Entramos con Lore a clase, esta era magistral, por lo que se daba en un auditorio; como llegábamos sobre el tiempo, tuvimos que sentarnos en las sillas de más arriba.
- ¡Genial! – dijo Lorena a mi lado – Espero que no me vaya a coger el sueño.
- Puede que el profesor sea algo gruñón, pero debes aceptar que la clase es muy interesante. – le decía en susurros a mi amiga.
Después de unos minutos, todas las luces se apagaron, y una pantalla gigante se encendió; el profesor encargado empezó a impartir la lección por lo que se podía escuchar hasta el caer de un alfiler; era tan interesante la clase, que el tiempo pasaba con un afán impropio de él.
Justo cuando faltaba media hora de clase, el profesor decidió proyectar un corto relacionado con la clase; todo el mundo se relajó en sus asientos y empezaron a disfrutar del film.
Pero en ese momento, no sabía cómo explicarlo, pero volví a sentir una sensación extraña, ya la había sentido en estos días, pero no podía explicar a qué se debía. Al paso de los minutos, la sensación iba creciendo; cierta angustia y deseos de salir corriendo de aquel lugar, se iban apoderando de mí.
- ¿Estás bien? – dijo Lorena, girando su rostro hacia mí; sólo la iluminación de la pantalla alumbraba nuestros rostros, por lo que se veían en tonos azulados y verdosos – No sé, te siento algo tensa.
Por un instante había pensado que se referiría a lo que yo sentía, pero la decepción fue enorme cuando terminó la frase.
- Estoy bien… no te preocupes.
- Ok. – dijo Lorena, girándose y poniendo su atención de nuevo en la película.
A medida que pasaban los segundos, me sentía observada, era como si todos en el auditorio me estuvieran viendo a mí en vez de la película.
<< ¡Rayos! >>.
De repente, una respiración justo en mi nuca, hizo que los bellitos de mi cuerpo se erizaran.
- Cyrene…
Abrí los ojos como platos, como pude ahogué el grito que estuvo a punto de salir de mi garganta. La voz se había escuchado lejana, y como si hubiera sido sólo un suspiro.
Me giré hacia Lorena, pero ella estaba como si nada.
<< Debo haberlo imaginado. >>.
A pesar de querer convencerme de eso, giré lentamente mi cabeza, sólo para ver que no había nadie, pues estábamos en la última fila de asientos; miré a mi alrededor, pero todo el mundo parecía sumamente concentrado en la película.
La sensación no me dejaba, por lo que no aguanté más, empecé a recoger mis cosas.
- ¿A dónde vas? – dijo Lorena mirándome extrañada.
- Tengo que ir al baño. – traté de sonar calmada.
- No falta mucho… ¿no te puedes aguantar?
- No en realidad… te espero en la salida.
- ¿No quieres que te acompañe?
- No… quédate y me dices cómo termina, ¿vale?
- Ok.
Salí casi volando de aquel auditorio.
Me dirigí al baño, lo único que quería era lavarme la cara, quizás no estaba tan despierta como creía y me había quedado dormida…
<< Debió ser una pesadilla… >>.
Cuando me vi por fin calmada, me fijé en la chica asustada que me devolvía la mirada en el espejo; desvié mi visión de inmediato, era la misma mirada que había tenido en muchas ocasiones de mi vida.
<< ¡No puedo permitir que esta estupidez me afecte! >>.
Salí del baño de nuevo.
Lorena estaba parada con los brazos en jarras esperándome.
- Dime la verdad. – dijo muy seria.
- ¿La verdad de qué? – dije sin saber a qué se refería.
- Estabas mareada y no soportabas más estar allí, ¿verdad?
- No…
- ¡No me mientas! – dijo Lorena furiosa - ¿Me consideras tu amiga, pero no eres capaz de confiar en mí? – sonaba dolida.
No es que no confiara en ellos; era que todo lo que estaba pasando al parecer me quería sobrepasar, era algo que aún no sabía si catalogarlo como cierto, o como una loca fantasía de alguien que tenía demasiada imaginación. Solté un suspiro, parte de mí quería volver a ese bosque de ayer y quedarme allí hasta que toda esa locura pasara.
