Opal & Rose: Cyan's Twin // #o&r3

Capítulo XIV

  Derek, finalmente, se dirigió tan rápido como pudo a su sobrino, quien seguía estático allí de pie donde antes estaba. El problema era... el mismísimo problema, y es que no había acabado aún, parecía ser apenas el comienzo. Vestral comenzó a lanzar rayos de entre sus dientes con solo abrir un poco la boca, volviendo imposible la tarea que Liam y Opal se habían atribuido. Puesto que ahora se limitaban a huir de los eléctricos ataques, las garras y colmillos del monstruo, la ofensiva ya no parecía una opción viable. Y, delante, seguía estático Raphael.

—Ey, Raph —lo llamó su tío, sujetándole el hombro derecho en un intento de despertarlo y mirarle a la cara—. Con Cyan tenemos una teoría, ella cree que puedes intentarlo con... Raph, ¿me estás escuchando?

  Y usó esa mano que en él se apoyaba para sujetarlo y darle la vuelta, notando de inmediato que algo en este era distinto, solo que no terminó de entender al instante de qué se trataba. Solo lo consiguió después de unos segundos analizando bien esa imagen que tenía delante, notando el cambio tan brusco en el color de sus ojos.

—Cyan... no, no, algo está mal con esa mujer.

—Pero, ¿qué te sucede? Estamos hablando de tu hija.

—Algo está mal, algo nos oculta, va a hacernos daño... —dijo ya bastante más alterado, como si se hallara en trance, y esas palabras que salían de su boca no fueran realmente suyas—. No... Gemas... sus gemas...

  Y sin más, enmudeció. Derek no terminó de entender el mensaje, pero supo que no tenía caso hablar de un nuevo ataque con él, necesitaba a la única que parecía estar en condiciones de esa familia: Opal.

  Él sujetó a su sobrino por la muñeca izquierda, pensando seriamente en llevarlo donde Cyan para que descansara y aclarase las ideas, pero una parte de sí le decía que aquella no sería una buena idea, que debía mantenerlo alejado de ella. Pero, ¿por qué? ¿No era su padre incapaz de hacerle daño? Claro, lo era, pero dudaba de que esa imagen suya perteneciera realmente a Raphael, o que lo fuera del todo. Así que, sin detenerse demasiado a meditarlo, lo arrastró consigo hacia la zona que Vestral comenzaba a reclamar como suya, adentrándose en un ambiente triste y moribundo a medida que se aproximaban al animal. Este parecía haber terminado lo que se asemejaba a un «proceso de recarga», tornándose aún más peligroso. Lo vieron entonces alzar el hocico al cielo, soltando con ímpetu un potente rugido, como salido desde lo profundo de sus entrañas, dominando finalmente el poder que antes solo controlaban padre e hija, dando inicio a una lluvia eléctrica que amenazaba con la seguridad de todo aquel que no estuviese debidamente resguardado. Entonces, ese hombre que corría ágilmente mientras esquivaba el peligro, vio a su mejor amiga varios metros más adelante. Esta había descendido bastante lejos del monstruo, realizando el proceso opuesto a su metamorfosis inicial, volviéndose de ave a humana nuevamente. Ella se giró en su dirección al oírlo exclamar su nombre, preocupada tanto por la bestia como por el bienestar de su familia. Al llegar finalmente a su lado, Opal creó, luego de realizar un extraño ademán, un escudo blancuzco de forma ovalada claramente similar a su ópalo. Dobló el brazo en «L», ubicándolo por encima de su cabeza, y este se agrandó para cubrirlos a los tres. Con él logró resguardarlos del ataque eléctrico.

—Deree, ¿qué ocurre? ¿Raph está bien?

—Me encantaría decir que sí, pero es que no lo sé. —Y, al jalar levemente el brazo por donde lo sujetaba, le dio una ligera vuelta. Así le permitió a su tía ver el cambio físico que había sufrido, cuyo rostro fue víctima de crecientes miedo y asombro—. Lo encontré así, está delirando y sentí que debía alejarlo de Cicy.

—Habrá que mantenerlo al margen, pero sin él, ni Rose o tu hermano... y, estamos algo apretados, y ni hablar de que ahora el tipazo lance rayos.

—Sí, con Cyan creemos que solo lo pueden atacar con cualquiera de sus poderes mágicos dos veces antes de que los absorba y aprenda a usarlos, aunque solo parecen dañarlo la primera.

—Eso noté, así que habrá que darle una vez con cada cosa o... cuerpo a cuerpo, ya que con Ámbar le hicimos daño en cada ocasión, no parecía absorber nuestros picotazos, ya sabes.

—Bien, hay que resolver la pérdida de equipo antes de eso. Solo nosotros no lograremos mucho por más que le impidamos aprender nuevas habilidades.

—Por eso debo dejar de esconderme y luchar —dijo, de pronto, una voz distinta de aquellas dos, distinta de la perteneciente al hombre que se había perdido en su mente desde hace rato, era una femenina y casi aniñada—. Y no dejaré que se nieguen.

  Al girarse Derek sobre su hombro, pudo ver la silueta firme y decidida de Cya, quien se había resguardado de los rayos bajo un escudo similar al de Opal, este con forma de gota y un poderoso color azul oscuro iluminado por haces dorados. Se la veía físicamente cansada, pero antes de que le reprocharan eso mismo, oyeron gritar a Liam.

—¡Ya cállense y venga a ayudarme con esto! —reclamó ese hombre, sin dejarles otra opción que conceder los deseos de la chica y permitirle unirse a la lucha.

  Junto con Opal, Cyan le otorgó esa protección que hasta entonces usaba a su padre, ubicando el cuerpo de este contra alguna otra gran roca que tuvieran cerca. Luego notaron que el único sitio a donde no caían rayos era, lógicamente, debajo de Vestral, pero a su vez sabían que no los dejaría acercarse demasiado a él, por lo que debían intercalar ataque y defensa en un período muy corto de tiempo si querían tener alguna oportunidad de dañarlo. Y eso fue lo que hicieron las chicas en lo que Derek descubría cómo ser de utilidad si no podía atacar a distancia ni aproximarse para llegar a un combate cuerpo a cuerpo. La escena se volvió una mezcla de gritos en los que ellas se avisaban del tipo de habilidad que usarían para que la otra no repitiese por error y se arriesgaran a volverlo más poderoso nuevamente, efímeros escudos que hacían y deshacían en tan solo segundos cuando se veían en peligro de ser alcanzadas por una de esas descargas eléctricas, y los constantes rugidos del monstruo que una cadena de estas mismas descargas proseguía. En medio de todo ese alboroto, Liam seguía cabalgando al ave en busca de puntos ciegos para lanzarse con ella en picada, cosa que le estaba resultando bastante compleja.




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