Las calles de Valgrís se habían convertido en un campo de batalla. Torres, ahora una máquina imparable, recorría la ciudad con una determinación que no conocía límites. Cada esquina estaba marcada por la huella de su lucha, y cada paso lo acercaba más a algo que no entendía completamente. ¿Era esto lo que realmente quería? ¿Era esta la vida que había elegido?
Las preguntas seguían golpeando su mente, pero él las bloqueaba con la misma fuerza con la que desarmaba a sus enemigos. Sabía que la única manera de seguir adelante era concentrarse en lo que estaba frente a él. No podía darse el lujo de dudar. No ahora.
"Torres, ¿estás bien?" la voz de la mujer lo sacó de sus pensamientos. Ella había estado siguiéndolo a una distancia segura, pero ahora, al ver su expresión vacía, supo que algo no iba bien.
"¿Qué pasa?", preguntó, preocupada.
Torres se giró hacia ella, sus ojos metálicos reflejando la luz de las calles de la ciudad. "Estoy empezando a recordar cosas", dijo con una voz grave. "Recuerdos... fragmentados, pero ahí están."
La mujer lo observó con cautela. "Recuerdos... ¿de tu vida anterior?"
Torres asintió lentamente. "Sí. Antes de todo esto. Antes de que me convirtieran en lo que soy ahora."
Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras una ráfaga de recuerdos invadía su mente. Recuerdos de su antigua vida como policía. La cara de su compañero, Ramos, cuando le dijeron que se preparara para su última misión. La conversación con su esposa, cuando prometió regresar a casa después de un largo día de trabajo. Y luego, la oscuridad. La muerte que le esperaba.
Pero también había algo más en esos recuerdos, algo que Torres no podía identificar. Una sombra en su mente, un sentimiento de traición que no lograba comprender.
"¿Qué pasa, Torres? ¿Te estás cuestionando lo que eres?" La mujer dio un paso adelante, estudiando su rostro.
Torres bajó la mirada. "No sé qué soy ahora. Ya no soy humano, pero... ¿soy una máquina? ¿O algo más? La línea entre lo que fui y lo que soy se difumina cada vez más."
Un fuerte estruendo interrumpió su conversación. Un edificio cercano explotó en una nube de humo y escombros. Torres levantó la vista y vio a varios soldados del gobierno acercándose a gran velocidad, armados hasta los dientes.
"¡Nos están alcanzando!", gritó la mujer, tomando a Torres del brazo y arrastrándolo hacia una calle lateral.
Torres la siguió sin dudar, sus pasos más rápidos y pesados que nunca. El ruido de las armas y las explosiones comenzó a llenar el aire mientras corrían, pero su mente seguía atrapada en los recuerdos de su vida anterior. La confusión crecía. ¿Por qué lo habían convertido en una máquina? ¿Qué había pasado con su compañero Ramos?
De repente, la imagen de Ramos apareció en su mente con una claridad insoportable. Estaba allí, en la sala de operaciones, cuando se le informó que el procedimiento para convertirlo en un cyborg había comenzado. Torres recordó la conversación entre los altos mandos del gobierno, las órdenes claras de que no debía sobrevivir a la operación. Pero algo había salido mal. Algo que nadie había anticipado.
Torres dejó de correr. La mujer lo miró, sorprendida por su repentina detención.
"¿Qué pasa?", preguntó, viéndolo con una mezcla de preocupación y confusión.
"Ramos", murmuró Torres, su voz tensa. "Él sabía lo que estaba pasando. Él sabía que me iban a matar."
La mujer frunció el ceño. "¿Ramos? ¿Tu compañero?"
Torres asintió, su mirada fija en el horizonte. "Sí. Él sabía que la operación era una mentira. Sabía que yo no iba a sobrevivir. Y aún así, no hizo nada para detenerlo. Me traicionó."
La revelación cayó como un peso sobre Torres, una verdad dolorosa que lo desgarró por dentro. No solo había sido una víctima del sistema, sino también de la traición de aquellos que confiaba. Ahora, con todo lo que sabía, la necesidad de venganza se encendió en su pecho.
La mujer, al ver el cambio en él, tomó una decisión. "Vamos, no podemos quedarnos aquí. La caza se intensifica. Y lo que sea que sientas por Ramos... tendrás que enfrentarlo más tarde. Ahora tenemos que sobrevivir."
Torres no respondió. Su mente estaba demasiado ocupada para procesar completamente lo que acababa de descubrir. La traición, la mentira, el sacrificio de su humanidad... todo eso pesaba sobre él. Y no podía olvidar la imagen de Ramos, viéndolo desde la distancia mientras se convertía en algo que ya no reconocía.
"Te lo prometo", dijo Torres en voz baja, casi como un juramento. "Voy a hacerlos pagar."