- No te digo mentiras Lore… - << Al menos no ésta vez… >> - Si hubiera estado mareada, no me hubiera ido así, pues no podría caminar muy deprisa.
Al parecer Lorena no había sospesado ese detalle, pues de inmediato bajó sus brazos y cambió su expresión.
- Lo siento Danna, sólo… no quiero que me excluyas; no importa lo que sea, siempre quiero estar presente para ti.
Le sonreí, y abracé a mi amiga; no pude evitar el nudo en la garganta que sentí.
Nos despedimos, pues ya se acercaba la hora de la otra clase.
Iba de camino para la otra clase tratando de no pensar en lo sucedido hacía pocos minutos, cuando una voz hizo que un cosquilleo se expandiera por todo mi cuerpo.
- Hola, ¿cómo te terminó de ir el fin de semana? – me giré hacia Adrián, ya estaba cerca del salón, y al parecer Alejandro aún no había llegado. Afortunadamente no volví a sentir lo mismo, por lo que ya estaba un poco más tranquila.
- Hola… - dije acercándome y dándole un beso en la mejilla – bien, gracias, ¿y a ti?
- Bien, sin mucho qué contar. – dijo encogiéndose de hombros e iniciando la marcha de nuevo.
- Te quería agradecer por cubrirme con Alejandro; sé que no tenías por qué hacerlo, pero me seguiste el juego.
- No me agradezcas, además te pienso cobrar por el favor.
- ¿Y cuál sería el cobro? – dije con una sonrisa.
- Dijiste que habíamos salido a bailar, pues ahora quiero que sea de verdad… pero eso sí, sólo tú y yo… ya sabes que tus amigos poco me soportan.
- Ok, prometido, sólo dime cuando, y ahí estaré. – dije totalmente sonriente; en cuanto a lo de la exigencia de estar sólo los dos, no la veía del todo mal, pues ciertamente ellos lo soportaban sólo por mí, por lo que sería mejor si mis amigos no estuvieran, o esa era la razón que quería infundirme al sentir emoción por su propuesta.
- ¿Volviste a saber de aquel tipo? – dijo en un tono más bajo, acercándose a mí.
- No… y espero no volver a saber de él nunca más. – inevitablemente me había tensado ante su mención.
Afortunadamente, Adrián no había preguntado nada más respecto a él; y a pesar de que me había cubierto con lo de ese día y con mi salida a la discoteca, no preguntó nada al respecto; creo que cada vez me gustaba más la forma de ser de Adrián, aunque debía admitir que sentía también cada vez más curiosidad por saber qué era lo que lo había llevado a actuar de esa manera.
- ¡Hola! – dijo Alejandro tomándome por los hombros y girándome de inmediato. Tuve que estabilizarme con la ayuda de él, pues de lo contrario me hubiera caído.
- ¡Me asustaste! – dije empujándolo, aunque no había logrado moverlo en lo absoluto.
Me sonrió, y me dio dos sonoros besos.
- Vamos, vamos. – dijo haciéndome avanzar, e ignorando completamente a Adrián.
Entramos a clase, y terminé sentada en medio de esos dos, aun así, ellos no se dirigían la palabra.
La sensación de estar con Adrián me hacía desconcentrar de la clase, y no sólo era eso, era que inevitablemente no podía negar que estar con Adrián y estar con Zarek era muy diferente, no sabía por qué siempre trataba de hacer distinciones entre los dos, pero me era inevitable, y más al sentir que estar con Adrián efectivamente me alteraba, pero al mismo tiempo me hacía sentir bien, como con cierta emoción, incluso me alegraba el sólo verlo, y eso era totalmente nuevo en mí, pero ahí radicaba el problema, yo no quería tener esas sensaciones, las detestaba y más después de la experiencia que años atrás me había marcado.
Finalizando la clase, Alejandro tuvo que quedarse para ayudar al profesor con unas cosas, así que mientras lo esperaba afuera del salón, Adrián me acompañó.
- ¿Estás bien?
- Sí, ¿por qué lo preguntas?
- Te siento algo distraída. – dijo Adrián mirándome directamente a los ojos como buscando algo en ellos.
- No… bueno, tal vez; pero espero solucionarlo pronto.
- ¿Es algo en lo que te pueda ayudar?
