La ciudad comenzaba a reorganizarse lentamente, pero la sombra de la incertidumbre aún se cernía sobre ellos. Torres caminaba por las calles con la mujer y el grupo de rebeldes, observando a las personas que, por fin, se atrevían a caminar libremente. Los ecos de la revolución aún resonaban, y en el aire flotaba una mezcla de esperanza y miedo.
"¿Qué vamos a hacer ahora?", preguntó uno de los rebeldes. "¿Cómo reconstruimos todo esto?"
Torres se detuvo y miró a su alrededor. "Vamos a empezar con la verdad. Es lo único que nos va a liberar realmente", dijo, su voz firme. "Sin transparencia, sin honestidad, lo que hemos hecho hoy no tendrá valor."
La mujer asintió, mirando a los ciudadanos que comenzaban a organizarse, a discutir sobre cómo podían hacer frente al futuro sin caer en los mismos errores. "Será un proceso lento, pero si empezamos con la verdad, podemos crear algo sólido."
Torres caminó hacia un pequeño grupo de jóvenes que se acercaban con incertidumbre. "El poder ha caído, pero ahora somos nosotros quienes debemos mantener el orden", dijo con firmeza. "Y lo haremos de la única manera que importa: con justicia."
El futuro de Valgrís no estaba escrito, pero el inicio de una nueva era comenzaba con el compromiso de sus habitantes. Torres sabía que la batalla por la libertad era solo el primer paso. La verdadera lucha sería por mantenerla viva y garantizar que el ciclo de opresión no volviera a repetirse.