina que ves ahí—Señaló mi plato—Se rellena con carne picada de cerdo—Me observó probarla—¿Qué tal sabe?

Mis papilas gustativas agradecieron sentir el sabor de esta deliciosa comida y abrí mis ojos, los cuales no me había percatado de haberlos cerrado y sonreí en dirección a la Sra. Mei.




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