Only you

Capitulo 4

Un quejido escapó de mis labios, al ser jaloneada de la parte trasera de mi blusa, causando que las manos del pajarito abandonaron mis caderas, al igual que sus labios y un gruñido de insatisfacción brotara de él.

—Hora de irnos—Oí la voz de Gloria tras mi oreja, para luego ser llevada a rastras, sin saber específicamente hacia donde, y con mis ojos aun cubiertos por la tela.

—¿Gloria…? —Choqué con alguien de frente—¡Mierda! —Quité en medio de bufidos el pedazo de tela—¿Podrías ser más sutil? —Exclamé trastabillando como consecuencia de los jalones que Gloria realizaba en mí.

Esta negó velozmente—No, lo siento. Pero estoy segura de que me agradecerás esto luego, ahora necesitamos salir de aquí—Analizó las salidas posibles de la casa—Apostaría a que, en este momento, el chico debe de estar buscándote como loco por toda la casa, por lo que no tenemos mucho tiempo.

Tragué saliva—¿Era él? —Cuestioné, a pesar, de que ya lo sabía. Pero de alguna manera necesitaba oír su respuesta.

—Lo era—Mordió sus labios—A menos que haya sido un clon…—Negó dirigiéndose hacia la puerta de entrada y a su vez, sacando el celular de su bolsillo trasero—Pero era demasiado idéntico a la fotografía que me mostraste de su cuenta—Carraspeó—¿Hola? —Fruncí el ceño observándola hablar por teléfono—Si, necesito un taxi con dirección a…—Rascó su cuero cabelludo—B-bedford, casa 2345, calle Wells—Asintió—Excelente y dese prisa, por favor—Cortó—Vamos a donde no haya mucha luz, si tú pajarito sale de la casa, nos encontrará y según tú, aun no quieres que eso suceda ¿O sí?

Negué nerviosa—No, claro que no. —Apreté mis labios tomando ambos lados de mi chaqueta y cubriendo mi cuerpo del frío—Tienes razón, camuflémonos.

Asintió y ambas caminamos a toda prisa bajo la copa de un árbol, que, gracias a las grandes ramas, carentes de hojas, impedía que la luz de la calle diera de lleno con nosotras.

Gloria lanzó un silbido—Vaya—Sonrió burlonamente—Sí que lo extrañaste—La fulminé con la mirada mientras sentía mis mejillas arder, a pesar del clima helado—¿Qué? Es cierto, yo iba a ayudarte, pero cuando finalmente llegué a tu lado, tú estabas pasándotelo muy bien en tu nidito de amor con un particular pájaro castaño—Volvió a sonreír—Demonios chica, si tú no quieres desplumar a ese pájaro, con gusto yo lo hago—Rodé los ojos cruzándome de brazos.

—Oh, calla.

Lanzó una carcajada—Es broma, por cierto, como… ¡Joder! —Chilló—¡Escóndete! —Susurró—¡Tú chico ya salió! —Mis ojos se sobresaltaron y sin dudarlo, pegué mi cuerpo al tronco del árbol.

Maldición.

Tragué saliva al verlo, por primera vez desde hace dos años. Mi garganta se volvió estrecha, al ser testigo de cómo recorría todo el lugar con la mirada de manera desesperada. Sentí mis ojos cristalizarse al poder divisar su rostro.

Ya no era un niño.

Sus facciones eran mucho más notorias que antes, su cabello brillaba como un diamante debido a la luz de la casa y estaba un poco más largo de lo que recordaba.

Sonreí con melancolía al recordar el momento en el que me burlé de su falta de músculo. Los cuales ahora eran aún más notorios, otorgándole un aspecto más llamativo, más atractivo.

—Es hermoso—Susurré mirándolo embobada desde las sombras—Joder, Gloria… Es demasiado hermoso—Sentí una lágrima descender por mi mejilla.

—Entonces, toma valor y enfréntalo—Desvié la mirada hacia ella—Dile lo que acabas de decir y lo que tengas guardado, pero hazlo ahora.

Mojé mis labios volviendo a posar mis ojos en el pajarito—No—Quité la lágrima de mi mejilla.

Frunció el ceño—¿Eh? ¿Por qué no?

Negué—No estoy lista, no aun—Sentí el motor de un auto—Es el taxi, ya está aquí.

—¿Estás segura de irnos? —Cuestionó confundida.

Asentí viendo al pajarito bufar y adentrándose nuevamente a la casa con rabia—Sí, estoy segura.

(…)

—Hogar, dulce hogar—Canturreó Gloria al llegar al hotel—Esta noche sí que fue divertida—Sonrió—Iré al baño.

Asentí dirigiéndome hacia mi cama y sentándome en ella. En medio de un suspiro, recosté de mi cuerpo, posando ambas manos sobre mi abdomen.

Hoy sí que sucedió más de lo que esperaba.

Llevé mi mano derecha hacia mis labios y una sonrisa escapó de ellos.

¡Besé a mi pajarito!

Cubrí mi sonrojado rostro y lo apretujé entre mis manos sin poder creer lo que acontecido esta noche.




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