Capitulo 22

—¡Despierta, bella durmiente! —Chillaron en mi oído, por lo que, gruñí y me camuflé bajo las mantas—Ah, no…—Mi cuerpo se hizo un bollo al sentir como las sábanas eran alejadas de mi anatomía.

—Dios santo, Gloria—Me quejé adormilada—Es sábado, déjame dormir.

—Anel, has estado casi toda la semana preparándote para los exámenes finales y no has parado a descansar…—Refunfuñó—Es hora de que respires un poco, además debes preparar las maletas.

Fregué mis ojos con pereza—Tú solo quieres quedarte en el hotel a solas ¿Es por ello, la prisa en que me vaya?

En su rostro se formó una mueca de indignación—¿Qué? —Negó dramáticamente—Claro que no, ¿Por qué habría yo de querer que tú…? —Abandonó su sonrisa al ver mi expresión de Poker Face y rodó sus ojos—Bien, tú ganas—Suspiró—Pero eso no quiere decir que no te quiera.

Reí—Lo sé, boba—Me reincorporé de la cama—Estoy agotada.

Asintió con una sonrisa—Es por eso que iré a comprar un par de cosas, por cierto, ¿Tienes alguna toalla higiénica por ahí?

Fruncí el ceño—Creo que en la gaveta de mi mesa de luz hay una—Bostecé al verla correr hacia allí—Deberías comprar al menos diez paquetes…—Me observó estupefacta y solo atiné a suspirar—Digo, para ahorrarlas y en caso de emergencia tener un par extra.

—Oh…—Rió—Compraré tampones.

Hice una mueca en descuerdo—¡Claro que no! —Detesto usarlos, son incómodos y raros.

Rascó su cabello—¿Y qué de las toallas? —Me imitó con su expresión en el rostro—Es como si usaras un pañal.

Me encogí de hombros—Prefiero eso a sentir que hay un objeto en el interior de mi cuerpo, eso sin contar que personalmente debes introducirlo allí—Negué—Lo siento, yo voto por toallas higiénicas.

—No, tampones.

Mojé mis labios—Toallas.

—He dicho que iré por tampones.

—Y yo he dicho que quiero toallas.

—Tampones—Caminó hacia la salida de la habitación, con la toallita sanitaria en sus manos.

—Toallas.

Se detuvo—Tampones.

Negué—Toallas.

—Tampones—Declaró con el ceño fruncido.

—Toallas.

—Tampones

—¡Toallas!

Apreté mis puños—¡Tampones!

—¡No…! —Mi grito de vio interrumpido por el llamado a la puerta y ambas fruncimos el ceño.

Gloria suspiró—Iré a ver quién es.

—Déjalo, tú ve al baño, yo veré quién es—Asintió—Antes déjame cepillar mis dientes y lavar mi rostro.

—Ve, apresúrate.

—¿David? —Formulé sorprendida al verlo situado en nuestra puerta—¿Todo está bien?

Asintió—¿Así recibes a los demás? —Dio una lenta repasada sobre mi pijama—Qué lindo, bonita—Rodé los ojos.

—Ya calla y pasa—Me hice a un lado, permitiéndole el paso y luego cerré siguiéndolo hasta el sofá—¿Has venido a ver a Gloria? —Asintió con una leve sonrisa, por lo que, también lo imité—¿Oye? —Hice una pausa—Sé que debes creer que soy una pésima amiga, pero quería saber ¿Qué has sabido de Melanie?

David sonrió enormemente—Sé que está estudiando en Rusia—Lo observé sorprendida—Hemos hablado un poco y la he notado muy entusiasmada y feliz.

—Vaya—Sonreí—¿Quién lo diría?

Asintió—Sí, está estudiando para Geóloga y la verdad es que me ha dicho que le va a la perfección.

Mis ojos se estrecharon con sospecha—¿Qué fue eso?

—¿El qué? —Preguntó con extrañez.

—Eso, tu emoción al hablar de ella.

Negó—Nada, es solo que me siento feliz por nuestra amiga.

—Ah…—Hice una mueca—Oh, vamos David no soy idiota, a ti te gusta Melanie—Sus orejas se sonrojaron—No puedo creerlo.

—Yo…

—Demonios y ¿Qué hay de Gloria? —Maldije interiormente—Joder, David a ella realmente le gustas.

Asintió con pesar—Y ella a mí—Lo analicé con enfado—O eso creo—Suspiró.

Oh, no.

Esto no terminará bien.

Acaricié mi cien con frustración—¿En qué estabas pensado cuando te acostaste con ella en esa habitación? —Señalé hacia el cuarto de Gloria y mío.

—¡No lo sé! —Chilló—Creí que podría olvidarla haciendo eso—Maldijo—Luego de mi enamoramiento hacia a ti y después de que te marcharas, comencé a ver diferente a Melanie y eso me gustaba, pero temía tanto por el rechazo que dejé que se marchara.