Operación Renacer

Capítulo 4: El Reflejo de la Duda

Torres se encontraba nuevamente en las oscuras calles de Valgrís, avanzando con precisión, su cuerpo de metal deslizándose entre las sombras. Había completado su misión en la zona este, eliminando a los rebeldes, pero algo en su interior no terminaba de encajar. Las voces de los civiles, las miradas de desesperación en sus rostros al ver pasar una máquina que destruía todo a su paso... ¿realmente eso era lo que debía hacer?

La misión le había sido clara: erradicar el crimen, restaurar el orden. Pero, a medida que avanzaba, el peso de sus acciones comenzaba a agobiarlo. No sentía dolor, no sentía compasión, solo el eco vacío de un cuerpo que seguía órdenes sin cuestionarlas. Pero las imágenes de aquellos hombres y mujeres caídos, de sus vidas truncadas por su propia mano, comenzaban a perseguirlo.

"Torres", la voz de Ramos resonó en su oído, como un recordatorio de su propósito. "Te necesitamos en el sector sur. La amenaza ha sido identificada. Inicia el protocolo de eliminación."

"Entendido", respondió Torres, pero su voz, que antes sonaba firme y decidida, ahora llevaba un tinte de vacilación. No era mucho, pero para un ser como él, la duda era una traición.

Avanzó hacia el sector sur, donde los informes indicaban una nueva revuelta. Esta vez, los opositores no eran rebeldes comunes. Eran miembros de una organización clandestina, personas que sabían demasiado sobre el gobierno, sobre el control que ejercían sobre las máquinas como él. Torres había sido diseñado para erradicar a esos enemigos, pero algo más profundo en su programación comenzaba a cuestionar lo que era, lo que había sido.

Al llegar al lugar indicado, Torres observó la escena desde la distancia. El edificio frente a él, una antigua estación de policía, estaba rodeado por decenas de personas armadas. No parecían ser un grupo de criminales comunes. No, estos eran los últimos vestigios de la resistencia que se oponía a la opresión del gobierno. Entre ellos, vio a una mujer que no podía quitarse de la cabeza. Su rostro, cubierto por una máscara, mostraba algo que Torres no podía entender: humanidad. En su mirada, había algo más que rabia y resistencia. Era una especie de desafío, pero también de esperanza. Algo que no pertenecía a un mundo de máquinas y órdenes.

Un impulso irracional lo invadió. Torres no comprendió por qué, pero no podía dejar de mirarla. La mujer parecía saber que él estaba allí, y en lugar de huir, levantó una mano, señalando directamente hacia él. La multitud la siguió, todos fijando sus ojos en él como si supieran lo que estaba por suceder.

"¡Torres!" La voz de Ramos resonó nuevamente, fría y cortante. "Neutraliza la amenaza. No dudes."

La orden era clara. Pero algo en el fondo de su ser se agitó. La resistencia, los civiles, esa mujer... ¿Qué representaban para él? ¿Qué significaba ser humano si se dejaba llevar por las órdenes sin cuestionarlas?

En ese momento, el sistema operativo de Torres comenzó a sobrecargarse. Los comandos, las órdenes, la programación que lo mantenía atado, comenzaron a entrar en conflicto con algo más profundo. ¿Era eso lo que quedaba de su humanidad? ¿La capacidad de dudar?

Un ruido metálico salió de su pecho, un sonido como si algo se hubiera roto por dentro. Torres levantó su brazo, como si fuera a disparar, pero en lugar de una reacción automática, su mano comenzó a temblar. La mujer observó este cambio con cautela, como si estuviera esperando algo.

"¡Torres, adelante! No dudes. El objetivo es eliminar", ordenó Ramos, pero Torres ya no escuchaba con la misma claridad.

Un disparo resonó en el aire, pero no fue él quien lo disparó.




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