Las fuerzas del gobierno estaban reaccionando con rapidez. Torres y su equipo, aunque habían logrado infiltrarse y desvelar la verdad, ahora se encontraban atrapados en el corazón de la base gubernamental. Los pasillos se llenaban de soldados y agentes altamente entrenados, y el eco de las explosiones retumbaba por toda la instalación. El tiempo para escapar estaba en las últimas.
"¡Hay que llegar al núcleo ahora!" gritó Torres, su voz cortada por el ruido de los disparos. El grupo se movió rápidamente por el pasillo principal, con el sonido de las botas militares acercándose cada vez más. Sabían que no había más tiempo, y su única opción era destruir el centro de control.
La mujer se adelantó, utilizando su equipo para bloquear las puertas y ralentizar el avance de las fuerzas enemigas. "¡La puerta está justo allí!" exclamó, señalando una gran entrada blindada al final del corredor. "¡Vamos!"
El grupo aceleró el paso, disparando y cubriéndose mientras avanzaban hacia el objetivo. Torres podía sentir la presión de la misión apoderándose de él. Cada paso hacia el núcleo era más peligroso, pero el valor de lo que estaban haciendo les daba la fuerza para continuar.
Cuando finalmente llegaron a la puerta, Torres no dudó. Sacó un dispositivo de su chaleco y lo insertó en la ranura de seguridad. La puerta blindada comenzó a abrirse con un sonido grave, y dentro, una habitación llena de pantallas y servidores esperaban. El centro de poder del gobierno de Valgrís estaba allí, y con él, la posibilidad de poner fin a la pesadilla.
"¡Hazlo ahora!", ordenó Torres.
La mujer se acercó a uno de los terminales y comenzó a introducir comandos. En las pantallas, comenzaron a parpadear los códigos de activación de la bomba que destruiría todo el sistema. Mientras tanto, los rebeldes mantenían la entrada, luchando contra las fuerzas del gobierno que intentaban detenerlos.
"¡No nos rendiremos!" gritó uno de los rebeldes mientras derribaba a un soldado.
El reloj avanzaba. Cada segundo que pasaba aumentaba la tensión. Torres sentía cómo su cuerpo se tensaba, listo para cualquier eventualidad. El gobierno intentaría detenerlos a toda costa, pero ellos estaban dispuestos a morir por la causa.
La mujer finalizó la secuencia de comandos y miró a Torres con determinación. "Está hecho. Ahora, salimos de aquí."
"¡Rápido!", ordenó Torres, mientras el sonido de las fuerzas del gobierno se acercaba rápidamente. Sabían que la destrucción del sistema sería una llamada de atención para todo el país, pero también significaba que la batalla por la libertad estaba a punto de llegar a su punto culminante.
Con los rebeldes cubriéndolos, el grupo comenzó a retroceder hacia la salida. Torres no podía evitar pensar en el sacrificio que había hecho para llegar hasta aquí, en la humanidad que había perdido, pero también en la oportunidad de liberar a los que quedaban. La misión era un éxito, pero el precio aún no estaba claro.