Creí que la historia terminaría ahí, creí que el telón de la escena final se cerraba con aquella funesta discusión, creí que en mí regresaba la paz, después de haber descargado un gran peso, el peso de la ilusión, el peso de las esperanzas falsas; éstas que al final crearon una psicosis en mí, miedo a todo y a nada a la vez, miedo a morir y a vivir al mismo tiempo, tenía miedo a la luz y a la sombra, tenía mucho miedo al silencio y a los sonidos; así daba vueltas en la cama aquella madrugada al haber despertado de súbito tras un sueño macabro que me había visitado otra vez; recordaba cada escena, cada acción, la volvía a ver a ella, vestida de rojo sangre, incluso las zapatillas que llevaba, como si ella sedienta de sangre mía había venido a buscarme. En su mano derecha llevaba un cuchillo totalmente nuevo, y en la mano izquierda una bandeja de metal totalmente vieja y oxidada. Y empezaba a perseguirme, yo corría para intentar salvarme de sus acciones de querer asesinarme a sangre fría.
—¡Maldito! Tú me has hecho daño, ¡un gran daño! —gritaba desesperada—. Me has rechazado en cuerpo y alma; yo te amaba, ¡aún te amo! ¿Lo sabías? Pero tú no. Por eso, prefiero que mueras, prefiero beber tu sangre y así acabar con esto.
—Piensa en lo que quieres hacer —trataba de hacerle entrar en reflexión—. Recapacita, porque no conseguirás nada con querer matarme. Más que sentimientos de culpa ¡No lo hagas!
—Claro que conseguiré algo —me gritaba—. Conseguiré que nadie más llegue a amarte, que nadie más se fije en ti; eso lograré.
—Estás mal, ¡cálmate! —le exhorté—. Hablemos. No es que yo te haya rechazado, tus acciones desmoralizaron mis emociones y sentimientos. Yo te amé, sin embargo, tú jugaste con mi amor. Mataste mis ilusiones, mis sueños y esperanzas.
Y me atrapó, clavó su cuchillo en mi pecho. Sentí un profundo dolor, a la par de entregarme a la muerte. Ahí desperté, y de verdad sentía un horrible dolor en mi pecho. Miré el reloj, marcaba las 03:08 de la madrugada, sentí pánico, mi ser se ruborizó.
No entendía por qué seguía atacándome, no comprendía por qué seguía persiguiéndome, si ya no era en la realidad, después de todo, en mis sueños. Sentí pavor, sentí que la sangre se me congelaba en el corazón; no pude dormir más el resto de la madrugada, solo buscaba la posición correcta para sentirme tranquilo, inhalar y exhalar profundamente, darle un poco de respiro a mi corazón en aquel momento en que sentía que se me iba la vida. Temblaba y la cabeza se me entumecía. Solo me daban ganas de llorar, como ya en anteriores oportunidades me había pasado por esa misma razón. Una vez más sería injusto, me tapaba con la palma de las manos, entonces escuchaba zumbidos ya también, zumbidos insoportables que mi ser rechazaba; así amanecí hasta la llegada de aurora.
Nadie en casa se daba cuenta del cómo me encontraba, nadie en casa veía mi estado de ánimo destrozado, solo me ofrecían un vaso de desayuno y punto, ni aunque mis manos temblaban.
Así me halle los siguientes días y en las noches se repetían los sueños, los mismos escenarios, el mismo personaje, cual se había transformado en sombra de mi desesperación.
Es cuando llegó el día 29 de agosto; ella reaparece en las redes sociales, desbloqueándome para retomar conversación. No era mi deseo, pero ella insistía, empezaba a comentar mis publicaciones, publicaba en mi muro, como si nada hubiera pasado en días anteriores. Estuve confundido, no sabía si seguir el juego, y si lo hacía, seguiría lastimándome, seguiría acabando conmigo mismo. Una vez más, sentimientos encontrados en mi ser que no podía evitar, confusión en mi mente que no podía ordenar, vilo en mi alma del cual no podía escapar; como que me destinaba a un eterno infierno voluntariamente, mientras que en mi muro del Facebook, sus comentarios no cesaban, las publicaciones de sus mensajes comprometedores no paraban, y muchos de mis amigos, incluso, compañeros de arte, no pasaban de largo, sino, reaccionaban con sus comentarios o gestos que Facebook les permitía. Aquello me preocupaba, no sabía cómo y qué decir, no sabía cómo explicar que vivía una falsa realidad, un sueño forzado.
Para entonces ella ya se hallaba de retorno en su ciudad Popayán, totalmente desilusionada, también devastada por mi denuncia presentada en las redes sociales, e incluso haber enviado a ella misma una copia, cual fue causa para que me bloqueara de dichas redes.
Muchos de mis amigos se manifestaron ante aquella situación, muchos con preocupación me expresaron que tuviera fuerzas para salir de aquel falso sueño en el que fui atrapado. Algunos inclusive me llamaron al celular, con profunda preocupación para saber qué me pasaba, ante tal situación solo tuve que decirles la verdad, que de un sueño falso no podía despertar.
Cuando ella regresó, sentí que en mi vida regresaba la pesadilla aquel 29 de agosto; alguien tenía que dar el primer paso a iniciar la conversación; si eso no pasaba, nos quedaríamos en un eterno agujero de transición. Aquel día además, con su reaparición también se convertía en un día especial para ella; entonces fui yo quien rompió el esquema del silencio.
—Así que hoy es tu cumpleaños, felicidades —le dije.
—Sí —me respondió de una manera tosca.
—Y seguro lo estas festejando a lo grande, junto a tu familia —Un poco irónico le volví a preguntar.
—No. Para mí es un motivo de agradecimiento por un año más de vida —Fue su simple respuesta.