Operación Renacer

Capítulo 14: La Última Oportunidad

La habitación estaba sumida en la penumbra. Torres y la mujer se encontraban de pie, atrapados en un espacio que parecía cerrarse alrededor de ellos. Las luces seguían parpadeando, y los ecos de las voces de los soldados se mezclaban con los pitidos de las pantallas y el ruido constante de los mecanismos cerrándose.

“¿Qué hacemos ahora?”, preguntó la mujer, su voz más frenética de lo que Torres había escuchado antes. Podía sentir la desesperación apoderándose de ella, pero él sabía que el tiempo se agotaba.

Torres observó el entorno, su mente analizando cada posible salida. El lugar estaba lleno de trampas, de muros invisibles que parecían diseñados para mantenerlos prisioneros. Sin embargo, no era la primera vez que enfrentaba un bloqueo. A pesar de ser un experimento, aún conservaba parte de la astucia que lo había hecho un excelente policía antes de su transformación.

“Escucha, tienes que ir por la salida lateral”, dijo Torres, mirando a la mujer. “Yo me encargaré de retrasarlos.”

La mujer frunció el ceño, desconfiada. “No voy a dejarte aquí. No después de todo lo que hemos pasado.”

“Es la única manera”, insistió Torres. “Si no nos separas, los dos estaremos atrapados. Yo puedo enfrentarlos. Tienes que encontrar una forma de desactivar los sistemas de seguridad. Es tu única oportunidad.”

Antes de que ella pudiera protestar, los soldados comenzaron a moverse con una velocidad impresionante, avanzando hacia ellos desde las sombras. Torres se lanzó hacia ellos, sus movimientos más rápidos que nunca, desarmando a los primeros soldados en un parpadeo. Pero sabía que no podría mantener este ritmo mucho tiempo. Cada movimiento lo desgastaba más, y el enemigo parecía no tener fin.

La mujer, viendo que la única opción era seguir el plan de Torres, corrió hacia un pasillo lateral, buscando alguna clase de panel de control. Mientras tanto, Torres seguía luchando contra los soldados, cada golpe que recibía provocaba un estremecimiento en su sistema, pero se mantenía firme. La rabia lo mantenía en pie, la sensación de traición de su propia creación lo alimentaba.

Finalmente, encontró lo que estaba buscando: un panel oculto entre las paredes metálicas, que emitía una luz rojiza. La mujer lo manipuló con rapidez, sus dedos deslizándose sobre los controles. La tensión en sus hombros era evidente, pero no podía detenerse ahora. Sabía que su vida, y la de Torres, dependían de que esa puerta se abriera.

Mientras tanto, Torres estaba comenzando a ser rodeado. Un par de soldados más avanzaron hacia él, y esta vez su objetivo era claro: destruirlo. Con un movimiento rápido, Torres derribó a uno, pero el otro logró golpearlo en el costado, enviando una descarga eléctrica a través de su cuerpo. El dolor era insoportable, pero no se detuvo. Sabía que el tiempo de lucha estaba llegando a su fin.

“¡Torres, sal de ahí!” gritó la mujer desde el pasillo.

Con un esfuerzo titánico, Torres empujó al soldado que lo tenía atrapado, lanzándolo contra una pared. En ese momento, la puerta lateral se abrió con un zumbido, revelando la salida que tanto necesitaban.

“Vamos, ¡ahora!” ordenó Torres, mientras tomaba la delantera, guiando a la mujer hacia la salida.

Corrieron por el pasillo, el sonido de los pasos de los soldados siguiéndolos cada vez más cerca. No sabían qué les esperaba afuera, pero no podían quedarse atrás. Sabían que si el gobierno estaba dispuesto a hacerles esto, no podrían confiar en nada, ni en nadie.

Al salir del edificio, la visión de la ciudad los envolvió. Valgrís estaba en caos. La contaminación se apoderaba del aire, las luces de las calles parpadeaban, y los vehículos en las calles eran cada vez menos. Era como si la ciudad misma estuviera en decadencia, igual que ellos.

“¿Qué hacemos ahora?” preguntó la mujer, mientras Torres miraba la ciudad a su alrededor.

Torres respiró hondo, observando el horizonte. Sabía que la ciudad estaba perdida, que el gobierno había extendido sus garras demasiado lejos, pero algo dentro de él le decía que aún había esperanza.

“La guerra no ha terminado”, dijo Torres, su voz llena de determinación. “Y nosotros somos los que vamos a ganar.”




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