Oportunidad del Destino | #01 [ Edward Cullen ]

• Capítulo 4

Cuando desperté en un nuevo día, entré en un estado de negación al observar con fijeza mis nudillos.

¿Por qué todo fluía como si fuera un mundo real? ¿Por qué dormí y desperté en el mismo espacio? ¿Por qué no fue como si durmiera y luego, en vez de despertar en ese... lugar, no lo hice en lo que debería ser mi mundo real?

Tantas y tantas preguntas tenía revolviendo mi mente y sin ninguna respuesta para cada una de ellas. O al menos no quería dar las que parecían evidentes. Porque de solo pensarlo, se me hacía ridículo.

Anoche, después de esperar a que bajara el dolor, quedó una tenue rosadez que sabía se convertiría en un moretón al día siguiente.

Claro, no creí que eso podría durar mucho tiempo, pero ver el estado en que se convirtieron mis nudillos me hacía creer cada vez más en lo imposible.

«Quizás mi sueño se alargó...»

Suspiré y me cubrí el rostro con las manos.

Continuando con el día anterior. La voz de mamá me llamó porque la cena estaba servida. Así que con un nudo de garganta que me obligué a tragar, bajé del segundo piso. Y me los encontré a todos sentados en el comedor, esperando por mí. Invadiendo a mis fosas nasales distintos olores, pero que reconocí tres de inmediato, una mezcla de rosales, vainilla y menta.

Arrugué la nariz al tenerlos concentrados. No fastidiaban, los olores eran tenues aunque estuviera cerca, pero ya lo habían desprendido por toda la casa.

«Si existiera una remota posibilidad de que todo esto era real... Entonces ellos no serían mi verdadera familia, aunque se parecieran».

A pesar de esos pensamientos, me senté en la silla y como un sentimiento contradictorio, en mi pecho se instaló la sensación de paz y sentido de pertenencia. Como si mi cuerpo ya hubiera procesado que era correcto estar allí.

Durante la cena no tocamos acerca de mi tema, lo cual agradecí mentalmente. Sin embargo, se habló de cualquier cosa en realidad. Recordando anécdotas que poco a poco llegaron a mi mente a medida que relataban y los hacía míos.

Eliana mencionó que ya quería ver al tío Charlie, ya que no lo había visto desde hacía tres años. Lo cual por un momento me descolocó. Y mamá al ver mi rostro fruncido, añadió que así le decíamos a Charlie de cariño.

Pero eso no fue lo que me extrañó, pregunté cuando fue la última vez que visitamos el pueblo, ya que en mi realidad se suponía que veníamos cada año.

Papá me contestó que no pudimos vacacionar en Forks debido a asuntos del trabajo que los retrasaron, la segunda vez fue porque Eliana se contagió de una enfermedad viral y no querían hacerle pasar el agite del viaje. Y de la misma manera pensaron no viajar ese año debido a mí, pero decidieron hacerlo por las palabras de él.

Entonces tuvo algo de sentido el sueño que tuve. De lo que supuestamente dije en aquella carta que envié a alguien.

Cada una de esas veces las recordé como memorias perdidas. Recordaba el sentimiento de tristeza al no poder ir a Forks en esos años. Sin embargo, todavía no recordaba del todo el estado en que me encontraba antes de "irme", según ellos.

Después de la cena, agradecí y me mandaron a descansar. Lo cual obedecí de inmediato porque aún palpitaba de dolor mis nudillos. Necesitaba otra vez procesar a solas lo que había escuchado.

Otro matiz diferente era el hecho de que en mi realidad, los tres años que perdí aquí, no los hice allá.

Intenté dormir lo más rápido posible, creyendo que con eso aumentaría la posibilidad de despertar de una vez por todas y abandonar el extraño sueño lúcido.

Alejé mis manos del rostro y observé a un origami que tenía forma de estrella.

Obviamente no funcionó como esperaba, continuaba allí, como si ahora esa fuera mi... realidad.

Si rozaba mis nudillos con algo, volvía a sentir el dolor. Siendo una evidencia de que mi cuerpo no era etéreo o con el que podía atravesar cosas por el. E incluso... Soñé dentro del sueño. ¿Era posible eso? Más que un sueño, fueron recuerdos que mi mente poco a poco recopilaba hasta ordenarlos.

Varios toques en la puerta hicieron que espabilara de mis revueltos pensamientos, giré la cabeza para encontrarme con la cabeza asomada de Eliana.

—¡Lia! Estás despierta. —Sonrió y terminó de entrar al cuarto. Trotó hasta mí cama y dio un salto para terminar sentada a un costado de mí.

Sonreí ante su ocurrencia y mi corazón se enterneció. De alguna manera me sentía mucho más conectada con ella, mucho más de lo que recordaba en mi realidad.

Elevé las manos para hablarle, estando todavía acostada.

「 ¿Qué sucede enana? Para que irrumpas en mi habitación. 」

Eliana bajó la cabeza sonriendo.

—Escuché en la cocina a mamá hablar con el tío Charlie. Bella se alegró mucho de que volviéramos, así que en una hora estará aquí. Quería preguntarte si puedo ir con ustedes... —solicitó esto último jugueteando con sus dedos tímidamente.

Mi corazón podría haberse paralizado. No me terminaba de acostumbrar a esos nombres... ¿Y decía que Isabella vendría por mí?

Dios mío, eso no podía estar pasando.

—¿Lia?

Desperté del manojo de pensamientos y me concentré otra vez en la carita de Eli, que había alzado la cabeza al no recibir respuesta de mi parte. Sus iris avellanas me miraban atentamente, con las pupilas dilatadas de expectación.

Relamí mis labios nerviosamente. Barajeé las opciones de si era buena idea de que Eliana fuera conmigo en tal caso de que en verdad Isabella vendría...

「 Claro. Puedes venir. 」

El semblante de Eliana cambió por completo a uno radiante que me conmovió. Creo que no podría negarle nada a esta niña. Sonrió con sus ojitos brillosos y se abalanzó a darme un abrazo. Siendo recibida por su aroma característico a vainilla.

—¡Gracias Lia! Te prometo que no seré una molestia para ustedes. —Sentí la presión de sus labios en mi mejilla y se separó.

«Ay, no llevo ni una semana aquí, y ya encontré mi debilidad».




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