Opal & Rose: Cyan's Twin // #o&r3

Capítulo VIII

  Aquella no fue una situación que se solucionara pronto, por más que la intensidad del momento hubiera pasado, tanto padre como hija resguardaban en su interior un rencoroso sentimiento y veían de manera relativamente suspicaz al par de mujeres que hirieron su confianza de una forma delicada pero intensa. ¿Acaso no era excesivo, no se estaban sobrepasando? Quizás fuese una exageración, quizás no existía una razón real para que evitaran hablar con las gemelas cada vez que podían, pero ellas lo entendían. Es posible que el par no tuviese razón, así como todo lo contrario, mas para Opal y Rose, su reacción era la más obvia y esperada. Al fin y al cabo, se trataba de una vida entera a base de mentiras, o de ocultar la verdad, lo que en dicho momento era aparentemente lo mismo.

  Lo que sí, tanto Kiah como los trillizos ayudaron a mejorar el ambiente. A tal punto de buscar, y aparentemente encontrar, el modo de solucionar por completo sus problemas. Como remedio a todo aquello, se les ocurrió utilizar lo mismo que comenzó el conflicto: al chico. Ese niño sería, según lo esperado, el que reconciliara a la familia. Así, cada cual por su lado, intentó convencer a los más afectados de iniciar un viaje, retomando la misión de trillizos y gemelas, para que la menor pudiera «regresar de la muerte» a su hermano. Gracias a Kiah, ella aceptó; para Raphael, su padre y tíos hicieron de mayor influencia. Entonces consiguieron crear una aventura con la que recuperar la confianza que tan rápido se había perdido, una que los llevaría más lejos aún de lo esperado.

  Cuando por fin llegó el día, una apagada emoción cubría a los implicados. Mientras Rose tenía el típico momento romántico que en cada ocasión compartía con su ave antes de partir, siempre que le pedía proteger el lugar y ella buscaba evitar que se fuera, Raphael intentaba re-abrir el portal hacia la tercera dimensión con ayuda de su tío. La mayor protagonista de aquel viaje parecía estar en plena conversación con su hermano, puesto que pasaba por completo de todo lo ajeno a ese lugar vacío en el que seguramente él estaba. Se la notaba entusiasmada, gracias a tantas expectativas que todo mundo puso en ese viaje y terminaron por contagiarla.

—¿Quieren que repasemos lo que harán? —comentó Kiah, quien se quedaría en el castillo mientras tanto, llamando la atención del grupo.

—Bien, sabemos que en el hoyo negro hay una, así que nos acercamos con Cya a buscarla —respondió Derek, quien se había ofrecido poco antes a acompañarla en esa parte del viaje. Ella reaccionó apenas al oír su nombre, mirando en dirección a ese hombre con la confusión de no haber estado oyendo impregnada en el rostro. Solo al entender a qué se refería, asintió dándole la razón—. El resto vaya derecho a...

  Entonces dirigió la vista hacia Liam, tras olvidar a dónde tendrían que ir. Su hermano lo miró seriamente, preguntándose si era una broma o si Derek realmente era tan... despistado. El de tonos más oscuros se encogió de hombros con una sonrisa que hizo reír a los demás.

—A La Tierra, estuvimos ahí hace poco pero no buscamos en todo el planeta.

—Bien, entonces nosotros damos una vuelta por ahí mientras ellos van por la gema que ya encontraron y de paso vemos si hallamos la segunda —dijo entonces Nathan, resumiendo la situación. Al mismo tiempo miró a su ex-pareja, quien se aproximaba a ellos. Ni ella ni su hermana querían acotar nada, por lo que se limitaban a asentir ante cada comentario ajeno.

—¿Qué estamos esperando? —mencionó la chica de cabello azul claro, sonriente, tras ver que su padre lograba abrir el portal.

  Momentos después, ella y su tío abuelo se dirigían hacia el centro de la Vía Láctea, donde se ubicaba el agujero negro de su destino. Al mismo tiempo, Liam, Nathan, Raphael, Opal y Rose recorrían en grupo las calles de un pueblo cualquiera en el hemisferio contrario al que había visitado gran parte de ellos la vez anterior. Iban caminando entonces Rapha y su padre delante de todo, seguidos por el hombre restante, quien los separaba del dúo de hermanas. Pocas parecían las intenciones que el menor entre ellos tuviera de reconciliarse con las chicas, por lo que llevaba todo el recorrido manteniéndose tan apartado como se lo permitieran. Pero como la idea de los muchachos restantes era todo lo contrario, decidieron buscar excusas para que estos tuviesen un momento a solas en el que no les quedara mayor remedio que la reconciliación. Por entonces, seguían caminando en algún pueblito cualquiera. No pasó mucho tiempo hasta que algunos de ellos comenzaron a ver el paisaje bastante familiar, llevando a sus mentes recuerdos del fatídico día que desataría en aquel momento todos esos conflictos. Cuando las edificaciones se volvieron más pequeñas y distantes una de otra; cuando las calles de asfalto pasaron a ser tierra seca y arenosa; cuando los árboles y demás plantas se volvían más habituales de lo que eran antes, justo entonces entendieron que habían vuelto a Gisclareny. Lo primero que notaron fue el paso del tiempo, dado a que en su primera visita ese sitio solo poseía una pequeña casucha. Entonces no había crecido demasiado, tenía apenas unas más. Intentaron desviar su excursión, pero al notar el empeño que los tres ponían en ello, los dos trillizos presentes se negaron.

—Si ya conocen el lugar, aprovechen a descansar un poco mientras nosotros damos una vuelta para ver el perímetro.

—Conoceremos el terreno y ustedes pueden sentarse a decidir si actuarán como adultos maduros o si seguirán evitando dirigirse la palabra. —Tras la frase de su hermano, Liam acotó lo susodicho de brazos cruzados. No fue suficiente, pero tras algo de insistencia lograron que la mayor parte del grupo aceptara quedarse ahí durante, al menos, unas horas.

  Así fue que Liam y Nathan se alejaron del pueblo con los sentidos alerta, a la vez que los demás trataban de evitar aquella vieja cabaña en la que habían estado más de una década atrás, la cual les traía memorias que para el momento eran considerables bastante malas. Y, a su vez, hacían lo posible por ignorar lo tenso que estaba el ambiente para ellos, culpa única y exclusivamente de sí mismos.




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