Oportunidad del Destino | #01 [ Edward Cullen ]

• Capítulo 18

—¿Sentiste algo extraño anoche hija? —La voz de papá Robin me sacó de mis pensamientos dispersos.

Levanté la vista de mi plato y lo miré con aire distraído, él estaba enfundado otra vez en un traje porque saldría a la estación nuevamente. Con su liso cabello castaño peinado hacia un lado por la gelatina.

「 ¿Cómo qué? No sentí nada. 」

«No lo escucharon anoche, ¿verdad?»

Su habitación se encontraba en el piso de abajo, y muy lejos de la mía. No había forma de que escucharan a Edward hablar porque su tono se mantenía siempre en una frecuencia baja, oída lo suficiente por mí.

—Tú mamá me dijo que te levantaste anoche y tenías la ventana abierta —mencionó mientras acomodaba unos papeles en una carpeta amarilla.

「 Ah, abrí la ventana porque pensé que el aire nocturno me adormecería. 」

Después de sellarlo, metió su carpeta en ese bolso de cuero con correa. Lo bajó de la mesa y lo colocó en el suelo a sus pies.

—Lia, te dije que mantuvieras la ventana cerrada —comentó al volver a verme con seriedad.

Fruncí el ceño sutilmente, su insistencia se me hubiera hecho extraño, sino fuera por los recuerdo de Emilia, papá Robin siempre tenía especial cuidado con la seguridad, a donde sea que fueran.

「 Nada pasará, solo necesitaba aire fresco, no es como si algo viniera del bosque a atacarme. 」

Formé una media sonrisa porque lo que dije era bastante irónico, en la penumbra de mi habitación tuve demasiado cerca a un vampiro. Si él supiera de los seres sobrenaturales, sabría que una ventana no los detendría de entrar.

—Tú papá está más preocupado a que te enfermes con el sereno de la noche —mencionó mamá Vanessa en lo que dejaba un plato frente a él—. Tenemos malos recuerdos de ti enferma.

Esa mañana éramos sólo los tres, ya que Eliana seguía durmiendo profundamente en su habitación, siempre era la última en levantarse.

「 Me siento cada día mejor, no creo que vuelvan a pasar por... eso. 」

Vacilé en las últimas señas porque no podía asegurar que fuera verdad. Aunque ellos relataron por lo que había pasado el cuerpo de Emilia, seguía sin asomarse algún recuerdo de esos días.

Escuché a papá Robin suspirar y tomó el periódico que estaba en una esquina de la mesa.

—Simplemente no quiero que te pase nada... —murmuró—. Por eso deberías mantener esa ventana cerrada —insistió otra vez.

Alargué el brazo para posar mi mano encima de su antebrazo velludo. Al tener su atención, sonreí suavemente.

「 Siempre te escucho, fue ésta excepción nada más. 」

«No creo que haya otra ocasión en la que Edward deba venir a mi habitación».

La próxima vez podríamos hablar cómodamente dentro de la casa, en la sala, cuando no hubiera nadie.

Asintió lentamente, regalándome una sonrisa que suavizó toda su expresión, relajó sus hombros y ahora su aura parecía más tierna. Regresó la vista a las noticias del día y la semana.

Mamá Vanessa se sentó con nosotros para desayunar también.

—Cielo, debes tener cuidado cuando salgas a alguna parte. —Partió la tostada y lo metió en la yema suave del huevo para que se deshiciera.

Ladeé la cabeza con un ligero fruncimiento del ceño, hasta ahora, no había ido a ninguna parte lejana por mi propio pie, fui arrastrada por otros y el lugar más peligroso que estuve fue en una casa de vampiros relativamente inofensivos.

Al ver mi confusión, tuvo la amabilidad de continuar con sus palabras antes de meterse un bocado.

—La última vez que hice voluntariado, vino una pareja, unos padres tal vez en sus cuarentas, a regalar volantes al personal médico de su hijo perdido, sabes que han ocurrido esas desapariciones en Seattle, y su hijo fue una víctima —explicó con voz tranquila.

Alcé las cejas y erguí mi espalda de golpe por esa información bastante familiar.

「 ¿Tienes el volante? 」

Ella asintió y se levantó brevemente para acercarse a su bolso que estaba en el mesón de la cocina que servía como barra y división. Rebuscó por unos segundos hasta que sacó un papel doblado.

Mi corazón comenzó a latir rápidamente.

«¿Acaso se trataría de Riley?»

Era una probabilidad alta, porque si estaba a las páginas de empezar Eclipse, significaba que ya no había salvación para él. Siendo mayo, ya tenía el año cumplido de desaparecido, y como vampiro.

Al sentarse, desplegó la hoja y la deslizó sobre la mesa hasta mi.

—Tiene un año y un mes desaparecido, pero sus padres no se han dado por vencido —comentó con un deje de tristeza—. Por una parte los entiendo, yo tampoco me rendiría.

Y en el papel se encontraba el rostro de Riley Biers. Un hombre bastante guapo para ser humano, rubio y de estética gentil. Bajo la imagen estaba la descripción de su apariencia, un número telefónico y la oración de que por favor ayudaran a buscar a su segundo hijo.




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