- Tranquila, tranquila… - podía sentir unas manos acariciándome el rostro; abrí los ojos de golpe, la habitación no quedaba en total penumbra, por lo que se podía ver en la oscuridad; pero lo que realmente me impedía ver del todo bien, eran las lágrimas acumuladas en mis ojos – trata de calmarte, todo ha sido un sueño.
- Yo diría una pe… pesadilla. – me había temblado la voz. Me incorporé, y Zarek se sentó a mi lado.
Poco a poco, mi corazón empezaba a latir de una manera más civilizada, al parecer ya no quería salir corriendo; sólo hasta cuando me vi más calmada, me fijé en que Zarek, no dejaba de pasar su mano por mi hombro… me tenía brazada. Me sentí rara al no ser uno de mis amigos los que estuvieran abrazándome, claro que ninguno de ellos me había visto en esa circunstancia.
- ¿Qué soñabas? – preguntó Zarek en un susurro; era como si no me quisiera alterar.
- Na…nada de mucha importancia. – aún no podía controlar del todo mi voz.
- Por favor… dime. – lo decía como si realmente le importara lo que sucediera conmigo.
Mi mente aun embotada luchaba por aclararse y tomar las riendas de la situación, sabía perfectamente que estaba quedando como una niña tonta que no puede soportar una pesadilla, pero habían sido muy pocas las ocasiones en las que había tenido compañía cuando algo así sucedía y realmente de eso ya había sido mucho tiempo, así que no sabía si lo mejor era pedirle que me dejara tranquila o se quedara, ya que sabía que mi mente rememoraría lo que acababa de soñar.
- Soñaba con cosas de mi niñez… - en ese momento su mano, la cual se movía lentamente por mi hombro, se detuvo.
- De tu niñez… - dijo incitándome a seguir.
Siempre había detestado hablar de mi vida, pero absurdamente me era difícil decirle que no a Zarek, era como si de alguna manera él consiguiera que yo abriera la boca sin protesta alguna.
<< ¿Qué me pasa? >>.
- Soñaba con el lugar en donde me crie, era un lugar viejo y algo abandonado; estaba rodeado de un bosque, eso era lo único que me gustaba, muchas veces intentaba escaparme para vivir allí, pero siempre daban conmigo, y a cambio de armar alboroto, me castigaban mandándome a un cuarto oscuro y con apenas un colchón viejo en el piso para dormir, la falta de comida era parte del castigo, así que pasaba todo el día con un pan duro y algo de agua, al menos ésta era limpia… ahí se tergiversa mi pasado con el presente, pues un sujeto irrumpe abruptamente en aquella habitación, y antes de cegarme veo sus ojos rojos como la sangre, me susurra palabras al oído mientras arrastra conmigo, pero la única que entiendo es Cyrene. Justo ahí tú me despiertas.
- Estabas gritando, cuando entré parecías desesperada. – pude detectar algo de dureza en su voz.
<< ¿Y ahora qué? >>.
- ¿Te molesté verdad? – dije tratando de apartarme de él, pero me lo impidió – Deberías irte a dormir, te prometo que no te voy a interrumpir más el sueño.
- ¿Por qué dices que me molestas?
- Porque lo detecto en tu voz… estás algo tenso.
Suspiró, realmente quería ver su expresión en ese momento.
- No estoy así porque me hayas despertado; es por… por lo que me has contado… - dudó un instante - ¿De verdad viviste eso?
- Sí, pero no le des muchas vueltas, ya todo eso pasó. – no quería que sintiera lástima por mí.
- Pues al parecer no es del todo así, de lo contrario no lo estuvieras soñando todavía.
- No importa, el caso es que no quiero que pienses en eso. – esta vez mi voz había sonado más contundente.
- ¿Por qué no te gusta hablar de ti?
- No hay muchas cosas buenas qué contar; además, no sé qué caso tendría.
- No importa si hay cosas buenas o malas, pero me gustaría saber más de ti.
- ¿Para qué?
- Para poder comprenderte un poco más; sé que todas esas actitudes que tienes cuando te nombran a tus padres, son por algo.
- Sí, por ejemplo… qué tal, ¿por 21 años de abandono? – dije en tono irónico.
- Por favor, sólo quiero saber… - dijo ignorando mi comentario.
