Oportunidad del Destino | #01 [ Edward Cullen ]

• Capítulo 3

Estaba escribiendo rigurosamente en una hoja fina, sobre la mesa de mi escritorio. Hice un punto final al párrafo y suspiré satisfecha.

Recosté la espalda en la silla giratoria y masajeé mi cuello.

Agarré con cuidado el papel y lo alcé a la altura de mis ojos para repasar lo que escribí.

«Los extraño a todos. No saben cuanto, creí que este año volveríamos a Fork, pero surgió otro problema que nos impide ir. Es extraño, desde el año pasado pasan cosas raras que nos imposibilita la forma de ir para allá, no sé si es mi imaginación, pero así lo siento.

Intenté convencer a papá que me dejara ir sola hasta ustedes, pero se negó rotundamente porque apenas tengo diecisiete años y no quería ponerles una carga a ustedes.

¡Puff! ¡Por favor! Desde que tengo uso de razón, siempre hemos estado juntos, tanto ustedes como la otra familia. Aunque ella dejó de venir en vacaciones después de un tiempo. Creo recordar que sus padres se divorciaron y se quedó con su madre en California. No venía mucho porque odiaba el clima del pueblo.

De lo que se pierde, después de estar acostumbrada a un sol y calor sofocante, un pueblo como es Forks te es agradable para despejarte de la rutina.

En fin, el punto es: Los extraño muchísimo, me hicieron mucha falta el año pasado, tenía tantas cosas que contarles. Los meses de vacaciones eran MIS meses de vacaciones para pasarla bien con ustedes y divertirnos. Los esperaba con ansias porque con las cartas no es lo mismo.

Estaré esperando sus respuestas. Aunque esto de hablar una vez por semana es un fastidio. Maldigo el día en que decidimos hacer esa tonta promesa de comunicarnos solamente por cartas.

¿Quién fue de la tonta idea? ¿Fueron las hermanas ReRe verdad?

Eliana también los extraña, sobre todo a ti estúpido. No sé qué le hiciste, pero se siente muy apegada a ti y casi siempre pregunta cómo estás y qué has estado haciendo.

Intenta mandarle una carta aparte para que se desmaye de la emoción. No se lo va a esperar (risa malévola).

Con la esperanza a flote de que el año que viene sí podremos vernos, se despide su buena amiga Emilia Walker.»

Arrugué el entrecejo e intenté soltar un bufido. Ya que eso era lo único que podía proferir mi boca, sonidos un poco raros.

Elevé una mano y me la llevé a la frente para mitigar el leve dolor de cabeza. Después sentí las manos suaves de mamá y abrí los ojos, encontrándome con los suyos verdosos que estaban preocupados.

—Emilia, despertaste, qué bueno. ¿Te sientes mal? —Acomodó mis mechones y me los apartó de la cara. Parpadeé para volver a estabilizarme en el centro del eje.

¿Qué había pasado?

Me incorporé en lo que noté era el blando colchón de mi habitación. Mamá me ayudó, quedándome ahora sentada en la cama.

「 ¿Qué pasó? 」

La escuché suspirar y acarició mi cabeza.

—Tuviste un desmayo. Dime Lia, ¿te sientes mal? —volvió a inquirir preocupada.

Negué con la cabeza.

「 Solo siento un leve mareo. 」

Ella asintió.

—Si, creo que él dijo que sería normal una vez que regresaras. Aún así, dime si te sientes peor, ¿sí? Te traeré una pastilla para el dolor.

La agarré del brazo antes de que se incorporara.

「 ¿Por qué es normal? 」

Mamá transformó su expresión a una conciliadora.

—Él dijo que una vez te explicara la situación, empezarías a recordar las memorias de tu vida aquí. Y eso provocaría jaquecas o un desmayo por la impresión. —Frunció el ceño de forma molesta—. Aunque creo que fui muy abrupta, debí empezar suave —se regañó así misma.

Mordí mi labio inferior. ¿Me desmayé en mi propio sueño? ¿Eso era posible?

Su expresión se suavizó y volvió a acariciar mi mejilla, se levantó de la cama para caminar a la puerta y buscar la dichosa pastilla. Cuando desapareció su cuerpo. Me acosté de nuevo y tapé mi rostro con las manos. Cada vez estaba entendiendo menos lo que sucedía.

«¡Despierta Emilia real! Ya no quiero seguir viendo este sueño».

Aparté las manos y observé el techo que tenía colgado origamis en formas de estrellas, aves y corazones. Mierda, otro matiz. Nunca me interesó el origami.

Pero como si hubiera desbloqueado una memoria oculta o ajena, me vi a mi misma recordando cuando yo hacía cada uno de ellos en compañía de Eliana. Lo contenta que me sentía al formar uno por uno y los terminaba colgando con un aire satisfecho.

E incluso se me arremolinó el conocimiento de distintas formas de origami por hacer y me asustó el hecho de sentirme atraída debido a esa actividad.

¡¿Qué diablos pasaba?!

Me incorporé hasta dirigirme a la ventana donde todavía se veía que el día no terminaba. Observé la inmensidad del bosque, se percibía tenuemente obscuros por las sombras de la copa de los árboles. Agarré los bordes del marco y presioné la frente en el vidrio. Cerré los ojos y pensé nuevamente en las palabras de mamá.




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