No he dormido casi nada cuando suena la estúpida alarma.
Siento que algo se acurruca a mi lado y cuando miro veo a Oliver en un profundo sueño.
Lo dejo dormir un poco más, mientras tanto, me levanto despacio y voy al baño.
Me paro frente al espejo, quien me devuelve una imagen poco prometedora.
Un hombre maduro, cabello castaño muy oscuro y ojos color avellana que demuestran cansancio.
Le sonrío falsamente al espejo, y me meto a la ducha. El agua parece llevarse un poco de mis preocupaciones.
A riesgo de sonar egocéntrico, puedo decir que a mis 43 años aún tengo un buen cuerpo, que llama la atención de toda clase de mujeres. Solteras, viudas y casadas.
Son estas últimas las que más detesto. Sé que en el matrimonio pueden haber problemas pero una infidelidad no los arreglará.
Hay ocaciones en que desearía estar en su lugar. Tener aún a mi querida Norma a mi lado... y no tres metros bajo tierra.
Desde que Norma se fue a causa de una efermedad, las cosas cambiaron mucho.
Nuestro hijo sufre de pesadillas en donde llama a su madre y ésta, no está para ayudarlo.
Cuando eso ocurre, viene a mi cuarto llorando y me pide dormir juntos. Yo no le puedo negar eso, porque yo también sufro de pesadillas y su calor logra calmarme.
Cada vez que veo su carita cubierta de lágrimas se me parte el corazón, me duele no poder decirle que todo estará bien, porque a sus 8 años sabe que no será así.
Y cada día ambos nos levantamos esperando poder asimilar un poco más del dolor que la pérdida de Norma nos causó.
No pierdo tiempo en la ducha, solo lo necesario. Voy a la cama y despierto a Oliver.
- Vamos peque, ya es hora de levantarse- digo ternura
- ¿Ya? Pero papi si casi no hemos dormido- se queja él
- No cachorro, tú ya dormiste mucho asi que arriba porque tienes que ir a la escuela- le digo aguantandome la risa
Si es todo una monada. Tiene el cabello de su madre, negro como el carbón, y mis ojos color avellana.
Ambos nos vestimos sincronizados y luego nos preparo el desayuno.
- Tomate ya tu leche- le digo algo molesto
Cada día cuesta más para que este pequeño se tome la leche.
- No papá, no quiero- hace un berrinche
- Si no te tomas la leche no creceras- lo señalo con el dedo
Eso parece funcionar, porque se la toma sin decir más palabras. De hecho, no dejó nada de comida en su plato.
- ¿No querias?- pregunto sarcásticamente
- Si no me termino el desayuno no crecere tanto como tú, y yo quiero ser como tú- habla jugando con sus dedos
Cada vez que dice o hace cosas así, me derrito. Es tan inocente.
Lo felicito y beso su frente. Dejo todo lavado y tomando nuestras cosas, salimos de la casa.
Viajamos en auto, lo paso a dejar a su escuela y me voy al trabajo.
Al llegar a la empresa, saludo al personal. Una persona en particular me devuelve el saludo efusivamente.
- Buenos días Ester- digo lo más serio que puedo
- Buenos días John, ¿cómo estas?- dice coqueta
Juro que la única razón por la que no la he despedido es porque es buena en su trabajo, pero sus constantes insinuaciones me ponen de mal humor.
- Bien, gracias. Y llámame Señor keller- digo frío
Capta la indirecta y asiente, aunque supongo que no se va a dar por vencida.
Con mi humor algo afectado entro a mi oficina y comienzo mi día.
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Editado: 07.12.2018