Only you

Capítulo 17

Joder.

Apreté mis ojos en una expresión de dolor, al haber colocado una pequeña bandita sobre la herida en mi labio.

Me hallaba en mi baño, envuelta en toallas y con ambos lados de mis hombros escurriendo agua.

Eran alrededor de las cinco de la tarde y yo me encontraba hecha un manojo de nervios, ya que, todos mis conocidos vendrían a visitarme y mis condiciones en estos momentos no eran favorables.

No, definitivamente no.

Suspiré al terminar con mi tarea y me dispuse a salir, oyendo mis dientes castañear debido al frío que habitaba fuera y de la cual el baño me excluía. De puntillas llegué hasta la habitación y con rapidez, escogí las prendas que utilizaría.

Tomé una remera de algodón en color oscuro y sobre esta coloqué el buzo de lana gris que Mei Ling había tejido para mí, allá en China. En cuanto a mis piernas, las enfundé en unos vaqueros azules oscuros y a mis pies, los recubrí con unas botas bajas color mostaza.

Cepillé mi mojado cabello y lo sequé para luego alisarlo, solo a los mechones que se posaban sobre el frente de mi rostro y a continuación procedí a maquillar ligeramente tanto a mis ojos y labios, como a mis mejillas.

Y luego de colocar colonia detrás de mis orejas, me encaminé hacia la puerta que estaba siendo tocada.

—¡Oh! —Exclamé al sentir como rápidamente unos brazos rodeaban mi cadera y una mata pelirroja se posaba en mi vientre—Zanahoria—Sonreí y correspondí a su abrazo—¿Cómo has estado?

Winston estiró sus labios en una sonrisa y clavó sus verdes ojos en mi—Pues bien, Mamá uno y mamá dos, me han llevado al colegio y es genial.

Sonreí—Eso es estupendo—Elevé mis ojos y me encontré con Bertha quién sonreía observándonos—¿No crees que ya está algo anciana? —Susurré en el oído a Winston quien rió por lo bajo.

—Eso le dije—Ambos volvimos a reír y más aún al ser testigos de como el ceño de Bertha se fruncía.

—¡Oye! —Exclamó indignada—No te burles de tu tutora.

¿Tutora?

Mi sonrisa se borró y la observé con incredibilidad.

—¿Qué has querido decir?

Ella sonrió—He querido decir que hasta que seas mayor de edad, seré tú tutora legal—Sonrió—La abogada me contactó y ambas quedamos de acuerdo en que quería ser tu tutora, como ya me lo habías comentado, pero quería serlo de tal forma que nadie pudiera volver a alejarte.

—Yo…—Tragué saliva—¿Ya está hecho?

—Tengo los papeles firmados por la jueza en el orfanato—Chillé extremadamente feliz y me lancé a sus brazos

—¡Eso es genial!

Un carraspeo llamó nuestra atención y la fijamos en la familia Rudd, quienes nos observaban entre extrañados y contentos.

—Ey—Arreglé mi cabello—¿Qué hay? —Liza rodó sus ojos y se acercó con una sonrisa, la cual se borró al ver al pelirrojo detrás de mí.

—¿Quién es él? —Interrogó ceñuda y algo molesta.

Carraspeé—Él es…

—¿Y tú quién eres? —Me interrumpió Winston con la misma actitud que Liza.

John, Janine, Bertha y yo observábamos incrédulos la escena que se desataba en ese momento.

—Yo soy su hermana—Respondió Liza altanera.

—Pues ella es mi chica—John rió por lo bajo—Y la conozco desde que nací.

—¿Y qué con eso? —Rodó sus ojos la castaña—Ella al ser mi hermana, me da más derechos que a ti.

Winston bufó molesto—Eso no es cierto.

—Claro que sí.

—Claro que no.

Liza mordió sus labios con rabia—He dicho que sí, pecoso—Winston abrió sus labios incrédulos y nosotros tuvimos que cubrir nuestras bocas para no reír.

—Yo pecoso, tu mofletuda—John no pudo controlarse y rió, provocando que yo riera silenciosamente.

—¡Papá! —Chilló Liza molesta—No te rías.

Negué con una sonrisa—Vamos a dentro y ustedes dos…—Señalé a Liza y a Winston—Ya no peleen—Ambos se fulminaron con la mirada, más no replicaron absolutamente nada y luego de declarase la guerra silenciosamente, siguieron a los adultos hacia el interior.

—¡Oye! Me has pisado, ¡Mofletes!

—¡No es cierto, pecoso!

Joder.

Necesito paciencia.

 

(…)

Tomé un pedazo de pastelitos dulces que Gloria había pedido, luego de volver de compras.

Según ella a completar con lo necesario su guardarropa.

¡Já!

—¿Es muy difícil? —Cuestionó Janine, bebiendo de su taza de café. Tanto Gloria como yo, la observamos confusas—El independizarse y todo lo que eso conlleva sin mencionar la responsabilidad con su carrera.




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