Orinoco Zombi

Capítulo VIII. El comienzo de la extinción.

 

Había mucha gente colaborando en poco tiempo de manera ordenada y en pequeños grupos separados, pero lamentablemente, no todas las personas eran de buena voluntad. Existían unos grupos considerables de personas que eran esclavos a sus adicciones, como drogas, alcohol, promiscuidad, la estafa, corrupción, vanidad. Sencillamente ellos no podían soportar tanta paz y fraternidad en el país, porque con tal espíritu en Venezuela se les haría imposible llevar la vida a la cual ellos estaban acostumbrados; si es que se les puede llamar vida a eso.

Nuestra Nación estaba aislada del mundo, nuestras fronteras estaban fuertemente custodiadas y cada gobierno de Suramérica estaba de acuerdo en abrir fuego a cualquiera que intentase vulnerar el libre derecho que tenía cada país de impedir que el HK-6 invadiera su territorio y causara el exterminio de toda su población. No era una cuestión de xenofobia, ni de racismo, era realmente una cuestión de “sentido común”, era lo que habían acordado todas las naciones hasta que se lograse encontrar una vacuna contra el HK-6.

Pero al final no se pudo impedir que aquella pandemia  entrase, quizás el culpable no haya sido directamente la enfermedad del EBOV-HK6, sino nuestras enfermedades espirituales y emocionales, para las cuales no existen vacunas de  laboratorio, donde la cura a ellas realmente está dentro de nosotros mismos.

Se logró introducir dentro de nuestras fronteras, drogas duras y blandas, whisky, champaña, vinos de los más lujosos, armas y cualquier otra cosa que necesitaba ese grupo de gente esclava a sus adicciones y de sus “estilos de vidas”. Ya los barcos de importaciones  no atracaban en nuestros puertos, pero un grupo de pequeñas embarcaciones piratas lograban arribar a nuestras  costas, en playas desprotegidas por nuestra Armada. Y con el tráfico de esos productos…

Perdón…Y con el tráfico de esos productos entró el HK-6 y la propagación de ese maldito virus.

Una de las cosas, por las cuales el Ébola es tan peligroso, es porque llega a tardar en promedio entre 10 a 20 días en manifestarse, sin mostrar ningún síntoma. Así que una persona puede viajar tranquilamente por todas partes, propagar el virus y no tener ningún síntoma, ni una fiebrecita, ni un leve dolor de estómago. Sumado a esto, el Ébola se transmite a través de todos los fluidos corporales. Un simple saludo, un estornudo, o simplemente hablar cerca del rostro de otra persona ya es suficiente para contagiarse, esto sin mencionar las relaciones sexuales, contactos de herida a herida y otros medios más por donde se colase el virus a nuestros organismos.

 

El HK-6 había entrado por una de las playas no concurridas de Güiria.

 

— ¿Qué tenemos para hoy querido Musiú?—preguntó un joven cumanés que era bastante espigado, de tés morena y de ojos saltones.

—Solamente Whisky escocés de 12 y 18 años. 400  dólares la botella. Tú puedes vender las de 18 años más cara que las de doce, esa es mi oferta para hoy.

— ¡Oye Musiú, aumentaste otra vez!

—Cada vez hay menos whisky cumanés… la botella estará pronto a mil dólares, ya no hay producción en Europa y en casi ninguna otra parte del mundo. Estados Unidos parece ser el único productor, pero ya sabes, su whisky es de maíz—expresó el Italiano en correcto español, pero con ligero acento de su tierra.

—Bueno Musiú basta de tanta charla, dame una caja—ordenó el cumanés, quién sacaba un gran fajo de billetes 100 dólares.

Aquel italiano estaba acompañado de cinco personas, un compatriota de él, dos hombres de Barbados fuertemente armados  y dos mujeres rubias sumamente atractivas procedentes de Holanda. Una de ellas salió del camarote de la embarcación, llevaba puesto traje de baño de dos piezas, aquella mujer parecía ser alérgica a la tela.

Todos en aquella embarcación a excepción de uno de los hombres de Barbados, eran portadores del HK-6.

El cumanés y el chofer de la camioneta para el contrabando, él cual era de Caracas, quedaron con la boca abierta, no despegaban la mirada de aquella hermosa catira holandesa de ojos azulitos.

— ¿Te gusta cumanés?—preguntó el Musiú.

— ¡Musiú, llévame contigo!

— ¿Quieres fornicar con ella?

Después de esa pregunta el corazón del moreno cumanés se le iba a salir por la boca, al igual que su chofer quien sostenía en su boca un gran tabaco que echaba humo como la chimenea de un viejo tren.

— ¡Claro Musiú!, ¿a quién hay que matar para acostarse con ella?



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En el texto hay: zombis, ebola

Editado: 17.08.2019

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