Tras las que parecieron varias largas horas de viaje a lo largo de ese planeta tan tétrico y abandonado, vieron elevarse frente a ellos una imponente construcción tan gris como el resto de lugares que hasta entonces pudieron ver. A medida que se acercaban, la niebla iba dispersándose y el aroma que Dony seguía parecía volverse más fuerte. Cuando el ambiente les fue más claro a la vista, pudieron presenciar mejor los detalles de ese edificio. Las paredes tan altas, llenas de grietas, aparentemente despintadas, solo les daban la sensación de que ese sitio era enorme. No se veía entrada alguna, al menos no de ese lado, por lo que debían buscarla. Rose se acercó al muro, apoyando con delicadeza sobre él algunos de sus dedos. Cerró los ojos, tan solo unos segundos, al abrirlos miró al resto.
—Veo dos entradas, una a cada lado... pero ambas llevan a lugares diferentes, no pude encontrar un sitio donde se encontraran.
—Pues habría que separarse, investigar por grupos cada sitio —sugirió Nath, al resto les pareció buena idea,
—Opal y Liam vienen conmigo, los demás vayan por allá.
Luego de señalar a qué dirección debían dirigirse, Rose sujetó con cada mano a quienes antes hubo mencionado y dio media vuelta sin dejar que ninguno se opusiera. Antes de que lo notaran, ya se habían ido. Liam se acercó ligeramente al oído de quien prácticamente los secuestró, luego de que esta los soltara.
—¿Crees que sea buena idea dejar a Nathan y Dony juntos?
—Lo único que creo es que no quiero estar con ninguno de ellos por el momento.
—Confía en tu hermano, él podrá mantenerlos tranquilos.
Rose señaló a su gemela, dando a entender que estaba de acuerdo con ella. El único varón entre ellos asintió resignado, encontrando algo de razón en lo que decían. Se dirigieron hacia la entrada noreste, mientras el resto caminaba hacia la que apuntaba en dirección al suroeste. Ni hablar de la tensión en ese pequeño grupo, Derek decidió ir entre medio de quienes ni se miraban, por precaución a que alguno de pronto quisiera hacerlo y se desatara un riña por la primera tontería que se les ocurriera. Para su suerte, no tardaron demasiado en encontrar la entrada que les correspondía, al igual que los tres del extremo contrario. Todos entraron casi al mismo tiempo, hallándose en habitaciones muy distintas una de otra, solo que ellos no estaban al tanto de ese detalle. Lo que sí, desde ambos sitios pudieron lograr una conclusión similar en cuanto a la posible función de tal edificio. Entre metal y cadenas colgantes a lo largo de cada pared, sin contar la aparente infinidad de maquinarias oxidadas, llegaron a creer que habían entrado a una fábrica abandonada. Poco más se podía oír fuera de los pasos que causaban un extraño e irritante eco a medida que seis pares de pies se movían a través de aquel sitio desierto.
—Solo por saber... ¿tú y Rose no...?
—Nathan, no empieces —su hermano lo interrumpió, caminando algunos metros delante de ellos.
—No, es por algo que hablamos antes de que ustedes llegaran. Ella mencionó, bromeando, que quería ponerte celoso y yo le seguí el juego.
Los hermanos lo miraron entonces, el tipo se había encendido otro de sus habanos. En realidad no recordaba en qué momento había dejado el anterior, lo que a él le causaba gracia. La naturalidad en aquellas palabras había dejado aún más asombrado al dúo.
—¿Por qué te interesa?, ¿tratarás de recuperarla?
Silencio, uno que pareció eterno. Derek carraspeó la garganta, luego de unos segundos, liberando la presión que aquel de su misma sangre sentía en el pecho tras esa pregunta tan comprometedora. Preguntó a Dony en qué dirección seguir, él se tomó un segundo para inhalar tan profundo como pudo, luego señaló una puerta aparentemente cerrada. Tras empujarla descubrieron detrás de él una serie de escaleras que llevaban hacia algún sitio en el subsuelo, siguieron decididos a recorrerlas. A medida que bajaban, menor era la luz que iluminaba el siguiente escalón, dificultándoles el recorrido cerca de la mitad. Llegaron por un momento a dudar que tuvieran final, pero dejó de ser importante cuando Don mencionó lo cerca que estaban.
—Un poco más adelante, puedo olerlo cada vez más claro...
Rió, algo emocionado. El padre de Rapha se sonrió como no lo hacía hace ya mucho tiempo. Al tío del chico se le contagió la risa de aquel sujeto, que de pronto y sin más dejó de reír. A ese dúo le pareció ligeramente extraño, por lo que con un movimiento de sus manos, uno de ellos iluminó el pasillo que, notaron, era más estrecho de lo que creían. Cuando lo hicieron, pudieron ver también que Dony ya no estaba. Tan repentinamente había desaparecido que dudaron mucho el que lo hubiese hecho por cuenta propia. Decidieron seguir bajando, más alertas aún, guiándose en todo momento por la luz que de sus dedos emanaba.
Ahí estaba, con los ojos vendados, las piernas y brazos atados, echado en un rincón de la sala. Don creía que la pérdida de tantos sentidos estaba provocando una brutal intensificación en los demás, principalmente su olfato. Podía sentir todo aroma con mayor precisión que en su larga vida. Sentía como las cosas se movían a su alrededor dependiendo del olor que tuvieran. Entonces, lo sintió.
—¿Raphael...? —Aquel con tal fragancia estaba de pie enfrente de él, oyó una risa, una que le fue de pronto muy familiar.
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Editado: 18.07.2021