Operación Melody

Fase uno

Cuando llegamos a mi casa, Layla se detuvo unos segundos frente a la puerta, como si estuviera analizando cada átomo del material de construcción.

—Wow… así que esto es una casa normal —dijo, comentario que no estaba seguro de cómo tomar—. Me muero por conocer tu habitación.

—Si alguien se va a morir aquí, por favor que sea yo... —murmuré—. ¿Y si mejor no entramos?— dije poco antes de abrirla.

—Ya estamos aquí, no seas miedoso —regañó, poniendo las manos en la cintura.

—Sí, pero… mi familia es algo… —empecé a explicar, pero la puerta se abrió de repente, dejando ver a mi hermanito de cinco años, quien de inmediato reparó en la presencia de Layla.

El ambiente se quedó en silencio. De fondo escuché pasos acercándose, y comencé a sudar frío. Volteé a ver a Layla detrás mío; su expresión era de curiosidad genuina, sin entender mi reacción.

—Todavía podemos correr… —susurré.

Ella me miró confundida, arqueando una ceja.

Y entonces se escuchó la voz de mi mamá:

—¡Ian! Cariño, que te he dicho de abrir la puerta a… —los ojos de mi mamá, recorrieron la pequeña figura de Layla detrás mío; su semblante pasó en segundos del desasosiego a la efusividad—. ¡U-una… mujer!

—Mamá… —intenté llamarla con calma, pero sabía que ya estaba todo perdido.

—¡Arnooooold! ¡Cariño! ¡Hoy es el día! —gritó hacia mi papá, acercándose a Layla—. ¡No puedo creerlo! ¡Una mujer en carne y hueso! —chilló—. ¡Y además es linda!

Quería morirme en ese momento.

—¿Qué? ¿Derek trajo una chica? —apareció mi papá de pronto, con un delantal puesto—. Sostén esto, cariño, tengo que ir con el vecino rápido.— entregó el delantal a mamá.

—Mamá, no es lo que estás pensando… —intenté explicar, pero la emoción de mi madre estaba por las nubes.

—A ver, Ian, ponte cerca de ellos, les tomaré una foto —dijo, sacando el celular de sus jeans—. ¡Sonrían!

Observé a Layla, cuya expresión se había quedado pasmada; creo que era la primera vez que la veía tan en shock.

—Ay, pero qué grosera soy, no me he presentado —dijo mi mamá, tomando la mano de Layla—. Soy la mamá de Derek, pero puedes llamarme Emily. ¿Cómo te llamas, linda?

—L-Layla —dijo, algo tímida, lo que me sorprendió un poco.

—¡Qué bello nombre! —exclamó—. Pasen, pasen. Haré algo de comer mientras esperan en el cuarto de Derek… pero con la puerta abierta, ¿sí? —su voz era suave, pero su sonrisa tenía un aire amenazante.—¡Arnold!— gritó mamá a mi papá quien conversaba con el vecino Smith cerca de la casa.

—Te dije, Smith, que mi hijo iba a traer novia primero… cien dólares, ¿verdad? Ya había perdido la fe, pero mira, milagros existen.

—¡Papá! —grité.

—¿Es la novia de Derek?— cuestionó Ian a mi mamá con curiosidad e inocencia.

—¡Si cariño!— exclamó mi mamá.

—¡Que no es mi novia! ¡Dejen de inventar cosas!— Exclamé, tomando a Layla del brazo y llevándola al segundo piso, hacia mi habitación.

Cerré la puerta, tratando de refugiarme del caos… hasta que escuché el inconfundible: “¡Puerta abierta, cielo!” de mi mamá desde abajo. Suspiré y la abrí de nuevo, resignado.

Miré a Layla a mi lado. No decía nada, seguramente procesando todo lo ocurrido. Y bueno… tampoco la culpaba. Con mi familia, nada era normal.

De pronto la escuché bufar… y luego rompió en una carcajada sonora.

—¡Qué divertido! —exclamó entre risas—. Así que esto es una familia normal.— agregó, limpiándose las lagrimas de los ojos por la risa.

Me quedé paralizado al verla reír así, pero luego intenté recomponerme.

—¿Normal? No tiene nada de normal —me quejé—. No hacen más que disfrutar avergonzarme.

—Yo lo encuentro tierno —dijo Layla, con un brillo en los ojos difícil de descifrar, como de añoranza—. Por cierto, tu mamá es guapísima.

—Sí, eso creo —dije, incómodo.

—Lástima que no sacaste sus genes —agregó—. Aunque creo que tu hermanito fue el ganador en genética; es idéntico a ella.

—¿Ouch? —dije, mientras Layla solo se encogía de hombros.—Bueno, ya estamos aquí, no hay mucho que ver.— deje mi mochila en el piso y le quite la suya de los hombros, poniéndola sobre la silla en mi escritorio.

—Si, tienes razón. Esperaba algo mas desordenado pero, es todo lo contrario— dijo, algo decepcionada.— Bueno, lo que me lleva a la siguiente parte: inspeccionar tu ropa— añadió, con una sonrisa traviesa que me hizo retroceder un paso.

—¿Mi ropa?— repetí acercándome a mi closet, poniéndome frente a el tratando de protegerlo.

—Veamos qué tenemos por aquí —dijo, acercándose al clóset y haciéndome a un lado mientras abría las puertas—. Bueno, de entrada, todo se ve… ordenado.

Tomó una playera y la descolgó, luego hizo lo mismo con otras tres.

—¿Es esto… lo que creo que es? —preguntó, arqueando una ceja.

—No creo que mi colección de Star Wars afecte mi… confesión de ninguna forma —me defendí, agarrando mis playeras y volviéndolas a colgar con cuidado.



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En el texto hay: humor, romance, romcom

Editado: 23.09.2025

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