Orión

Capítulo 18

Ya rodeada de árboles, y algo más tranquila, entendía que ellos actuaban de esa manera sólo porque se preocupaban por mí; pero la cuestión aquí, no era de confianza o la falta de ella, como ellos seguramente estaban pensando; pues yo confiaba mucho en ellos; el problema era en sí, la situación, pues no me veía diciéndoles que una manada de locos con los ojos de colores, además de súper poderes, me estaban buscando para llevarme a donde un enemigo de mis… padres.
<< ¿No podría sonar menos loco? >>.
Pensé con frustración.
- Así que aquí se esconde la princesita.
Estaba tan concentrada en el libro que estaba leyendo, que del susto, hizo que éste se me cayera al suelo.
Me giré para ver de quién se trataba, pero no veía a nadie; busqué a mi alrededor, pero no había rastro de nadie.
Sí, sabía que después de todo lo que había pasado en ese lugar, simplemente debía dejar de ir allí; pero me era imposible, pues en ocasiones caminaba sin un lugar determinado en mente para ir, y resultaba allí; era como si algo me atrajera al bosque; lo raro, era que no sólo a ese bosque en particular, pues lo mismo me sucedía con el bosque que rodeaba aquel orfanato; a pesar de la cantidad de veces que me castigaban por irme allí, yo simplemente regresaba.
Cuando iba a recoger mi libro, éste no estaba por ningún lado.
- Así que te gusta leer.
Alcé la vista, y a unos cinco metros de mí, estaba aquella chica pelirroja.
<< Dyna. >>.
- ¿Qué haces aquí? – tuve que reunir toda mi entereza para salir de mi estado de shock.
- ¿No es obvio? – decía con tono petulante – Te estaba buscando.
- Bueno, me encontraste, ¿qué quieres? – para ese momento, yo ya estaba de pie. Miraba a mi alrededor, pero al parecer estábamos solas.
- A estas alturas ya deberías saber toda la verdad, pero veo que Zarek no ha sido capaz de decirte todo; se te nota en la estúpida cara de mosquita muerta que tienes.
Me tensé cuando había nombrado a Zarek, por su tono de voz podía deducir que era casi como si se tratara de alguien importante para ella.
- ¿Y qué es eso que se supone debería saber?
- Ya te dije Cyrene, tendrás que venir conmigo si quieres conocer la respuesta.
- Bueno, y creo yo también ya haberte dicho Dyna, que no iré contigo a ninguna parte. Si ese tipo está tan desesperado por tenerme, ¿por qué no viene él mismo?
- Supongo que sabes mi nombre gracias a Zarek… - parecía contenta por ese hecho – Pero te estás confundiendo, yo no pienso llevarte a donde ese tipo, como tú dices.
- ¿A no? – dije levantando una ceja - ¿Entonces a dónde se supone que me piensas llevar?
- A ver a quienes… dirás; pues te informo que voy a llevarte a conocer a tus padres.
Prácticamente las podía sentir; todas las emociones que siempre había tenido respecto a ellos, fueron levantándose una a una, como preparándose para la guerra.
- ¿Sabes? – empecé a decir con la voz filosa – Si ese es el caso, prefiero mil veces ir con el otro tipo; y si querías convencerme de ir contigo nombrando a esos… seres, pues mala estrategia querida, pues tengo tantas ganas de verlos, como ganas tengo de seguirte viendo la cara. – me agaché a recoger mi maleta, con toda la intención de largarme de allí; pero cuando me levanté, Dyna estaba justo frente a mí. Di dos pasos hacia atrás, afortunadamente no me había caído.
- Veo que los quieres mucho. – inyectó sus ojos amarillos en los míos – Pero… ¿de verdad no quieres saber de ellos? – a medida que hablaba, se acercaba poco a poco a mí.
- Ya supe lo suficiente; por ejemplo, que son fanáticos de la antigua Grecia; de allí ese nombres tan peculiares; por Zarek, y por ti, supongo que todos sus padres también pertenecen al mismo club.
Dyna me sonrió con malicia. Empecé a buscar mi celular en mi mochila, pero justo ahí recordé que no lo llevaba conmigo.
<< ¡Rayos! >>.
