El laboratorio estaba situado en las afueras de Valgrís, en un edificio que había estado bajo el control de las fuerzas gubernamentales hasta su caída. La estructura era imponente, un monumento a la ciencia oscura que había sido utilizada para controlar a la población.
Al llegar, Torres y su equipo se adentraron con cautela, sabiendo que cualquier error podría costarles caro. Mientras avanzaban por los pasillos del edificio, el aire estaba impregnado con el olor a metal y a humedad, como si el lugar estuviera abandonado desde hacía años.
"¿Qué están haciendo aquí?", preguntó la mujer, mirando los viejos equipos y las computadoras que aún estaban funcionando a medias.
Torres observó todo a su alrededor, el corazón acelerado. "No estoy seguro, pero lo descubriremos."
Se adentraron más en el laberinto del edificio, hasta llegar a una sala central donde encontraron una serie de pantallas y consolas. En ellas, información codificada sobre los experimentos del gobierno, sobre la creación de máquinas, humanos modificados, y las ideas de control absoluto.
"Están tratando de crear más como yo", dijo Torres, mirando una pantalla que mostraba una imagen de un cuerpo humano rodeado de maquinaria avanzada.
"¿Qué significa esto?" preguntó la mujer, su rostro palideciendo. "¿Están intentando crear más soldados como tú?"
"Más que soldados", respondió Torres, frunciendo el ceño. "Están intentando crear la perfección. La máquina perfecta, sin dudas, sin emociones. Simplemente obedeciendo."
"Eso es lo que temía", murmuró la mujer, mirando a Torres. "Este es el último vestigio de lo que hicieron. Están buscando replicar todo lo que destruyeron."
Un fuerte ruido resonó en la sala, y Torres se giró rápidamente. "No estamos solos."