Por un momento me vi tentada a decirle lo que me estaba sucediendo con Zarek, que él me escuchara y estuviera de acuerdo conmigo en lo absurdo de la situación, pero tan pronto como ese impulso llegó lo deseché, no sólo no le podía decir, sino que no podía pretender que realmente a él le importara lo que sucediera conmigo, quizás él sólo había preguntado por un mero acto de cortesía.
- No, no es nada, como te dije, se solucionará pronto.
Adrián asintió, y me pareció ver algo de enojo en su mirada, pero pasó tan rápido que no me dio tiempo si quiera de plantearme si así había sido o no.
Una vez salió Alejandro, los tres nos encaminamos a la cafetería en medio del silencio.
- Hola chicos. – dije sentándome en la mesa de la cafetería; ya mis amigos estaban allí, todos me saludaron, y Mary y Sam saludaron a Adrián, que volvió a sentarse a mi lado.
- Llegaste justo a tiempo. - dijo Sam.
- ¿A tiempo para qué?
- Para soltarnos otro de esos datos curiosos que él lee en sus revistas raras. – dijo Lorena.
- No son raras. – dijo Sam con falsa molestia – Además, si no fuera por mí, no sabrían que el chocolate amargo contiene flavonoides, por lo que ayuda a la memoria, en especial esto va para ti Alejo.
- ¿Qué? Yo tengo buena memoria.
- Sí, claro, cuando quieres querido Alejo. – dijo Lorena burlona.
- Bueno, ¿qué nos vas a decir hoy? – dijo Mary, se notaba que estaba auténticamente intrigada por lo que pudiera decir Sam.
Como siempre, un brillo especial se apoderó de los ojos de mi amigo, quien siempre disfrutaba de sus pequeños momentos de total atención.
- He estado leyendo un artículo sobre la vida marina, y allí decía que un caballito de mar elige sólo a una pareja para toda su vida, si ésta muere, él se queda solo hasta morirse también.
- ¡Ay no puede ser! – dijo Mary con una mano en el pecho – No sé si decir que es demasiado tierno o demasiado triste.
- En cualquiera de los dos casos acertarías. – le dije, pensando exactamente igual.
- Bueno, basta ustedes dos. – dijo Lorena.
Puse los ojos en blanco, se quejaba del poco tacto de Alejandro, pero ella en ocasiones era igual.
- Es verdad, deberíamos hablar de la fiesta de inauguración del apartamento de Lore. – dijo Alejo.
- Así que te mudas con Lorena. – dijo Mary contenta – No sabes cuánto me alegra… pero, ya nos contó todo; conozco a los padres de Lore, aún no puedo creer cómo te trataron. – decía con total incredulidad.
- ¿Segura que no hiciste algo que los ofendiera? – dijo Sam muy serio – No sé, quizás hiciste algo que a ellos los haya disgustado.
Me quedé pensando, la primera vez que nos vimos, fue justo en la habitación de Lorena cuando estábamos viendo la película… no recordaba haber dicho ninguna grosería o algo que los pudiera haber ofendido.
- ¡Por supuesto que ella no hizo nada! – dijo Lorena con un tono más alto de lo necesario – Sé que tú también ya los conocías Sam, pero tanto ustedes como nosotros estamos sorprendidos de la actitud de mis padres hacia Danna, aun no entiendo qué les pasó.
Fruncí el ceño, al parecer sí era extremadamente raro la actitud de los padres de Lorena hacia mí; en ese momento recordé la advertencia de Karla.
- Cree que soy una mala influencia para ti. – dije justo cuando todos se habían callado.
- ¿Por qué dices eso? – dijo Alejandro.
- Eso es totalmente ridículo, Danna; todos sabemos que, si alguien es mala influencia aquí, esa soy yo. – dijo Lorena casi con orgullo; no pude evitar la sonrisa en mi cara.
- Así es. – dijo Mary muy seria.
Todos nos quedamos mirándola, y casi al mismo tiempo soltamos una carcajada, que hizo que todos en la cafetería se voltearan a mirarnos; incluso Adrián había terminado por reírse.
- Digo eso, porque Karla me lo advirtió, además teme que yo haya venido a hacerte daño.