- Entonces realmente sabes muy poco. – parecía complacida con mi falta de conocimiento.
Veía hacia atrás, para no caerme, pero casi de la nada, una raíz gruesa de un árbol, se estiró de manera que me enredé cayendo sin mucha gracia al piso.
Veía aterrada, cómo la rama se volvía a su lugar.
<< Pero ¡¿cómo es posible?! >>.
Dyna se paró justo frente a mí, y se agachó, de manera que sus ojos no perdieran contacto con los míos.
- ¿Asustada, Cyrene?
La fulminé con la mirada.
- Deja de llamarme así. – dije furiosa.
- ¿Qué? – dijo inocente – Ese es tu nombre.
- No, mi nombre es Danna… ¿Por qué tu interés de que conozca a esas personas?
Su mirada se oscureció; casi podía sentir la furia emerger de su interior.
- Porque de esa manera, toda esta ridiculez acabaría, tú ocuparías tu lugar al lado de tus padres, y Zarek regresaría a mi lado.
- Así que toda esta persecución se limita a Zarek. – dije casi aliviada de que sólo fuera por eso – Entonces no tienes que llegar a estos extremos, dile a Zarek que se vaya contigo, y asunto arreglado.
Me miró con odio puro; pude empezar a sentir una presión alrededor de mi garganta.
- ¿Eres idiota o te haces? Zarek no se va a ir de aquí porque tu trasero corre peligro a cada instante; y más que has manifestado tu nulo interés por tus padres, él no tiene otra opción que quedarse aquí a cuidarte.
A medida que hablaba, la presión que sentía iba en aumento.
- ¡Suéltame! Zarek no tiene por… por qué hacer eso… - mi voz empezaba a sonar rasposa y pesada – todos us… ustedes tienen… que… que dejarme en paz.
Me llevé ambas manos a mi garganta, pero era inútil, sabía dentro de mí, que ella era la causante de todo.
- Si supieras más de ti misma, sabrías cómo detenerme sin problemas; pero justo en la ignorancia en la que estás envuelta, no puedes hacer nada.
Cerré los ojos, ya no podía articular palabra; pero justo antes de que me desmayara, la presión cedió, y el aire empezó a ingresar a toda prisa a mis pulmones.
- Ya sabes de lo que soy capaz Cyrene; así que levántate, nos tenemos que ir. – dijo con tono autoritario.
Dyna me agarró de un brazo, y de un tirón, me levantó.
- Camina. – dijo perdiendo la paciencia; yo aún estaba tratando de regular mi respiración.
- ¿De nuevo tú?
Ambas nos giramos, Zarek estaba parado justo frente a nosotras, sus ojos eran totalmente violetas; podía sentir la furia emanar de él; era como un aura que lo envolvía.
Yo aproveché que Dyna me había soltado, y apoyé mis manos en mis rodillas, tosía de manera descontrolada, me dolía la garganta.
- Zarek yo… - Dyna parecía angustiada - ¡no puedes quedarte sólo por ella! – gritó de repente.
- ¡Sabes que corre peligro! ¿Sabes lo que te podría pasar si los reyes supieran cómo la estás tratando? ¿Sabes lo que ocurriría si esos desgraciados que la persiguen logran tenerla en su poder? – Zarek estaba totalmente fuera de control.
- ¡Pero no puedes sacrificarte de esa manera sólo por ella! ¡¡Tú no perteneces aquí!!
No podía soportar más la situación, sabía que todo ese lío era por mí, por lo que no podía quedarme sin decir nada.
- Zarek… no tienes que quedarte… - mi voz era un poco ronca, pero ya estaba mucho mejor – No tienes ningún deber conmigo, vete con Dyna, yo ya he pasado por cosas similares, sabré defenderme sola.
- ¿Así como te acabaste de defender de Dyna? – dijo con sorna.
Lo fulminé con la mirada; pero en el fondo, sabía que tenía razón.
- Si es necesario me iré de aquí, a un lugar en donde nadie me conozca, no dejaré que me encuentren; pero no quiero que te quedes aquí.
