Oportunidad del Destino | #01 [ Edward Cullen ]

• Capítulo 8

Mordí la carne del pulgar con evidente nerviosismo. Estaba de pie, frente al ventanal de mi habitación, observando con atención el extenso bosque que se veía a unos cuantos metros de distancia.

En los últimos tres días me permití pensar en soledad hasta que algún miembro de los Cullen decidiera que era el momento de buscar sus respuestas.

En la espera, solo pude pensar en profundidad.

Y haberlo hecho me cobró factura. Pero al menos llegué a una conclusión de lo que estaba pasando, al menos, a la que no parecía ser tan descabellada.

Estaba en Crepúsculo, era un hecho. Ya no podía negar que no me encontraba allí, ni poner como excusa el sueño lúcido. Vivía como una persona normal desde que había despertado en mi extraña habitación; comía, dormía, jugaba. El tiempo pasaba y yo con él.

Reconocerlo me puso con los pelos de punta. Y con cero ganas de salir de mi habitación, permanecí casi por completo encerrada los últimos días.

¿Pero cómo llegué a parar allí?

Bien, mi conclusión era esta.

Había muerto en mi mundo.

Una idea grotesca, pero quizá con sentido si lo meditaba.

¿Sabían de esas historias donde una chica al morir transmigraba a la historia que casualmente se encontraba leyendo antes de morir?

De esas había leído muchas. Normalmente era la muerte el puente para transmigrar, pero también hubo otras donde simplemente al dormir se trasladaba al interior de la historia o porque un tercero así lo quiso.

Siendo sincera, desconocía en qué categoría me correspondía estar. Mis recuerdos de mi mundo con el pasar de los días, se iban deteriorando poco a poco y los suplantaba las memorias de este cuerpo.

Oh, ¿otra característica de las transmigradas? Mayormente poseían a una persona del libro que fue al menos mencionada entre líneas. Otra cuando se compartía el mismo nombre que el personaje. O directamente se tenía una relación por lo menos ambigua en el sentido familiar o conexión con algunos de los protagonistas.

¿Pero de dónde pintaba esta persona que se reflejaba en el espejo?

¿Quién era Emilia Walker que compartía mi mismo nombre y apellido?

Nunca se había mencionado en la historia de Crepúsculo.

Lo más extraño y espeluznante de todo esto eran las similitudes con la familia de mi mundo. Como también las mismas circunstancias que diferían levemente con las que pasé con mi verdadero yo.

Esa era mi conclusión, había transmigrado al mundo de crepúsculo porque era la saga que había estado leyendo en la última semana, y de algún modo terminé con el cuerpo de alguien más que tenía mi nombre y apellido.

Sin embargo, no conforme con esa situación, ¿qué habilidad era esta que ahora percibía? Lo catalogué como habilidad porque realmente no sabía cómo llamarlo.

Era algo tenue, casi imperceptible si no me acercaba en demasía al individuo, se trataba de aquél aroma que reconocía cuando me encontraba cerca de ciertas personas.

¿Era algo ya de este cuerpo? Parecía que sí, porque tenía en mi memoria sucesos donde mi hermana intentaba asustarme, pero ya sabía de su cercanía por su olor a vainilla.

Bufé silenciosamente al recordar eso porque no por nada estaba en un libro de fantasía. Pero también me mordí el labio inferior cuando me despojé del pulgar y crucé mis brazos agarrando mis codos.

Había un aroma en concreto que me ponía inquieta de una manera extraña; el chocolate.

La primera vez que lo percibí en el auto donde nos llevó Isabella, reconocí de inmediato que no se trataba del dulce comestible. Era uno diferente y lo sabía instintivamente.

Y cuando identifiqué a quién le pertenecía ese delicioso aroma, me asusté. Allí presté la debida atención a lo que hacía, ¿cómo podían tener las personas esos aromas de manera natural? ¿Y por qué solo hasta ahora podía oler cinco aromas diferentes?

Lo había intentado con el resto de la familia Cullen, pero de ellos no percibía nada. Y lo más insólito, era que el chocolate se intensificaba mucho más, su aroma era mucho más intenso que el de mi familia o Isabella.

¿Qué significaba aquello?

Cada vez tenía más preguntas que respuestas, y la verdad era que no sabía dónde obtenerlas... Exceptuando a Él. Ese Él que había mencionado mis... padres cuando intentaron explicarme la situación.

Probablemente sería gracias a Él, que algunas preguntas serían contestadas. En una situación más pesimista, se acumularían las dudas.

También estaba dándole vueltas aquella vez que observé el bosque... Si consideraba que me hallaba en el mundo de Crepúsculo, aquel instante en donde por un segundo llegué a vislumbrar unos ojos de animal, significaba que había visto a un cambiaformas.

No estaba totalmente segura, pero algo en mi interior me decía que se trataba de la tribu Quileute.

El sonido de la puerta abriéndose me desconcentró de tener la vista clavada de manera imperturbable a la ventana, al denso bosque que parecía susurrar inexplicables secretos.

Giré la cabeza ligeramente para encontrarme con el recibimiento de mi hermana, quien entraba con lentitud. Cerró la puerta con cuidado cuando ingresó completamente a la habitación.

Al girarse, frotando las palmas de sus manos en sus pantalones, me sonrió enormemente con su aura brillante, sus ojos desbordaban calidez hacia mi persona.

También me golpeó el aroma de vainilla cuando se colocó a mi costado, admirando conmigo lo que se extendía más allá de la ventana.

—¿Acaso viste algo interesante en el frondoso paisaje? —murmuró en un tono bajo, como si lo que hablaríamos sería un secreto. Sus pupilas se detenían con atención en aquel lugar, buscando detenidamente algo.

Sin embargo, debido a mi incapacidad para hablar, ella tenía que apartar la vista si quería recibir su respuesta.

Eliana todavía estaba en su etapa de crecimiento, y en vista de los recuerdos obtenidos, a pesar de su corta edad, era muy perspicaz con su toque de ingenuidad.




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