- No… no quiero.
- ¿Por qué?
- ¡Porque no! – dije ya perdiendo la paciencia – No quiero que sepas nada de mí, no te conozco, eres un total extraño hablando de cosas muy fantasiosas… además… además ya sé lo que sucederá… - dejé la frase en el aire; realmente era una mala idea hablar de mí, todos los recuerdos me golpeaban en ese momento.
- Y según tú, ¿qué va a suceder? – muy a pesar de cómo le había hablado, él no cambiaba su voz ni su posición, pues su mano seguía recorriendo mi hombro y parte de mi brazo.
- Pues que me vas a ver de manera diferente… - por alguna razón eso sonó mucho más extraño en voz alta que en mi cabeza, por lo que me apresuré a aclarar mi idea – lo que quiero decir, es que me vas a ver con lástima, y créeme, eso es lo último que quiero.
- Así que te importa cómo te miro. – por su tono de voz, parecía contento ante la idea.
Fruncí el ceño ante su suposición, y realmente no me importaba cómo me viera, lo que me importaba o mejor dicho lo que no soportaba era la lástima, eso sí lo odiaba.
- ¡Para nada! ¿Sabes? Piensa lo que quieras, no me importa.
- Ok, entonces si no te molesta lo que pienso de ti, cuéntame sobre tu vida.
Dudé unos instantes, no sabía qué hacer, pero no podía pasar por alto el reto que me estaba poniendo; en ese momento me hizo recordar las innumerables veces en que aceptaba un reto, sin importar lo loco o peligroso que fuera, yo lo aceptaba con tal de que me dejaran en paz, o de conseguir algún beneficio.
- Desde que tengo memoria, fui criada en el lugar que te comenté, era un orfanato, uno de los más abandonados, aunque afortunadamente no habíamos muchos niños allí, de lo contrario, creo que muchos nos hubiéramos muerto de hambre. Sólo había dos personas encargadas del lugar, ellos en una ocasión, me comentaron que yo había sido abandonada en un callejón; cuando me encontraron, apenas tenía unos cuantos días de nacida, pero que milagrosamente no estaba mal de salud como era de esperarse de un bebé en esas circunstancias. A medida que pasaban los años, algunos de los niños iban siendo adoptados por familias, otros, sus mismas familias regresaban por ellos; a la edad de 10 años tenía más que claro que nadie iría por mí, además no era como si tuviera alguna información de mis… padres. Las personas que se encargaban de mí, me dieron el estudio, a cambio tenía que trabajar para ellos; en el orfanato éramos 10 para esa época, desde que yo había ingresado, no habían recibido a más niños, ni siquiera cuando la gran mayoría se había ido. El caso es que yo no caí muy bien a la mayoría de mis compañeros al aceptar el trato; nunca entendí por qué, pues jamás les recriminaban el hecho de no hacer nada en todo el día, por el contrario, yo tenía que esforzarme en cumplir con mis deberes en el colegio, y trabajar casi hasta media noche; cuando llegaba el día de mi pago, uno de los encargados me acompañaba, ya que decían que de lo contrario yo escaparía con el dinero, o no se los daría completo. Mis compañeros de orfanato jamás fueron amables; al contrario, era como si el propósito de vida de ellos fuera hacer la mía imposible; en una ocasión, se pasaron con la broma que me hicieron, y fui a parar al hospital con un brazo roto; me habían acorralado, y como no les daba lo que querían, me golpearon con un palo hasta que en uno de esos golpes dio con mi brazo dejándolo partido en dos… Recuerdo en otra ocasión, yo tenía unos 17 años, estaba a punto de graduarme del colegio, una tarde los encargados habían salido a hacer las compras del mes; justo ese día me tocaba descanso del trabajo, por lo que había llegado temprano al orfanato; allí sólo habían tres muchachos más, pues los otros ya habían conseguido trabajo, y otros simplemente se habían ido del todo; el caso es que recuerdo que estaba tan cansada, que no me quité el uniforme, y me acosté un rato así en la cama, sin querer me había quedado dormida; recuerdo que una mano en mi boca fue lo que me despertó, dos de ellos estaban en mi habitación, uno estaba encima mío… mientras que el otro estaba al pie de la cama… - no pude