Tragué saliva sonoramente y presioné mis puños con nerviosismo.
¿Vivir juntos? ¿Acaso no es algo apresurado?
Oh, vamos, solo di que sí y ya.
Sabes que eso es lo que más anhelas.
Mojé mis labios percibiendo un leve temblor en mis manos—¿Qué has dicho?
Brandon se alejó de mi cuerpo y liberó un suspiro que golpeó el lóbulo de mi oreja, erizándome furiosamente.
—Eso…—Carraspeó—Ven a vivir conmigo…—Tomó mis hombros y me giró para que pudiese encararlo—Apuesto lo que no tengo, a que piensas que es algo apresurado, pero, bruja, tú me conoces, al igual que yo a ti y ha pasado tanto tiempo…—Suspiró—Somos pre-adultos y te aseguro que tanto tú como yo, somos responsables con nuestras acciones…—Me sonrió intentado calmarme—Te quiero conmigo, es todo—Apreté mis labios y solo me limité a observarlo meticulosamente—No me mires así…—Rascó su nuca inquieto—Haces que me sienta nervioso.
Sonreí al ver sus mejillas en un leve tono carmesí y más aún al denotar su ansiedad por saber mi respuesta.
¿Cómo decir que no?
¿Cómo alguien en alguna vida, podría decirle a “él” que no?
Asentí repetidas veces sin articular palabra alguna.
—Oh, bruja, ¡Vamos! Te aseguro que todo saldrá bie…—Sus cejas se elevaron con confusión y cierta incredulidad —¿Has aceptado?
Reí—Sí, pajarito…—Apreté la toalla alrededor de mi cuerpo—Me iré a vivir contigo…—Su sonrisa se ensanchó con coquetería—¡Aguarda! —Su ceño se frunció—Deberemos pactar ciertos límites ¿Lo sabes no?
Rodó sus ojos—Ya hemos vivido juntos y créeme sé cómo te manejas.
—Eso era cuando vivíamos como hermanos…—Lancé una risa al recordarlo—Pero ahora, lo haremos siendo pareja y no es algo fácil de hacer.
—Está bien, pactaremos alguno limites—Tomó mis mejillas—Ahora ¿Puedo continuar con lo que dejé hace unos minutos?
Mis mejillas se calentaron—Hace frío y estoy húmeda.
¡Oh, rayos!
—Y eso es genial—Susurró acercándome a mí, solo que esta vez, su expresión reflejaba seriedad y concentración
—Idiota—Me quejé— Lo he dicho en sentido figurado, no literal—Bufé—Puerco pervertido y ¡Joder! —Chillé al sentir sus dientes en mi clavícula—¡Pero, ¿Qué haces?!
Sonrió con altanería y sin responder, comenzó a empujar con sus brazos mi cuerpo hasta la cama.
—Gloria debe estar a punto de llegar y no…
—David debe estar manteniéndola ocupada—Me interrumpió—Ya no hables—Y en ese instante logró recostarme en la cama, para luego él cernirse sobre mí—No haré nada que tú no quieras—Su mano derecha se encaminó por mi vientre y tórax, hasta llegar al nudo que evitaba que la toalla cayera—¿Qué tal si aflojamos esto? —Cuestionó jugando con él nudo—¿Estás bien con eso? —Tragué fuertemente y asentí entrecortadamente—Excelente…—Tiró del nudo, deshaciéndolo por completo—Lo abriré lentamente…—Susurró y luego obedeció a su propio orden.
Cerré mis ojos al ya no sentir la única barrera que me alejaba de su anatomía. Mi mandíbula se tensó y los dedos de mis pies se contrajeron.
Ya lo habíamos hecho.
¡Sí, solo una vez desde hace dos años!
Demonios, me sentía inhibida.
Oí un suspiro, pero aun así me negué a abrir mis ojos—Mírame…, oye, para continuar necesito tus ojos fijos en mí…—Acarició mi muslo derecho con lentitud—Hazlo.
Con el poco valor reunido, lo hice, abrí mis ojos encontrándome de lleno con los suyos, los cuales habían dejado de ser de un color castaño a uno casi oscuro debido a la dilatación de sus pupilas, sus mejillas estaban rojas y sus labios en tonos rojizos y brillosos por su lengua.
Sin previo aviso, juntó sus labios con los míos, intentando desconcentrarme y así poder llevar su mano derecha, la cual se halla en mi muslo, hasta mi cadera. Suspiré al sentir la presión que ejercía con ambas manos en la parte superior de mi cintura.