- ¿Es que no escuchas? – sus ojos no se despegaban de los míos; todo en él era tensión - ¿No te dije que tú tienes prácticamente un GPS incorporado? ¡Te encontrarían hasta en el fondo del mar! – gritó tan fuerte, que unos pajaritos que jugaban alegremente en la copa de un árbol salieron volando.
- ¡Pues entonces dejo que me lleven y que hagan lo que quieran conmigo, pero no voy a atarte a este lugar! - << ¿A él qué le importa lo que suceda conmigo? >> - Y si es por esas personas, ¡si no les importé durante 21 años, no debería importarles en lo más mínimo a estas alturas de mi vida!
Temblando por la intensa furia que me engullía en ese momento, giré sobre mis talones y empecé a andar, pero no había dado ni dos pasos, cuando unos furiosos ojos violetas se cruzaron en mi camino.
- ¡¿Pero qué… qué…?! - empecé a balbucear de la impresión.
<< ¡¿Cómo pudo hacer eso?!... ¡Estaba lejos! >>.
- ¡A ellos siempre les has importado! – gritó Zarek furioso.
Su comentario me sacó de la impresión en la que estaba. Solté una carcajada amarga.
- ¡¿Acaso no escuchaste por lo que tuve que pasar?! ¡Si les hubiera importado, no me hubieran dejado tirada en ese lugar tan horrible! – en un arrebato, lo cogí de la camisa y lo acerqué a mí - ¡¡Me dejaron tirada en un callejón!! ¡Casi me violan!
Mis ojos picaban, si no me controlaba, empezaría a llorar; y eso sólo serviría para odiarme más a mí misma.
- Danna…
- Te dije… - empecé a decir mientras que lo soltaba – te dije que si querías hablar, no los debías nombrar; sea lo que sea que esté sucediendo, ahora no voy a ser capaz de escucharte.
Me giré, con toda la intención de alejarme de ese par; Dyna estaba en el mismo lugar, me miraba con furia, pero cuando sus ojos iban hacia Zarek, cambiaban del cielo a la tierra.
- Danna… - empezó a decir Zarek siguiendo mis pasos; yo lo ignoraba, estaba cansada de tanto discutir – Danna… - por su voz, sabía que estaba perdiendo la paciencia - ¡Cyrene… - dijo agarrándome sin contemplaciones del brazo, y haciéndome girar bruscamente – para de una maldita vez, y deja de huir!
La presión llegó a su punto de ebullición, todos mis sentimientos y emociones, giraban de manera descontrolada en mi interior. Sentía como si todo mi ser fuera un volcán a punto de hacer erupción.
- ¡¡¡Te he dicho que me dejes en paz!!! – hasta la garganta me dolió por la fuerza con la que había dicho esas palabras, había llevado mis cuerdas bucales al máximo.
No estaba preparada para lo que sucedió a continuación; Zarek salió disparado de manera impresionante hacia atrás, el grueso tronco de un árbol, unos metros más allá, fue lo que lo detuvo; y en un parpadeo, Dyna estaba encima de él.
El estado de shock y de estupefacción, no duró mucho; pues justo como había sucedido esa misma madrugada, sentí un estremecimiento como si de un rayo atravesándome se tratara; el grito de dolor, no se hizo esperar por mi ya maltratada garganta; en segundos todo giró, hasta que quedé sumida en la totalidad oscuridad.
El sueño era apacible, pero raro al mismo tiempo, me sentí tranquila, como si por fin pudiera respirar en paz; allí no había un pasado turbulento que me siguiera, ni un presente tan fuera de lo real, como había vivido estos días. Vi que un tipo se me acercaba; pero no sentía miedo, a pesar que por alguna razón, no lograba ver su rostro ni nada que lo pudiera identificar. El tipo se acercó, y se sentó a mi lado, me hablaba, pero no lograba retener ninguna de sus palabras; era como si me hablara en otro idioma. Luego de un rato… no sé cuánto, el tipo me agarró del rostro, y juntó nuestros labios; la sensación era única… casi a la par que empezó el beso, una ola de energía se regó por todo mi cuerpo; era como si de alguna manera estuviera tomando algún súper energético.
- Despierta…
La voz sonaba lejana, y me era algo familiar, pero no lograba saber de dónde.
En ese momento fruncí el ceño, el tipo se había separado de mí… había desaparecido.
