Fruncí el ceño al oír gritos en la planta baja a mi habitación. Gruñí cubriéndome con la almohada, con el objetivo de retomar el sueño nuevamente, pero el sonido de la puerta siendo estrepitosamente abierta, lo impidió.
—¡Oye! —Reconocí la voz de Gloria—¡Despierta bella durmiente! —Sentí su presencia acercarse—¡Ey! —Sacudió escandalosamente mi hombro y solo me dediqué a ignorarla—¡Oh, vamos! La Sra. Mei Ling nos espera abajo con el desayuno—Abrí un solo ojo, observándola—No me mires así, baja a desayunar y apresúrate porque tengo nuevas novedades para ti—Finalizó yéndose de la habitación.
Dios.
Con pereza me obligué a reincorporarme de la cama y a adentrarme al baño. Luego de hacer mis necesidades y de higienizar tanto mi rostro como mi cavidad bucal, procedí a bajar con mi pijama aún puesto.
—Buenos días—Saludé, acercándome a la silla y sentándome en ella de indio.
—¿Cómo ha amanecido, señorita? —Preguntó la Sra. Mei Ling, acomodando las tazas humeantes.
Me encogí de hombros—Bien, dentro de lo que se puede esperar.
Ella asintió—No esperaba más, es decir, ayer sepultó a su madre.
Hice una mueca—Si, bueno, prefiero no hablar del tema—Asintió llevando sus manos al bolsillo delantero de su delantal.
—Iré a la cocina, las dejaré desayunar tranquilas—Gloria y yo asentimos, viéndola marchar.
Tomé una de las galletas y procedí a darles un mordisco—¿Qué eras lo que…? —Hice una mueca, retirando el papel que yacía dentro de mi boca—Pero ¿Qué?
Gloria rodó los ojos—Salvaje—Negó—Son las galletas de la fortuna—Relajé el ceño al comprender—¿Qué esperas? Léela.
Con ayuda de ambas manos, procedí a estirar el pequeño papel para poder leer lo que este tenía escrito—No toda distancia es ausencia, ni todo silencio es olvido.
¿Es broma?
Mis ojos se elevaron hacia Gloria—¿Coincidencia? —Ella se encogió de hombros—Leeré otra—Cogí otra galleta dándole un gran mordisco y tomando entre mis labios, el dichoso papel—Veamos—Dije triturando la galleta en mi boca—Te conviene, y no sabes cuánto, no dejes pasar esa oportunidad. La vida es muy corta—Fruncí el ceño—¿A qué se refiere?
—Las galletas no solo leen la suerte, sino que predicen—Comentó La Sra Mei Ling desde la cocina—Tal vez, esa frase es a futuro.
Gloria asintió—Concuerdo.
—Lee la tuya—Dije hacia Gloria.
—De acuerdo—Repitió mi acción y tomó el pequeño papel entre sus dedos—No soy un completo inútil. Por lo menos sirvo de mal ejemplo—Su mandíbula se abrió de par en par.
Lancé una carcajada—Definitivamente dicen la verdad—Gloria me fulminó con la mirada.
—Cierra la boca—Terminó de comer el resto de la galleta—Debió ser un error—Dijo con una mueca—En fin, tengo algo que contarte.
Dejé de reír y tomé la taza con chocolate y la llevé hasta mis labios—Dime.
—La abogada Pillato llamó hoy a primera hora…—Desvié mis ojos de la taza, hacia Gloria.
—¿Y qué quería?
Gloria suspiró—Dijo que había llamado a ¿Bertha? —Me ahogué con el líquido—¿Estás bien? —Asentí carraspeando e intentando detener las lágrimas de mis ojos—Como decía, le informó sobre tu situación y ella encantada aceptó. Pero eso no es lo mejor, resulta que, al haber aceptado, el juez ordenó que tu tenencia sea rápidamente acogida y es por esa razón que tengo esto en mis manos—Elevó dos papeles rectangulares.
—¿Boletos de avión? —Mojé mis labios—¿Y para qué?
—Para volar obviamente…—Rodé los ojos—La abogada los envió, debemos viajar hacia tu nueva tutora.
Asentí, para luego abrir mis ojos como platos.
¿¡Eh!?
—¿¡Qué!? —Chillé poniéndome de pie—¡Oh, no! —Me puse frenética—¡Oh, joder! —Exclamé—¡Algo debí hacer mal en mi otra vida, para que esto me esté sucediendo ahora!
—No seas dramática.
Negué velozmente—¡No estoy siendo dramática! —Dije histérica—¡Volveré a verlo!¡No estoy lista!¡No quiero! —Hice una pausa—Pero, tal vez no me lo cruce ¿Cierto?
Gloria elevó una ceja—¿Verdad o mentira?
Arrugué los labios—Mentira.
—Está bien, ¡Oh, por supuesto que no te cruzarás con él!
Carajo.
(…)
¿Ropa interior?, listo.