Los Anunnakis y los reptilianos no se limitaron a atacar templos; buscaban alterar la genética de los híbridos para dominar el planeta. Las tablillas describen cómo lanzaron ataques coordinados, destruyendo laboratorios y minas, mientras los gigantes defendían templos y pirámides. Los híbridos actuaban como escudos humanos y guardianes estratégicos, protegiendo los secretos genéticos y el oro que servía como reserva de energía y conocimiento.
El arqueólogo encontró registros que detallaban cómo los sobrevivientes espaciales, enfrentando ataques constantes, desarrollaron estrategias avanzadas de ingeniería y genética. Cada batalla estaba diseñada para preservar la información genética, asegurar la supervivencia de los híbridos y proteger los templos que funcionaban como laboratorios subterráneos. La guerra había transformado la Tierra en un campo de pruebas de genética avanzada y estrategias de defensa que siglos después serían interpretadas como mitos.
Entre los registros, se mencionaba la sangre O negativo como un recurso codiciado. Los Anunnakis buscaban manipularla para obtener control sobre los híbridos y acceder a minas de oro estratégicas. Cada tablilla describía experimentos fallidos y victorias parciales, mostrando cómo los sobrevivientes aprendieron a defender su legado a través de ingenio, fuerza y conocimiento avanzado.