<< ¿Esto es un sueño? >>.
- Cyrene… despierta por favor…
Al igual que el polvo era arrancado con fuerza por una aspiradora, yo me vi arrastrada de aquel lugar tan apacible.
Antes de abrir los ojos, pude deducir que no me encontraba en enfermería, pues podía sentir el frío, duro e irregular suelo del bosque; parte de mí lo agradecía, sería demasiado sospechoso estar tantas veces en enfermería en tan pocos días.
Abrí los ojos al fin, tenía un fuerte dolor de cabeza, además del dolor en mi garganta. Lo primero que vi, fue a Zarek, quien me sostenía el rostro entre sus manos.
- Despertaste… - dijo aliviado.
Una imagen de él golpeando el tronco me aplastó.
- Tú… tú… ¿cómo estás? – mi voz sonaba ronca y rasposa, realmente me dolía hablar.
- Ssshhh… no te preocupes, sólo fue un golpe… - parecía… ¿contento? - ¿Tú cómo estás?
- Bien… - intenté incorporarme, pero él me lo impidió.
- No, espera… trata de relajarte y calmarte; el golpe fue fuerte.
Me levantó el torso, de manera que quedara apoyada en su regazo; él estaba con la espalada apoyada contra el tronco de un árbol.
- Tú fuiste el que te golpeaste contra ese árbol… yo te vi, ¿cómo… cómo sucedió? – en ese momento me moví, pero paré en el acto, pues me dolía mucho la cabeza.
- No te preocupes por eso, ya te dije, yo estoy bien, y luego te explico qué fue lo que pasó; por ahora trata de relajarte, no quiero que te dé uno de esos mareos.
- ¿En dónde está Dyna? – dije tras unos minutos de silencio.
Sentí que se tensó; quise moverme, era más que obvio que si ellos eran algo, no le agradaría para nada a Dyna vernos de esa manera; pero de nuevo Zarek me lo impidió.
- Ella se ha ido, pero me temo que va a volver en cualquier momento; ya le advertí sobre acercarse a ti. – parecía de nuevo furioso por lo sucedido.
- Ella no me quiere llevar a donde ese tipo. – no sabía por qué, pero sentí la necesidad de defenderla.
- No, ella no quiere eso, pero no está bien los métodos que está usando. – parecía algo aliviado; por lo que aproveché para seguir hablando, tenía que convencerlo.
- Creo que ella tiene razón.
- ¿En qué? – parecía algo curioso. Su mano acariciaba mi cabeza de manera tierna.
- De… de que deberías irte… - detuvo sus movimientos – no sé en donde viven; pero es obvio que no debes quedarte aquí; si… si vienen a buscarme, me defenderé; si es necesario entraré a un curso de defensa personal; así que no te preocupes; además, debes tener una vida a la cual regresar; debe haber personas como tus padres o Dyna, que te están esperando.
- ¿Por qué tu insistencia en que me vaya? – sabía que estaba molesto por su tono de voz - ¿Tanto te molesta mi presencia?
- No estamos hablando de eso, pero entiéndeme, no puedo permitir que ates tu vida a la mía, ¡debes tener sueños y metas qué cumplir! ¡Debes tener personas con las que te gustaría estar todo el tiempo! ¡No deberías quedarte aquí, cuidando a una total desconocida!
- O sea que no lo dices porque te molesta que esté aquí. – no parecía pregunta, pero sin embargo respondí.
<< ¿Acaso no escucha? >>.
- Ya te dije que no…
- No puedo dejarte; a estas alturas deberías darte cuenta que unas clases de autodefensa no te van a servir de nada. Además, por mí no te preocupes; yo aquí me siento bien aunque no lo creas. Sí, las personas que conozco están lejos, pero es bueno de vez en cuando alejarse de todo.
- Dyna dice que no perteneces aquí, ella… ella te necesita.
- No más que tú.
- No deberías escoger entre ella y yo, no es justo para ella; además… - dudaba en si seguir hablando, pero debía hacerlo; ¿acaso no iba a pensar en su relación? – no la puedes dejar sola, ella te quiere, y quiere lo mejor para ti.
- ¿Crees que hay algo entre Dyna y yo? – parecía algo inquieto; no le veía la cara, pero me lo imaginaba frunciendo el ceño.