evitar el estremecimiento en ese momento – sus miradas eran oscuras, podía ver la maldad reflejarse en sus rostros; intentaba gritar, pero no podía, él me tenía muy bien sujeta, por lo que tampoco me podía mover; en ese momento, me empezó a besar de manera muy salvaje… increíblemente, aún puedo sentir esa horrorosa sensación – decía con mis dedos encima de mis labios – él era tan brusco, que podía sentir mi propia sangre en mi boca; sin contemplaciones, me arrancó la camisa del uniforme, grité de la impresión, pero casi de inmediato me tapó la boca de nuevo, y puso un cuchillo en mi garganta, de modo que tuve que tranquilizarme, pues ya había hecho un pequeño corte. Por cosas de la vida, en el momento en que había gritado, el otro chico que estaba esa tarde, pasaba cerca de mi habitación, así que entró a revisar qué me ocurría, y cuando vio lo que sucedía… - sacudí un poco la cabeza, jamás se me podría olvidar la cara de odio en ese momento de David – su mirada era insostenible; aún no sé cómo lo hizo, pues jamás se caracterizó por ser el mejor peleador o el más fuerte, pero mandó a volar a ese par, debo decir que dado el momento, me tocó interferir, pues si no lo hacía, creo que David hubiera podido acabar con ellos. Luego de eso, no se supo más de ese par, pues tan mal heridos como estaban, habían abandonado el orfanato. Una vez me gradué, abandoné aquel lugar; había aplicado para una beca con sostenimiento en la universidad, y bueno, aquí estoy.
El silencio reinó en aquella habitación, la cual todavía estaba sumida en la penumbra ya que debían ser las 2 de la madrugada hasta ahora.
Miraba mis manos entrelazadas con fuerza en mi regazo, recordar aquella época, nunca me hacía bien. Eso era lo máximo que me atrevía a contar, pues había muchas cosas más que realmente prefería guardarlas para mí.
Como Zarek no decía nada, giré mi cabeza hasta lograr ver su rostro, no podía ver muy bien su expresión, pero sí podía ver que tenía los ojos cerrados.
<< Definitivamente me moriría de hambre si me dedico a narradora. >>.
Por ese momento, me dediqué a ver el perfil de Zarek, por alguna razón, el sólo verlo de esa manera, me hacía sentir de manera extraña… no sabía a qué atribuírselo, pero parte de eso no me gustaba, pues me hacía sentir algo vulnerable, y vaya que sí detestaba sentirme de esa manera.
- Perdóname… - dijo de repente Zarek, yo me giré de inmediato mientras trataba de controlar mis erráticos latidos debido al susto; afortunadamente, él no pareció notarlo – quería calmarme un poco antes de hablar… - << ¿Calmarse? >> - creo que no estaba preparado para escuchar todo eso, más bien creo que jamás imaginé que algo así te hubiera podido ocurrir. – por su tono de voz, parecía como si se estuviera controlando de golpear a alguien en ese momento.
- No te preocupes, como te dije antes, son cosas que ya han pasado… y, por el contrario, la que debe ofrecer disculpas soy yo, no debí agobiarte con todo eso… creo que se me fue la mano contándote cosas… la verdad no sé qué me pasó… - eso último lo había dicho con el ceño fruncido, pues esa última jugada que me habían hecho, no se lo había contado ni a mis amigos.
- No digas eso… - dijo con voz firme, mientras se separaba de mí, y se levantaba de la cama – no me has agobiado, y lo único que me han dado a entender tus palabras, es que hay mucho más de lo que cuentas… - realmente parecía furioso, caminaba de un lado a otro. No quería que le diera mayor importancia, y no sabía a qué se debía pero me sentía un poco más tranquila, quizás el haberme olvidado de la pesadilla, o de todo lo que había transcurrido durante el día, hacía que me relajara en cierta medida, por lo que lentamente me fui acostando de nuevo – sólo dime una cosa… - dijo deteniéndose y fijando su mirada en mí - ¿realmente no alcanzaron a llegar más lejos esos hijos de… - vi que apretó los puños a sus costados; realmente estaba luchando por contenerse.
- No, no llegaron más lejos; gracias a David, ellos no llegaron más allá de unos espantosos besos. – dije sin poder evitar un estremecimiento.