En ese momento Adrián llamó mi atención, y frunciendo el ceño me preguntó en voz baja mientras todos discutían.
- ¿Por qué crees que te dijo eso esa señora?
- Realmente no lo sé, que yo sepa en ningún momento hice algo para generar semejante malestar en ella.
- ¿Ya la conocías de antes?
- No… ayer fue la primera vez que conocí a los padres de Lore.
Adrián se quedó mirándome, pero cuando le iba a preguntar qué pasaba, la voz de Lorena me interrumpió.
- ¿Mi madre habló contigo? – dijo Lorena totalmente sorprendida.
- Cuando Lorenzo fue por mí para supuestamente hablar contigo, la que fue a verme fue tu madre, básicamente fue eso lo que me dijo; ahí también me había dicho que te habías ido con Alejo, por lo que al salir de allí, me fui directo a casa.
- No entiendo por qué mi madre te diría algo así, no es como si te conociera, o como si conociera a tu familia… - Lorena se detuvo abruptamente, y me dirigió una mirada de disculpa.
- No te preocupes… - dije en un susurro, sobre la mesa había caído un silencio sepulcral – además, lo que es importante aquí, es si la decisión que vas a tomar es la mejor; no es porque no quiera irme a vivir contigo, - agregué de inmediato al ver que Lorena entornaba los ojos - sino que lo único que quiero es lo mejor para ti. ¿Tus padres ya saben a cerca de esto?
Lorena iba a contestar, pero Alejandro la detuvo con una señal.
- Antes de que contestes Lore; nos puedes explicar, ¿cómo hiciste para ir a casa? – dijo Alejandro – porque según lo que nos cuentas, nosotros aún estábamos en casa cuando tú te fuiste, y en ningún momento escuchamos un taxi; además, tú tampoco llevabas celular.
Apreté las manos, las cuales estaban debajo de la mesa; en ese momento me quería lanzar sobre Alejandro y… sacudirlo.
<< ¿Cómo explicarles que tengo un compañero que me está siguiendo, diciendo que estoy en peligro y que viene por parte de mis padres? >>.
- Yo la recogí. – dijo Adrián, todos nuestros rostros se dirigieron a él – Ella al parecer me llamó de un número fijo, y como yo estaba cerca, la recogí y la llevé a casa.
Mientras decía eso, Adrián me agarró de la mano, y el cosquilleo que se extendió por mi brazo fue lo bastante fuerte como para respingar en el asiento, pero afortunadamente nadie se había dado cuenta.
- ¿Y por qué lo llamaste a él y no a nosotros? – dijo Lorena echando chispas por los ojos – Y por favor… - dijo fulminando con la mirada a Adrián – deja que ella conteste.
- Yo… no quería molestarlos, tu madre me había dicho que hacía tiempito habían salido, por lo que supuse que ya estarían en la ciudad.
- ¿Y por qué pensaste que Adrián sí podía estar cerca? – masculló Alejandro.
- Porque vivo cerca. – dijo Adrián como si fuera obvia la situación.
Dos miradas envenenadas se posaron sobre él. Realmente no sabía cómo lo hacía, pero al parecer le importaba un comino tener de enemigos a ese par.
- ¿Tú has ido a su casa? – dijo Lorena con cara de desconfianza.
- No…
- Por supuesto… - dijo Adrián interrumpiéndome, me dirigió una mirada de advertencia y me apretó la mano, como si con su intensa mirada no me diera por aludida de que tenía que seguirle la cuerda; justo ahí caí en cuenta que supuestamente ya había estado allí – ella se quedó en mi casa el viernes en la noche y el sábado.
Miradas llenas de incredulidad y preguntas se dirigieron a mí.
- ¿Se supone que debemos creer que mi amiga se quedó en tu casa, un viernes en la noche y el sábado? – dijo Lorena petulante.
- Pues al parecer así fue. – dijo Alejandro dirigiéndole una dura mirada a Adrián, quien estaba fresco como una lechuga.
Lorena y los demás lo vieron como preguntándose: ¿En serio?
- El viernes quería salir a bailar; así que, como todos tenían planes, le dije a Adrián, por lo que terminamos saliendo los dos. Cuando ya salimos de la discoteca, era demasiado tarde como para volver a la residencia, así que Adrián muy amable, me dio posada esa noche. Al otro día nos quedamos viendo películas, y en la noche él me llevó a casa.
