Oriol y sus astros

9. Eaves, el nuevo guardián de Strawberry. 

 

 El Tío John intenta convencerlo de ser parte de los guardianes alienígenas contándole las razones de la invasión de Strawberry. Eaves acepta ser guardián después de saber los beneficios. Aparece una nueva amenaza contra Oriol en la universidad Alien. 

Cuando Eaves despertó de su prolongado estado de reposo, los primeros rostros que vio lo dejaron confundido. Frente a él estaban sus presuntos "tíos", John Student y Lois Teacher, quienes lo miraban con preocupación.

Tardó unos instantes en recordar lo sucedido. Miró a su alrededor sobresaltado, dándose cuenta que se encontraba acostado en una habitación completamente blanca, con una gran ventana a un costado que dejaba ver el pintoresco paisaje que correspondía a Strawberry.

Sin embargo, ahora sabía que todo aquello era pura ilusión. Sus supuestos familiares en realidad eran seres desconocidos. Sentía rabia y temor entremezclados. Necesitaba con urgencia confrontarlos para sacarse las dudas y averiguar cuáles eran sus verdaderas intenciones.

—Yo te maté con el herbicida. ¿Cómo sigues viva? —se removió agitado Eaves, mirando a Lois con rabia y temor—.

Lois levantó las manos en señal de paz. —Cálmate. Los trajes de los guardias eran primitivos, tú solo los noqueaste. Los míos son avanzados.

 

—Ya no sé qué creer. ¿Dónde están mi esposa y mi hija? —exigió con voz quebrada.

 

—Eaves, queríamos asustarte para que entiendas que no eres el único humano —intervino John—. Ellas están afuera, sanas. Pero debes prometer guardar silencio o nos veremos forzados a borrarles la memoria.

 

Eaves los miró con desconfianza, tratando de calmar su acelerada respiración. Quería ver con sus propios ojos que su familia estaba a salvo. Pero no confiaba en esos seres. Necesitaba respuestas, y escapar de allí cuanto antes.

 

En ese momento, entraron apresuradamente Evgeiny y Evgenia a la habitación. Al ver a Eaves despierto, lo abrazaron con fuerza y alivio.

 

Él correspondió el abrazo, sintiendo su calor humano, aunque sabía que no debía confiarse. Miró disimuladamente a su alrededor y notó que ya no estaba atado a la cama. John y Lois debieron haber ordenado soltarlo para no levantar sospechas.

 

—Cariño, estábamos tan preocupados —dijo Evgeiny, acariciando su rostro—. Nos dijeron que sufriste un accidente horrible.

 

Eaves forzó una sonrisa, tratando de ocultar su turbación. Miles de preguntas cruzaban su mente. No sabía a quién creerle o en quién podía confiar realmente. Sólo deseaba proteger a su familia de la amenaza latente que representaban esos seres. Pero debía proceder con cautela. 

 

—¡Papi, qué bueno que estás bien! —exclamó Evgenia, abrazándolo con fuerza.

 

—Temí lo peor cuando me dijeron del accidente —dijo Evgeiny, con ojos llorosos—. Nosotras buscábamos unos encargos. Llevé a Genia a despedirse de sus amigas, ya que comentaste sobre irnos pronto.

 

—Ya empaqué todo. En cuanto te recuperes, partiremos —acarició su rostro con ternura.

 

Eaves sintió su calor maternal, aunque sabía que podía ser una falsa en su traje alienígena. Intercambió miradas discretas con John y Lois, quienes observaban desde afuera.

—Los tíos fueron muy generosos. Nos dieron un auto para el viaje —continuó Evgeiny.

Eaves esbozó una sonrisa forzada. —Que amables. Pero dudaba de las intenciones reales de esa "familia" que le ocultaba la verdad. Solo deseaba proteger a los suyos del peligro latente.

 

Para ese momento, Eaves solo podía articular palabras incoherentes. Un mareo y confusión lo invadían, posible efecto de alguna sustancia que le administraron antes de liberarlo.

Apenas podía mantenerse despierto, pero ver el rostro preocupado de su amada Evgeiny le infundió energías. Su sola presencia lo llenó de alegría, como cuando triunfaba en sus partidas favoritas. Creyó haberla perdido en el accidente, y el volver a contemplarla despertó emociones primigenias en su interior.

 

Intentó enfocar la vista y concentrarse, pese a que sus sentidos fallaban. Quería abrazarla, inhalar su aroma cálido, convencerse de que su amor seguía allí, aunque su mente ya no pudiera distinguir la realidad.

 

Pero bajo los efectos de la droga, solo pudo musitar palabras inconexas y balbuceos, tratando vanamente de comunicarle cuánto ella significaba para él y cuánto había sufrido pensando en haberla perdido para siempre.

 

—Ustedes son reales...no confíen en él. Huyan pronto —balbuceaba Eaves desde la cama, delirando—.

 

—Tío, está alterado. Dice incoherencias —dijo Evgeiny, preocupada.

 

El extraño hospital parecía una farsa. Casi no había enfermos y muchos espacios vacíos.

 

—Debe ser efecto de la medicina. Pronto mejorará —aseguró John, aunque por dentro lo inquietaban las palabras de Eaves.

 

En ese momento entró "una enfermera" con una jeringa. Evgeiny le dio la espalda buscando agua. Acto seguido, inyectó el líquido en Eaves, quien intentó resistirse débilmente.

 

—Ya está. Eso lo ayudará —dijo la supuesta enfermera, retirándose.

 

John miró a Eaves con severidad, advirtiéndole que no arruinara su farsa. Este comenzó a delirar más fuerte. Evgeiny estaba confundida, presintiendo que algo no estaba bien en ese lugar.

 

Pasó una intensa semana hasta que el cuerpo de Eaves comenzó a recuperarse lentamente. Permanecía atado a la cama, apenas podía moverse.

 

Las pesadillas no lo dejaban dormir tranquilo. En ellas, veía a Evgenia sacarlo del auto en llamas. Pero luego su cuerpo se retorcía en una criatura inhumana con garras y patas largas, que lo arrastraba para devorarlo lentamente entre agudos chillidos.

 

Otras veces soñaba que Evgeiny lo sumergía en las aguas del río. Su cuerpo se transformaba en un pez monstruoso con fauces dentadas, que lo arrastraba a las oscuras profundidades para desgarrar su cuerpo a dentelladas.



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En el texto hay: accion, alienigenas, humanoides

Editado: 04.02.2024

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