Zarek, sin decir ni una sola palabra, volvió a subirse a la cama, y se sentó tan cerca de mí, que puso su mano al otro lado de mi cuerpo, de manera que servía de apoyo para sostener su cuerpo; no podía ver bien sus ojos, pero me los imaginaba de un color violeta intenso.
Zarek no me quitaba los ojos de encima, así que fui consciente de la posición en la que estaba y en lo cerca que estaba, no pude evitar ponerme nerviosa.
- ¿Qué haces? – dije tras no poder soportar estar bajo la lupa de sus ojos.
- Todavía no has podido borrar ese horrible recuerdo. – no era una pregunta, sino una afirmación; su tono de voz era bajo, pero a diferencia de otras ocasiones, no se escuchaba amenazante – Realmente no creo que puedas borrar esos horribles episodios de tu vida, y no sabes cuánto lamento eso…
No pude evitar callarme, era evidente que sentía pena por mí.
- Zarek, no quiero que sientas làsti… - puso un dedo en mi boca, su contacto era totalmente caliente, era como si su dedo estuviera al rojo vivo.
- No es lástima. – dijo en tono firme – Lo único que quiero decir, es que sé que nada podrá borrar esos malos momentos de tu vida, pues desafortunadamente todos ellos han dejado una pesada huella aquí… - quitó su dedo de mi boca, para luego recorrer suavemente mi barbilla, pasando por mi cuello, hasta que puso su mano en mi pecho; abrí los ojos como platos, sentía que había dejado un camino grabado por donde había sentido su tacto. Estaba tan sorprendida de lo que decía y hacía, que no lograba reaccionar – pero quiero que sepas que voy a hacer que aquí, - dijo haciendo un poco de presión, sabía que podía sentir mi corazón galopando a mil por hora, pero aun así no detenía su intervención – crezcan cosas bonitas, experiencias únicas e inolvidables… y sobre todo que lleguen personas a tu vida, cuyo corazón quieras abrir para ellos.
- Yo… - la voz se me ahogó; en ese momento, Zarek retiró su mano, pero empezó a acariciar mi mejilla.
Las sensaciones que sentí eran totalmente contradictorias, era como si estuviera luchando conmigo misma para saber cómo era que debía reaccionar, pero Zarek parecía que tuviera el poder de hipnotizar ya que no podía ni moverme.
Parecía como si el tiempo se hubiera detenido; Zarek se fue acercando lentamente, era como si todo sucediera a cámara lenta; todo era tan lento, que tuve tiempo de desviar mi mirada, y ver cómo la almohada que estaba al lado mío se caía sosegadamente al piso; volví mi mirada a Zarek, quien seguía acercándose…
<< ¿Esto es a lo que llaman a cámara lenta? >>.
Me sentía angustiada en ese momento, a pesar de estar en aquella situación con Zarek, una ola de pánico me invadió, y no porque él se estuviera acercando demasiado a mí, sino por la extrema lentitud con la que estaban transcurriendo las cosas. Cerré los ojos con fuerza, y una fuerte descarga sacudió mi cuerpo, el dolor fue insoportable, por lo que de mi garganta sonó un horrible chillido.
- ¡Danna, ¿estás bien?! – dijo Zarek cogiéndome de los hombros, y sentándome. Para cuando abrí los ojos, todo me daba vueltas, los cerré de vuelta, y tuve que contestar de esa manera.
- Sí… - mi voz era ronca – no te preocupes.
- ¿Te lastimé? – no pude ver su expresión, pero sonaba dolido.
- No… - dije sonriendo, no quería que se sintiera mal – es sólo que… me dio otra vez eso.
- ¿Realmente no sabes a qué se debe? – dijo preocupado, pero pude detectar un poco de alivio en su voz.
Abrí poco a poco los ojos, y el mundo se empezaba a estabilizar de nuevo.
- No… ya me he hecho exámenes de todo tipo, pero no han dado con el meollo del asunto.
Quise sonar graciosa, quería cambiar de tema.
- Perdóname yo… tal vez debería dejarte descansar. – no sabía cómo explicarlo, pero me había parecido que Zarek tenía afán de salir de la habitación.
- Ok, que descanses.
Zarek salió como un rayo de la habitación, dejándome con miles de interrogantes de lo que había acabado de suceder.