Oportunidad del Destino | #01 [ Edward Cullen ]

• Capítulo 2

Había sido sutilmente engañada. Lo irónico era que me daba cuenta, pero no decía nada.

Contrario a lo que creía de obtener las respuestas en el camino como prometió mamá. En realidad, no recibí nada de su parte, ni la de ella ni la de papá.

Es más, todo pareció como un borrón y un sueño extremadamente largo. Nuestras conversaciones eran amenas y superficiales como si estuvieran retrasando la explicación prometida. Cuando intentaba hacerlos volver al tema con las señas, lograban escabullirse con otras cosas, e intentaban no mirarme directamente las manos.

Se aprovechaban por ese aspecto de mi mudez.

Ni siquiera con Eliana logré obtener algo, a pesar de que se mantuvo cerca de mí sosteniendo mi mano con fuerza. También eso resultaba extraño, no recordaba a Eliana tan cariñosa conmigo. Quizá mi mente intentó a través del sueño lúcido hacerme ver cómo sería Eliana tan empalagosa.

Así que decidí entonces dejarme llevar con el sueño hasta que llegara el momento de despertar. Aprovecharía y exprimería cada gramo que pudiera de mi lucidez. Ya que tenía entendido que podía hacer lo que quisiera al ser consciente.

¿Qué tan cierto sería eso?

Sin embargo, de verdad nunca creí que todo pudiera sentirse tan real. El calor por la humedad desde que salimos hasta que abordamos el avión. El viento azotando de vez en cuando al encontrarnos en algún lugar del exterior. Era incluso consciente de las diferentes texturas que sentía en las yemas de mis dedos por las superficies donde las deslizaba.

Era tan real todo lo que sentía, que daba hasta miedo.

Y pronto ya nos encontrábamos en las carreteras del pueblo de Forks. Pero vaya sorpresa cuando lo que pasábamos parecía un tanto desolado. Es decir, sabía que el pueblo tenía unos miles de habitantes, pero el lugar se había vuelto turístico como atracción debido a los libros y películas que llegaron a sacar de Crepúsculo.

¿Tal vez mi mente suprimió ese dato?

Toqué con cuidado el brazo de Eliana. Ambas estábamos en la parte trasera de la camioneta. Eliana, a diferencia de mí, heredó los cabellos castaños de papá, aunque siendo una mezcla con el pelirrojo de mamá. Sólo a la luz del sol se podía ver cómo se tornaba los reflejos casi anaranjados. Y con unos iris avellanas con motitas verdes.

Ella me prestó atención con su carita de ángel.

「 ¿Por qué el pueblo parece tan vacío? 」

Señalé con una expresión de confusión.

Eliana alzó las cejas y echó un vistazo a nuestros padres. Suspiró y me volvió a mirar. Para mi sorpresa, no habló, si no que respondió con lenguaje de señas.

「 El pueblo siempre ha sido así. No sabemos lo que has visto Lia, pero te aseguro que puedes confiar en nosotros. 」

Mi ceño se arrugó ante esa respuesta. No tardé en contestar.

「 ¿De qué hablas, Eli? 」

La vi morderse el labio inferior con nerviosismo.

「 No te lo puedo explicar porque ni yo misma lo entiendo, Lia. 」

Respondió con las manos rápidamente.

Suspiré y asentí. Ella estiró una mano y la colocó encima del dorso de la mía. La apretó con suavidad y me brindó una inocente sonrisa que demostraba lo contenta que estaba. Imité su gesto y cubrí la suya que era más pequeña que la mía.

¿Por qué el sueño cada vez se tornaba más y más raro? ¿Qué significaba todo esto?

Pronto, después de pasar el extenso paisaje de los grandes árboles. Que, como decían las reseñas, parecía tan profundo y denso con la capacidad de ocultar animales salvajes.

Llegamos a lo que parecía ser una casa similar a varias que vi por el camino, era de dos plantas, de un azul cielo pintoresco y un tejado negro. Parecía recién pintada.

—Niñas, hemos llegado a la casa vacacional. —Se giró mamá hacia atrás para vernos y no tardó en darnos una sonrisa.

—¿La mandaron a pintar? —exteriorizó mi duda en voz alta Eliana.

—Sí, tu madre y yo decidimos que era hora. La última vez que tuvo una retocada fue hace cinco años —respondió papá y bajó del auto.

Todos bajamos en realidad. Y la información la procesé otra vez. Una retocada no significaba que cambiara de color, asi que era probable que los colores que tenía era el mismo, por lo tanto, no recordaba que la casa tuviera ese color, anteriormente era rojo. Posiblemente mi mente volvió a hacer otra jugada. Esta vez decidí no comentar nada al respecto.

Papá bajaba las maletas de la maletera y me acerqué a agarrar mis pertenencias. ¿Con el pensamiento podría hacer levitar las cosas? Me quedé un momento observando fijamente con la intención de que se elevaran hasta mi mano, pero nada sucedió. Hice una mueca y terminé colocando mi bolsa sobre un hombro y tomé el mango de una de mis maletas.

¿Cómo funcionaba un sueño lúcido?

Teniendo cada uno algunas cosas, nos internamos al interior de la casa. Y cuando pisé el suelo de allí, por primera vez pensé algo como: «Ah, estoy en casa».

—Bien, cada una recuerda su habitación, ¿cierto? ¿Lo recuerdas, Lia? —Sentí la mano de mamá apoyarse en mi hombro. Giré mi rostro al suyo, y noté trazos de preocupación aún. Asentí—. Entonces dejen sus cosas allí y vuelvan a bajar, ¿sí? Creo que te debo una charla. —Volví a asentir, cada vez más confundida.




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