- Creo que eso a mí no me incumbe. – dije de repente incómoda.
- Te hice una pregunta. – dijo con tono autoritario.
No pude evitar poner los ojos en blanco; ¿qué se cree?
 - Es obvio que sí, y más por la manera en la que ella te mira.
Bueno aunque pensándolo bien, no era la única que lo miraba de tal manera, pues prácticamente a todas las chicas se les saltaban los ojos cuando lo veían.
- ¿A sí… y cómo me mira?
- No te pases de listo, no te voy a alimentar tu ego.
Se escuchó una breve risa.
- ¿Ya te sientes mejor?
- Sí, gracias. – me ayudó a sentarme; tenía que admitir que el dolor de cabeza ya era poco, estaba feliz por eso.
- Creo que debemos hablar. – dije tras unos minutos de silencio. Sí, increíblemente de mi boca habían salido esas palabras; pero lo que había sucedido con Dyna, me dejó ver que no puedo seguir con mi terquedad, y que no podía seguir con mi ignorancia.
- ¿De verdad quieres hablar? – sonaba realmente sorprendido, sus ojos parecían iluminarse.
- Sí, quiero… quiero saber todo; no importa lo loco que suene.
- ¿A dónde quieres ir?
- Aquí está bien, este sitio de alguna manera logra relajarme.
Él asintió con una sonrisa.
- ¿No tienes clase? – dijo tras observarme unos segundos.
Fruncí el ceño. 
<< ¿Ahora es él el que no quiere hablar? >>.
- No me malinterpretes. – dijo al ver mi expresión – sólo no quiero que nada nos interrumpa… - se quedó unos segundos meditando, y luego clavó su mirada en la mía – Sé que no quieres que los nombre,  - me tensé de inmediato… no lo podía evitar – pero… si realmente quieres saber todo lo que está sucediendo, debes permitirme hablar de ellos.
Hice un gemido interno, parte de mí, sabía que era inevitable; pero eso no quería decir que fuera más fácil de asimilar.
- Sólo… trata, si es posible de hablar lo menos que puedas de ellos… y por favor, no empieces con que ellos me quieren o cosas similares, no… no quiero escuchar nada de eso.
Él asintió levemente, pero por sus ojos, sabía que no le agradaba del todo la idea.
- Sé que todo esto va a sonar muy loco como tú dices, y más por el mundo en el que has vivido… - fruncí el ceño ante su comentario - pero te aseguro, que todo es real, y que no es producto de una amplia imaginación; mucho menos que sea parte de algún tipo de broma.
Asentí levemente. Me concentré en él, era como si sólo Zarek existiera para mis ojos; cada uno de sus movimientos, expresiones y palabras eran captadas con una precisión milimétrica por mis atentos sentidos.
Había escogido el bosque, pues sabía que me brindaría cierta tranquilidad, la cual por cierto, a pesar de todo, ya estaba sintiendo.
- Cuando necesites algo de tiempo, me dices y yo me detengo.
- Por favor… me estás poniendo más nerviosa de lo que estoy… sólo habla.
Me miró por unos eternos segundos, y al fin empezó.
- Hace muchos años, los dioses vivían con los humanos aquí en la tierra; bueno así los llamaban, ya que poseían poderes extraordinarios, por lo que en su momento fueron venerados y hasta culto les rendían a algunos de ellos. Poseidón, y Euríale, eran una pareja de dioses, los cuales tuvieron un hijo, llamado Orión. Desde un inicio, Orión se mostró como todo un guerrero y luchador, además de un destacado cazador. En una ocasión él viajó a la isla de Quíos, esto está en Grecia; allí conoció a Mérope; hija del rey Enopión y Hélice. Lo de ellos fue amor en un flechazo, al paso del tiempo, ellos terminaron casándose. Por circunstancias de ese entonces, las personas empezaron a sentir envidia de los poderes de ellos; por lo que en una emboscada, lograron matar a los padres de ambos. Al ver que ellos no podían seguir viviendo tranquilamente allí; tus padres, junto con otras personas como ellos, se fueron… se fueron a vivir a Néa Zoí, es otro planeta…
- Nueva vida… - dije en un susurro.
