Opal & Rose: Critical Mistake // #o&r1

Capítulo II

  La situación se volvía inquietante, las gemelas temían estar al borde de su destrucción por un simple descuido del pasado, sus amigos solo pensaban en hallar alguna forma de que todo aquello acabara, ya fuera ayudándoles o no. Pero teniendo en cuenta que, en tiempos complicados, cuando llegaron a esa dimensión, ellas fueron las únicas con el valor de resguardarlos y que no temieron la posible inestabilidad en los poderes de aquel trío, se inclinaban más por la primera opción. Rose giraba, inquieta, de un lado a otro en lo que podría ser la sala; ese enorme rincón de su castillo estaba cubierto por un estilo antiguo y acogedor. En el sofá más grande, Liam mantenía quieta a Opal. Poco a poco la chica decaía, física y mentalmente. Por momentos se nublaba, perdiendo la noción de lo que pasaba. La morocha se quejaba entre dientes de su poca creatividad en dicho momento, justo cuando la necesitaba. Derek la veía desde el marco de la puerta, este tercer hermano se hallaba recargado en una pared a pocos metros.

—Transfórmate en algo más inteligente, ¿qué se yo? —acotó, ganándose una mirada agresiva de su anfitriona, una que a los simples mortales nos helaría la sangre. Nathan negó levemente con un gesto de la cabeza, haciéndole entender a la chica que no serviría responder, aquel solo la provocaba.

  Rose soltó un suspiro, pesado, lleno de fastidio. Mencionó como un dato extra que le serviría algo de ayuda, si es que realmente estaban dispuestos a apoyarlas. Podía verse en esa escena el alto contraste entre sus participantes, una de las cosas que tenían ambos grupos en común. Por un lado, Liam intentando mantener despierta a Opal, ambos tranquilos, razonables, más propensos a hacer el bien, eso sin contar los tonos claros que los cubrían; por otra parte, Rose a solo segundos de cometer un asesinato si Derek seguía con sus constantes comentarios sarcásticos, ambos con una aparente oscuridad constante sobre sí mismos; mientras que el restante permanecía... neutral. Quien más molestaba a la irritable hermana parecía totalmente ajeno a la situación, haciéndoles creer que la única razón para permanecer ahí era que no solía separarse de sus hermanos. Nathan miró a la chica, esa que planeaba la forma de matar a su hermano, soltando la idea que tanto estaba esperando ella.

—Quizás un viaje en el tiempo. —Tras mencionarlo, los trillizos restantes clavaron en él cada par de ojos, con un gesto de acusación que solo ellos comprendían. Rose soltó una risa falsa, como si de un reproche se tratara—. Tal vez no logren nada físico, pero podrían sacarle información a su «creador».

  Posiblemente el tono tan neutro en su voz la alertó, quien mayor influencia tenía en esa partida, quien gozaba de un mejor estado, sintió un ligero malestar detrás del cuello. Algo en su interior le decía que él, o ellos, ya lo habían vivido. O, en todo caso, algo similar. Se lo pensó, Opal comenzaba a recobrar la conciencia desde su último despiste, Liam alertó de esto a su hermana.

—No es mala idea... —mencionó la albina, que literalmente volvía por ligeros instantes a tener color, o verse como solía ser antes. Pero con rapidez perdía el tono rosado de su piel y sus ojos se opacaban. Rose sonrió muy levemente, asintiendo con lentitud.

—Podemos intentarlo, entonces.

  Pero le bastó un segundo para borrar de su rostro esa sonrisa, cayendo en la cuenta de un pequeño detalle con enorme importancia: no poseían esa capacidad. A sus invitados les pareció, cuanto mínimo, extraño ese hecho. Conocían mejor que nadie su insaciable hambre de poder, y hasta hablando literalmente. Pero era cierto, no les era posible, tal no se encontraba entre su abanico de habilidades. Supieron entonces que debían ir en busca de alguien que sí pudiera y, bueno, robarle ese poder. El problema resultó ser Opal, quien por su estado dudaban que pudiese salir siquiera del edificio. Su hermana asumió, entonces, que la mejor forma de recargar su energía sería alimentándola. Pero no con la sangre de cualquiera, se le ocurrió entregarle la suya. Sabía, sin miedo a equivocarse, que una mordida de su gemela no la mataría, y así quizás podría recuperar parte de lo que estaba perdiendo, al menos por unos momentos. Liam se la acercó, Rose escondió la cabeza de esa chica en su propio cuello, tentándola por el olor. Así, solo unos segundos después, parecía que la Opal del día a día había regresado. Estaban las dos bien, listas para salir de caza, y confiadas ante aquel nuevo descubrimiento, a la hora de agotarse, para volver al juego en poco tiempo.

—Dudo que sirva por mucho —dijo Liam, con cierta ternura en la voz que siempre conmovía a la que compartía su tonalidad blancuzca—. Mejor nos apuramos.

—No hace falta que vengan, ya ayudaron bastante.

—No lo sé. —Nathan se acercó, dando lugar en su rostro a una muy pequeña sonrisa, casi invisible al resto—. Ya estamos muy metidos en esto y, bueno, es mejor que estemos cerca si algo no sale bien.

  Sus hermanos, asombrados, lo observaron, al igual que las gemelas. Una sonrisa similar a la suya apareció en la faz de Rose cuando logró asimilar lo que él decía, entonces aceptaron su compañía. Debían viajar por el espacio, recorrer galaxias y sistemas planetarios completos en busca de un ser, aunque de preferencia dos, con la habilidad que ellas necesitaban para volver a la época de su creador y descubrir lo que realmente les sucedía, y qué necesitaban para evitarlo. Si podían o no salvarse, y cómo, era todo resultado de aquel viaje.

—Deree, ¿vienes? —Fue la primera frase que dijo Opal al recomponerse, todos clavaron en él la mirada. El inexpresivo gesto en su rostro le dio un toque particular a sus palabras, el chico morocho, normalmente antipático, se encogió de hombros sacándole a esa chica una ligera sonrisa.




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