Después de lo que para mí fue una eternidad caminando, llegamos a la tribu Quileute, donde estaban ubicados estratégicamente unas cabañas muy bonitas en mi opinión.
Para ese punto ya no tenía tanto frío, pero sentía incomodidad por lo pesada y húmeda que estaba la ropa.
Cuando nos detuvimos frente a una cabaña de tamaño considerable, noté varios pares de ojos observando en nuestra dirección.
«No los culpo de querer curiosear, yo también estaría en ese grupo de personas tratando de averiguar quién es la nueva y porqué está mojada».
De repente apareció en mi campo de visión una chica alta, hermosa, de apariencia exótica. Su piel era cobrizo y tenía un cabello negro, corto y brillante. La vestimenta que cargaba era ligera, cubría su cuerpo atlético bien proporcionado con pantalones cortos y camiseta.
Ella nos dio una repasada a mí y a Jacob de manera seria, terminó acercándose a Quil y Embry, susurrándole en el oído a éste último.
Sospeché que se trataba de Leah, por el tatuaje característico de los cambiaformas cuando se unían a la manada.
Y sí, durante el trayecto hacia las cabañas, los chicos se habían presentado. Despejando mis dudas sobre cuál de ellos era quién. El más alto y delgado era Embry y el más robusto y un pelín bajo era Quil.
Estos dos asintieron y Embry giró la cabeza en nuestra dirección.
—Jake, nos iremos. Hubo un visitante en la frontera —informó seriamente, pero luego suavizó su expresión y me brindó una pequeña sonrisa—. Espero tener el placer de conocerte en mejores circunstancias. Nos vemos Emilia. —Dio un asentimiento y correspondí con una nerviosa sonrisa y agitación de mano.
Me pregunté quién sería el visitante. ¿Habría sido un nómada?
Quil con una sonrisa más animada, agitó la mano de igual forma.
—También espero charlar cuando no estés tan mojada. Queremos conocer a la amiga misteriosa de Jake.
Asentí con los labios apretados porque estaba un poco intimidada por el hecho de que ya me estaba involucrando con los lobos tan rápido.
¡Se suponía que lo haría después de resolver mi asunto con los Cullen!
Pero las cosas seguían su curso y no me quedaba de otra más que dejarme llevar.
Los tres se retiraron, dejándonos a Jacob y a mí solos.
Elevé la cabeza y él justo la bajó. Sonrió con los labios apretados.
—Vamos, te daré ropa seca y una infusión caliente.
Sus pasos empezaron a andar, guiándome hasta el interior de su hogar.
Parpadeé porque pequeñas memorias un tanto borrosas comenzaron a llegarme. Veía a la dueña de este cuerpo en una versión de unos doce años vestida de negro, sentada en la escalera del porche a la par de un pequeño chico de nueve años que estaba llorando con las manos sobre su cara.
Lo estaba consolando dándole palmaditas y permaneciendo en silencio. Sólo brindaba su compañía para una dura etapa.
Fue el día en que murió la mamá de Jacob, Sarah.
Mordí mi labio inferior, mi corazón se apretujó ante esa escena.
«¿Incluso Emilia estuvo presente en esa situación dura de los Black?»
Aunque era consciente de que los Walker estaban estrechamente relacionados con los Black, me seguía impresionando ese hecho.
El interior de la cabaña era acogedora y cálida. No me dio tiempo de inspeccionar el lugar porque Jacob continuó arrastrándome hasta hacernos postrar en lo que intuía era su habitación.
Se separó por fin de mi lado y comenzó a buscar en sus cajones ropa suya. Mientras él buscaba, miré brevemente el entorno. Su habitación no era nada de otro mundo, tenía cosas mundanas de adolescentes. Vi un póster de automóviles clásicos, como algunas bandas. Su área estaba impresionantemente limpia y ordenada, tampoco había mucho que ver, el espacio no era tan enorme.
Pero hubo algo que captó mi atención que estaba encima de un escritorio... Eran hojas desparramadas, borradores de lo que adiviné eran cartas.
«¿Cartas?»
Si tuviera una visión mejor desarrollada, habría leído su contenido. Pero una teoría comenzó a rondar en mi cabeza.
No pude darle más vueltas porque sentí la presencia de Jacob a mi lado.
—Aquí, puedes darte un baño en la puerta que está al lado de ésta, ahí hay toallas. —Me ofreció unos ropajes claros que eran deportivos—. Esto es algo que ya no me queda, así que puedes quedártelo.
Asentí y agradecí con una seña. Agarré la ropa y la abracé. Jacob me miró por un momento, intercalando en mis ojos, en su mirada pude leer claramente que tenía muchas preguntas que hacerme, pero seguramente permanecieron en la punta de su lengua porque suspiró.
Se alejó sin decir más con pasos ligeros y cerró la puerta de la habitación.
Cuando estuve sola, cuando ya no tenía en quién apoyarme o distraerme, me derrumbé.
Caí de rodillas en el frío y duro suelo, abrazando fuertemente la ropa contra mi pecho. Las escenas se remontaron en mi mente, provocándome pequeños temblores en mis manos.
#356 en Fanfic
#1577 en Fantasía
#806 en Personajes sobrenaturales
juveniladulto, vampiros lobos y humanos, drama misterios suspensos romance
Editado: 26.10.2025