- Sí, - dijo Zarek contento - ¿cómo lo sabes?
- En lo que estudio estoy viendo algo de griego. – él asintió, pero en ese momento sentí el peso de lo que acababa de decirme Zarek - Espera. ¿Me estás sugiriendo, que ese Orión del que hablas y esa Mérope, son… son ellos? ¿Y encima me dices que viven en otro planeta?
No pude evitar darme cuenta de lo ridículo que se escuchaba eso en voz alta.
- Sé perfectamente que esto es muy difícil de asimilar para ti, pero sí, eso es lo que quiero decir; tus padres son seres mitológicos según tu cultura… bueno, en la que fuiste criada.
- Es imposible… - dije en un susurro.
- Mírame. – dijo Zarek tomando mi rostro entre sus manos; lo miré, y sus ojos eran violetas de nuevo - ¿Confías en mí?
- Es una pregunta difícil de contestar.
- Entonces, te pido que hagas el intento… por favor, permíteme seguir hablando, realmente es importante que sepas todo.
- Ok. – dije en un susurro, como temiendo que si hablaba en voz alta, todo se haría realidad.
Sin esperarlo, Zarek se acercó y unió nuestros labios por un par de segundos. Se alejó, e hizo que me acomodara de nuevo en su regazo; no discutí, puse mi cabeza en sus muslos y cerré los ojos, tenía que trabajar en regular mi pulso y mi respiración. Una sensación extraña se había adueñado de mí, no había esperado en lo absoluto ese acto por parte de él, pero no terminaba por decidir si me había sentido bien o mal.
- Una vez allí, - continuó hablando Zarek, quien de nuevo acariciaba suavemente mi cabeza – ya que ellos eran la pareja más querida y poderosa, eso sin contar que fue gracias a sus poderes que los demás pudieron escapar, fueron elegidos reyes; mis padres con los cuales se conocían desde que estaban viviendo aquí, fueron nombrados virreyes. Hace unos años, mis padres me tuvieron, unos tres años después, tus padres te tuvieron; pero para ese entonces, desafortunadamente, el reino estaba siendo amenazado por una familia poderosa; ellos reclamaban el reino, por lo que ante la inminente amenaza, tus padres se vieron obligados a dejarte en un lugar totalmente fuera del alcance de ellos. Así que como ya habían pasado miles de años desde lo sucedido aquí, vieron que era un lugar en el cual te podrían dejar sin ningún problema. Por muchos años, tu existencia era un secreto para todos, como ya te había dicho antes, sólo mi familia sabía de ese hecho; pero hasta hace poco tu existencia llegó a los oídos de Denes… él es el que te quiere.
- ¿Por qué me quiere? – tenía que empezar a hacer preguntas, o de lo contrario mi cabeza explotaría.
- Al ser tus padres los reyes de Néa Zoí, tú vendrías a ser la princesa, por consiguiente, la heredera de todo el reino; Denes tiene la intención de desposarte con su hijo, de manera que él pueda manejar todo, sólo tirando de los hilos. – esto lo había dicho casi con furia palpable.
No pude evitar tensarme, ¿yo, ser la princesa de Néa Zoí? Y encima, ¿me quieren desposar con un tipo que no conozco por un beneficio? 
<< ¡Ni que estuviéramos en el siglo pasado! >>.
- No supimos de ti, tanto Mérope como Orión, quedaron sin comunicación contigo, por lo que hasta ahora me entero de las circunstancias en las que fuiste criada, créeme, la intención de ellos nunca fue de hacerte sufrir, ellos…
- Para. – dije tensando la mandíbula – Ya te dije… por favor, no lo hagas.
- Ok… perdóname. Ya es increíble que me dejaras hablar sin que salieras gritando y corriendo.
- No cantes victoria, no sabes las ganas tan inmensas que tengo de hacer eso justo en este momento.
- Pero no lo has hecho, además si lo intentas, no lo vas a lograr, porque yo te voy a retener. – por alguna razón, en vez de irritarme su comentario, hizo que se me formara un nudo en el estómago.
- ¿No tienes preguntas? – dijo después de unos minutos.
- Muchas… pero no sé por dónde empezar.