No quería que atropellaran más a Adrián, y ¡menos cuando él me estaba cubriendo de semejante manera!
- Sí, demasiado amable. – por un momento pensé que había sido Alejandro el del comentario sarcástico, pero sorprendentemente había sido Sam el que había hablado – Pero también pudiste haber llamado un taxi para que la llevara a su casa, ¿verdad? Es más que obvio que ni ella, ni nosotros te conocemos, por lo que debiste tener el decoro de dejarla sana y salva en un lugar seguro, y el cual esté rodeado de personas que sí conozca. – puntualizó en esas últimas dos palabras.
Lorena y Alejandro miraban casi con devoción a Sam, mientras que Mary y yo mirábamos estupefactas a nuestro ingenioso amigo.
<< ¿Qué bicho raro le picó? >>.
- No, no me conoce, tampoco ninguno de ustedes; pero… ¿ustedes sí la conocen a ella?
Me giré hacia Adrián, y levanté una ceja. Por un momento pensaba que se refería a que yo les ocultaba cosas a ellos; pero algo, no sé qué, me decía que no tenía nada qué ver con eso, aunque no sabía si era el lento pasar de su dedo pulgar por el dorso de mi mano.
- Puede que no la conozcamos del todo… - dijo Sam cerrando la revista que tenía en su mano de golpe, Mary había dado un respingo – pero sí la conocemos más que tú. Ahora, si me disculpan, - dijo levantándose – me tengo que ir, tengo algunas cosas qué hacer. Empezó a despedirse de cada uno, a Lorena le dio un abrazo y un beso, cuando fue a despedirse de Mary, ésta se negó y le indicó que se iría con él; a Alejandro le dio un fuerte apretón de manos y un espaldarazo; y cuando llegó a mí, hizo que me levantara, aunque en ese momento al estar tan cerca se dio cuenta que Adrián me tenía cogida de la mano, haciendo que mi amigo frunciera el ceño, yo me levanté y él me abrazó, y se acercó a mi oído.
- No me gusta para nada ese tipo… lo intenté, créeme, pero simplemente no me gusta… perdóname. – me dio un beso en la mejilla y se fue con Mary siguiéndole los pasos.
Por sus palabras, sabía que se refería a intentar acercarse a él, pues como ya había perdido las esperanzas con Lorena y Alejandro, les había pedido el favor a Mary y a él que intentaran ser amables con Adrián; pero por lo visto, nada dio frutos.
La mesa quedó en silencio, pero pocos segundos después, Adrián me cogió de la mano, y la alzó por encima de la mesa; de inmediato sentí la mirada de Alejo y Lorena en nosotros, y volví a experimentar aquella corriente.
- Yo también me tengo que ir, nos vemos luego. – me guiñó el ojo, y me dio un beso en la mejilla; luego de eso se levantó, y se fue.
Me quedé mirando su espalda; era increíble que se ganara el odio de todos mis amigos sólo porque yo era tan cobarde como para decirles la verdad… pero, ¿qué les iba a decir? De seguro que si les decía la cantidad de locuras que me había dicho Zarek, simplemente me darían por loca, y terminaría en un manicomio.
Cuando estaba haciendo el giro de mi cabeza, para enfrentarme a mis amigos, me había parecido ver a una chica de pelo rojo; la busqué por todos lados, pero no la veía por ningún lado.
<< Perfecto, ahora estoy alucinando. >>.
Me sentía totalmente tonta al dejar agobiarme por esas cosas… ¡Todo es una locura!
- ¿Qué les pasa con Adrián? – dije sin poder ocultar mi malestar.
- ¿Y tú me quieres explicar, por qué hasta ahora me entero que pasaste prácticamente el fin de semana en su casa? – Lorena estaba realmente furiosa.
No quería discutir con ella ni con Alejandro; así que sabía que lo mejor era darnos tiempo para calmarnos.
- Creo que debemos hablar luego, no quiero discutir con ustedes. – sin darles tiempo a reaccionar, me levanté de la mesa y me fui al único lugar que sabía me daría algo de paz.