Only you

Capítulo 27

Sus manos se posaron en mis caderas, elevándolas y causando que, sin tener muchas opciones, enrollara mis piernas alrededor de su cintura. Mis brazos giraron en torno a su cuello y ejercí presión, apretándolo más a mí.

A pesar de que ya nos habíamos besado con esta necesidad y fogosidad, para ambos seguía siendo como la primera vez.

Temblores, nervios, escalofríos y deseo era lo que sentía al sentir su respiración agitada chocar contra la punta de mi nariz y con ambas mejillas, sin embargo, no tenía el valor de detenerlo.

Y no tenía deseos de hacerlo.

Gruñí al sentir mi espalda chocar contra la pared contraria a mí y luego al sentir nuevamente sus labios en mi cuello.

Estaba perdida.

Estábamos perdidos.

De pronto, sentí mi cerebro chocar contra los huesos de mi cráneo y a mis ojos dar un giro de 360°. Mis glándulas salivales comenzaron a producir más saliva y sentí mi faringe apretarse, dejándome sin aire.

—Brandon…—Murmuré mareada—Brandon…—Repetí y cerré mis ojos—No me siento muy bien.

Sus labios se separaron de la piel de mi cuello y por un momento odié las náuseas que sentía en ese momento.

—¿Qué ocurre? —Su respiración se oía agitada—Estás pálida—Comentó observando minuciosamente mi rostro—¿Qué sientes?

—Vómitos…—Susurré sin poder aguantar más—Litros de vómitos—Brandon hizo una mueca de asco y sin meditarlo más, me bajó con velocidad.

Al sentirme libre, corrí como alma que lleva al diablo y en medio de tropezones, llegué al baño y de rodillas me situé frente al inodoro devolviendo todo el alcohol que se encontraba en mi organismo.

 —Mierda…—Susurré, quitando un mechón de cabello de la comisura de mi boca.

—Definitivamente el erotismo construido hace unos minutos, lo has destruido—La voz del pajarito se hizo oír—Ven, déjame ayudarte—Sentí sus manos bajo mis axilas y luego la presión que el ejercía para ponerme de pie—¿Dónde guardas tu cepillo dental?

Carraspeé adormilada—Allí—Susurré señalando con pereza la parte inferior del váter y después, me dediqué a observar a Brandon colocar dentífrico en el cepillo para luego voltearse y caminar hacia a mí.

—Abre—Ordenó.

Fregué mi nariz—No.

—Bruja—Elevé la mirada y sentí encogerme al ver su demandante mirada—Abre la boca.

Negué bostezando—Quiero dormir.

—Lo harás—Sonreí con victoria—Luego de que cepille tus dientes—Mi sonrisa se borró.

—Pero…

—Suficiente—Su mano derecha ahuecó mis mejillas y abrió mis labios, introduciendo el cepillo para higienizar mi boca, ignorando mis quejidos—Ten—Me extendió un vaso con agua. Lo cogí para realizar un par de gárgaras y finalmente escupir, sintiendo la menta extenderse por todos los rincones mi cavidad bucal—A la cama.

De la misma manera en que llegamos al baño, salimos hacia la habitación, encontrándonos a Gloria completamente desparramada en su cama, a su lado Larry y en el sofá frente a ellos Lúxon, quien liberaba pequeños y sonoros ronquidos.

—Al menos el pantalón de pijama ya lo tienes—Comentó dejándome sentada en la cama y en medio de un suspiro, se encaminó hacia mi guarda ropa, cogiendo entre sus manos una remera de seda color violeta—Esto servirá—Se acercó a mí y apretó sus labios—Sube tus brazos—Sin rechistar obedecí percibiendo como sus dedos tomaban la tela de mi suéter rojo y lo quitaban de mi cuerpo, dejando solo mi brasier.

—Hace frío—Mis dientes castañearon.

—Ya casi termino—Bajó la remera por mi cuerpo—Listo…—Sonrió—Vamos, recuéstate.

Apoyé mi cabeza en la almohada y me limité a observarlo con neutralidad—No quiero que amanezca.

Su ceño se frunció—¿Por qué no?

—Y-ya no estarás aquí y no recordaré nada—Mis ojos se cristalizaron—¿Por qué tiene que ser así?, ¿Por qué las cosas entre nosotros, tienen que ser así?

Brandon suspiró—No lo sé, bruja—Acomodó su chaqueta—No lo sé—Acarició mi cabello—Solo estoy seguro de algo.

—¿De qué? —Murmuré ceñuda mientras liberaba un suspiro.

Clavó sus ojos en mí con una pequeña sonrisa de lado—Tu y yo, inevitable.

(…)

¡Santo dios, mi cabeza!

Parecía como si fuera a partirse en dos.

—¡Duele! —Gruñó Lúxon sosteniendo su sien y retorciéndose en el sillón.

—¿Puedes dejar de gritar? —Cuestionó Larry luciendo molesto—Recuérdenme no volver a beber de esta manera—Bufó—Siento como si alguien hubiese vomitado en mi cerebro—Volvió a masajear la zona—¿Qué es esto? —En la palma de su mano había un papel, por lo que todos expectantes, esperamos a que el castaño leyera lo que decía—Beban mucha agua, junto a ustedes he dejado unos medicamentos para la resaca. Espero les sea leve y no es necesario que agradezcan. Cortesía de su amigo, Brandon—Bajó su mirada al final de la nota—Posdata: Pajarito para ti, bruja.




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