Orbeia, Devastación de Mundos

La Búsqueda del Maestro Atlante

Parte del Primer Capítulo: "La Búsqueda del Maestro Atlante"

 

Aún sentía que la luz intensa golpeaba su rostro. Por más que quería, Tagler no podía tomar la siesta que había planificado, debido a que había olvidado la luz prendida en su camarote. Realmente estaba cansado después de haber coordinado toda la mañana con el alto mando atlante sobre la reunión que tendría con el nordiano Loffhem.

 

Levantándose como si pareciera que el efecto de la gravedad en la nave Plinux se hubiera triplicado, Tagler tropezó pero antes de caer al suelo, trató de sujetarse del estante que estaba a lado de su cama, golpeando sin querer un portarretrato, objeto que cayó conjuntamente con él al suelo.

 

Felizmente el portarretrato no se rompió, pese a estar hecho de un cristal muy delicado. Tagler se quedó mirando un breve momento la imagen que contenía el portarretrato, pues le traía a la mente muy buenos recuerdos. En la imagen aparecían Eblom, Tagler y el maestro de ambos, Uflam Dalón.

 

Era inevitable que Tagler no recordara esa etapa de su vida, donde fue formado por Uflam Dalón como un gran guerrero y un hombre sabio. Entonces, Tagler se preguntó qué habría sido de la vida de su maestro, dónde estaría, pues ya habían pasado cuatro años orbeianos desde la última vez que se vieron.

 

Tagler había estado tan concentrado en el planeamiento de su futura misión con Loffhem que, el hecho de pensar en el paradero de su maestro, no lo dejaba tranquilo. Tal vez era una corazonada o intuición, pero Tagler sentía la necesidad de ver a su maestro, como si al verlo, este podría revelarle algo importante sobre la guerra que había empezado en la Galaxia.

 

Al día siguiente, Tagler descendió, en un transbordador, al planeta Atlanta y fue en búsqueda de Eblom, quién se encontraba en la ciudad capital -Atlantis-.

 

Mientras Eblom caminaba en una explanada afuera del Palacio de Los Reyes, se cruzó con Tagler, quien lo saludó fraternalmente, intercambio unas cuantas palabras sobre su misión y le dijo:

 

-Eblom, justo te estaba buscando para preguntarte por el paradero de nuestro maestro Uflam Dalón. ¿Sabes dónde está?

 

-Sí se dónde se encuentra nuestro maestro -contestó Eblom-, pero él no quiere que nadie se entere de su paradero con excepción de dos personas: tú y yo.

 

Eblom le contó a Tagler que Uflam Dalón había decidido alejarse de la civilización para poder meditar y con ello descubrir cuál sería la nueva esencia de su labor como maestro atlante para beneficio de su raza.

 

Eblom, miró fijamente a Tagler y le preguntó por qué estaba tan interesado en conocer el paradero de Uflam Dalón, de pronto ahora. Tagler le contestó que había sentido un presentimiento sobre lo que le podría decir su maestro respecto a la guerra que había iniciado.

 

Tagler le dijo a Eblom que había pensado en ir a ver al maestro de ambos inmediatamente. Eblom, un poco fastidiado, le dijo a Tagler: «Tagler es irresponsable y temerario que te marches ahora, tienes una misión que cumplir junto a Loffhem.»

 

Entonces, Tagler le contestó: «Eblom, mi misión es dentro de una semana y media, por ello solo veré a nuestro maestro por cuatro días como máximo, lo cual no compromete la misión.»

 

Eblom más tranquilo por la respuesta que le dio Tagler, le dijo que confiaba en él y que sabía que si había algo extraño que lo movía a querer ver a Uflam Dalón, era porque el mismo maestro de ambos así lo quería.

 

-Bueno Tagler, es momento de revelarte donde se encuentra nuestro maestro -dijo Eblom-, Uflam Dalón se encuentra en las Pléyades, específicamente en el planeta Plerius del Sistema de una estrella antigua, llamada Albeora.

 

-¡Gracias Eblom! He escuchado de ese planeta, haré mi equipaje y despegaré en una hora -replicó Tagler.

 

Habiendo pasado un poco más de una hora, Tagler se encontraba ya dentro de su nave a punto de despegar hacia las Pléyades en búsqueda de su maestro, cuando Eblom se acercó a la plataforma de despegue y le dijo que espere, que tenía algo que decirle. Eblom le dijo a Tagler que saludara a su maestro de su parte y sobre todo que tuviera cuidado con el planeta Plerius, dado que era un planeta con fenómenos naturales muy destructivos y mortales. Tagler le contestó que tendría cuidado y le extendió el brazo a modo de despedida. Y antes que se cierre la compuerta de la nave de Tagler, Eblom le dijo que se contacte con el atlante Oplati para poder ubicar a su maestro.

 

Y así Tagler prendió los motores de su nave, los cuales comenzaron a oscilar rápidamente, irradiando una luz azul impresionante. La pequeña nave de Tagler se elevó y salió de la atmósfera velozmente, para después enrumbar a las Pléyades.

 

Las Pléyades, ese gran cúmulo de estrellas, estaba compuesta por siete estrellas principales muy jóvenes y brillantes, en cuyos sistemas estelares era imposible que existiese vida. No obstante, el Cúmulo de las Pléyades también contenía estrellas viejas parecidas al Sol que alrededor de ellas giraban planetas habitables. Estas estrellas viejas, hace cientos de miles de años, se agruparon a las estrellas más jóvenes por efecto de la gravedad.

 

El viaje de Tagler a la Pléyades había terminado. Él estaba en su nave justo al frente del Planeta Plerius, y la emoción de poder ver a su maestro lo entusiasmaba como la primera vez que recibió una enseñanza de Uflam Dalón.

 

Pero el tiempo no estaba para que Tagler lo malgaste, por ello inició comunicación con la colonia nordiana en Plerius y pidió permiso para ingresar al planeta. El general al mando de la colonia nordiana le dio permiso para descender.

 

La nave de Tagler descendió sobre la embajada atlante ubicada en la ciudad principal del planeta. Inmediatamente, Tagler entró al recinto, se contactó y se presentó con uno de los funcionarios preguntándole sobre el paradero del atlante Oplati. El funcionario le respondió a Tagler que el señor Oplati se encontraba en la periferia de la ciudad, y que lo llamaría al instante para comentarle que estaba preguntando por él. Tagler esperó unos minutos hasta que el funcionario atlante se le acercó y le dijo que el señor Oplati estaba viniendo a su encuentro.




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