Operación Melody

Ese instante, esa noche

Dejé mi bebida a un lado y observé cómo los hielos en la de Layla se estaban derritiendo; estaba tan concentrada escribiendo en su libreta que la bebida parecía haber pasado a segundo plano. Llevaba así desde hace un rato, aunque, bueno, eso era mejor que arriesgarme a que volviera a dibujar esos horribles conejos de la primera vez.

Layla había salido con la idea de que nos reuniéramos en un café cercano a la escuela después de clases, para seguir afinando detalles del plan. Una parte de mi había pensando que el entusiasmo de esta ridícula idea se le iría pasando conforme pasaran los días, pero no, su entusiasmo parecía ser el mismo o mayor.

La podía ver tan absorta escribiendo que incluso me animé a observarla un poco. Apenas había pasado una semana desde que habíamos empezado a hablar y, sin embargo, se sentía tan natural estar uno frente al otro, hablando como si nos conociéramos de toda la vida. Era curioso, incluso un poco desconcertante, lo tranquilo que podía sentirme junto a ella sin… sin sentir que tenía que hacer algo extra para sentirme aceptado, aunque claro, tampoco es que nunca lo hubiera intentado con nadie.

Levanté la mirada a mi alrededor. Las demás mesas estaban ocupadas por alumnos de la escuela, y de repente me vino a la mente lo fácil que habría sido para ella integrarse a algún grupo más popular o con más personas. A veces me resultaba curioso que ella siguiera relacionándose conmigo, sin la más mínima intención de hacerlo con alguien más.

Y entonces, sin pensarlo demasiado, le pregunté:

—Oye… Layla, ¿no te da vergüenza estar conmigo?

Despego su atención de su libreta y me miró, frunciendo el ceño.

—¿Por qué? ¿Te robaste algo? —dijo con un tono sarcástico que, de algún modo, la hacía ver aún más seria y divertida al mismo tiempo.

Parpadeé varias veces, sorprendido. Bueno… ya debería estar acostumbrándome a sus respuestas inesperadas. Reí por dentro, y mientras lo hacía, me sentí estúpido por preguntar algo así.

—Sí, bueno… —dije, tratando de aligerar la situación con algo de humor—. Yo solo pensaba...

—¡Hey Derek!— Escuché de una voz conocida, miré a mi derecha y vi la presencia de Samuel acercándose hacia la mesa, desviándose del grupo con el que había entrado al lugar.

—H-hola Samuel— lo salude algo tímido, me sentía extraño de que alguien me saludara con tanta efusividad.

Layra miro la escena en silencio. No se veía tan sorprendida, pero a juzgar por como cerro su libreta, noté cierto aire de desconfianza en su mirada hacía Samuel.

—Oh, así que estas con tu novia— hizo un ademan de saludo hacía Layla, quien lo fulmino con la mirada de inmediato.

—¿Novia? hmp...— emitió, con una sonrisa divertida, incrédula— No hago favores— dijo tajante, dándole un sorbo a su bebida como si la misma idea le pareciera absurda.

Samuel me miró algo confundido.

—Eh… somos amigos —aclaré, encogiéndome de hombros y sonriendo con una especie de tic en mi ojo.

—¡Ah! ¡Perdón! —dijo Samuel, levantando las manos como en señal de rendición—. Los vi aquí solos y… bueno, supuse otra cosa.

—No pasa nada— dije restándole importancia, viendo como Layla volvía a abrir su libreta.

—Bueno, te veo luego, me están esperando— se despidió con un gesto de su mano y se alejo en dirección hacia las mesas del fondo.

—No sabía que tenías otro amigo —dijo Layla, levantando la mirada de su libreta, con una sonrisa que parecía divertida y curiosa a la vez.

—Bueno… no diría que somos amigos —respondí, encogiéndome de hombros—. Lo conocí ayer en el aula de detención.

Ella arqueó una ceja.

—Interesante.

—En realidad resultó ser un chico agradable —dije, sonriendo por dentro mientras recordaba a Samuel—. Pensé que, siendo de esos chicos populares, sería presumido… pero me equivoqué.

De repente me acordé de lo que quería preguntarle.

—Oye… —empecé, dudando un poco—. De hecho estaba pensando… ¿no crees que Melody no sea tan difícil de acercarse? Que tal vez no sea necesario todo este… plan complicado.

Ella levantó la mirada de su libreta, atenta, con los ojos fijos en mí. No dijo nada, solo me escuchaba.

—Mira, yo… eso es lo que pensé de Samuel —continué—. Entonces ¿qué tal y también es el caso de Melody? —hice un gesto amplio con la mano—. Si ese fuera el caso, tal vez no tendríamos que hacer todo esto.

Layla arqueó una ceja, con esa mezcla de diversión y advertencia que siempre me hacía pensar un segundo antes de hablar.

—Creo que estás confundiendo un poco las cosas —dijo finalmente—. Samuel es un caso de uno en un millón. La mayoría de ese círculo… te puedo asegurar que son así.

Asentí, comprendiendo el punto. Pero ella sonrió de una manera que no podía interpretar del todo.

—Mira, aprovechemos esto —continuó—. Tal vez aquí, esto nos servirá para nuestro plan, de hecho, nos viene como anillo al dedo… Hoy hay una fiesta en la casa de una de las mejores amigas de Melody, y obviamente ella estará ahí.

—Pero… —protesté ligeramente—. ¿No necesitamos invitación?



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En el texto hay: humor, romance, romcom

Editado: 29.09.2025

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