- No te preocupes, yo estoy aquí para responderte todo; empieza por la primera que logres atrapar en medio de ese remolino.
Sonreí ante su ocurrencia, era exactamente como sentía que estaba mi mente.
- ¿Se supone que eres una clase de dios?
<< ¿Por qué cuando digo las cosas en voz alta suenan tan ridículas? >>.
- No, no lo somos, para nosotros un dios es quien creó todo lo que nos rodea; más bien nos consideramos personas normales… - levanté una ceja ante lo que decía, él me vio, y me sonrió – bueno, no tan normales, sólo un poco diferentes.
- Un poco… - dije con una sonrisa en mi cara, pues él me la había logrado contagiar - ¿Tus padres también tienen… poderes?
- Sí, en realidad, todos los que vivimos allí tenemos poderes. El grado de poder varía de persona en persona. Unos pueden sólo hacer algunas cosas en específico, otros pueden hacer varias cosas. Los poderes son transmitidos de los padres a sus hijos; por lo que los hijos adquieren los poderes tanto de madre como de padre, haciéndolos más…
- Poderosos… - dije distraídamente.
- Así es.
- Entonces tú puedes hacer muchísimas cosas, porque deduzco que tus padres al ser los virreyes tienen asombrosas habilidades.
- Sí, se puede decir que sí. – dijo algo avergonzado para mi sorpresa – Pero tú… tú eres la más poderosa de todo nuestro reino. – dijo en un tono dulce, mientras pasaba su mano por mi mejilla.
Me sonrojé de inmediato, pero el desconcierto, me pudo más.
- ¿Yo? – dije con mi voz teñida de incredulidad – Tú mismo lo viste hace un rato, no fui capaz de defenderme de Dyna, ¿cómo es posible que yo sea la más poderosa? – solté una risa nerviosa.
- Cuando somos niños, se nos educa para explotar nuestros poderes, de modo que aprendemos a manejarlos y a ser conscientes de su existencia, con el fin de manipularlos de la mejor manera. En tu caso, tú no pudiste adquirir ninguno de esos conocimientos; por lo que por decirlo de alguna manera, tus poderes están dormidos… sólo hay que despertarlos.
Me senté, de nuevo me sentía inquieta ante su mirada, era como si me viera el alma… eso me asustaba.
- ¿Cómo es que aún siguen vivos? – era una pregunta que me daba miedo hacer, pero no podía quedarme con la duda. Además, me ayudaba a desviar su atención de mí.
- Ellos… nosotros, somos inmortales.
Lo miré a los ojos, esto sí se ganaba el premio a lo más loco que había escuchado.
- O sea que… ¿ustedes… nunca… mueren?
Me miró casi hipnóticamente, estaba totalmente perdida en el mar violeta de sus ojos, pero siempre que sucedía eso, algo dentro de mí me halaba de su hechizo como avisándome que debía protegerme.
- No, nosotros no morimos… eso te incluye también a ti.
- No… no puedes estar hablando enserio… yo, yo… envejezco; mira, de lo contrario no hubiera crecido si fuera inmortal.
- Nosotros también crecemos, pero podemos controlar nuestro crecimiento. – fruncí, el ceño, pues no había entendido ni P de lo que había dicho – Mira, - se dispuso a explicarme debido a mi reacción – cuando cumplimos los 13 años, que en tiempo para los humanos son los mismos, nosotros adquirimos la posibilidad de controlar nuestro crecimiento, ya sea acelerándolo o retardándolo. De modo que podemos vernos mayores o menores de lo que realmente somos.
- ¿Tú… tú cuántos años tienes?
Me sonrió.
- ¿Temes que sea un viejito? – por su expresión, intentando parecer un anciano, no pude evitar mi risa – Sólo te llevo 3 años, así que tal y como me ves, es la edad que tengo.
Justo cuando dijo eso, no pude evitar darle una repasada, y justo cuando terminaba de verlo, al llegar a sus ojos, él me miraba con una sonrisa en la cara. Me sonrojé hasta más no poder.
- ¿Me crees? – dijo con tono burlón.
- Sí… bueno. – traté de decir como si nada.
- Mira, sé que quizás ahora tu mente esté un poco bloqueada con toda la información que has recibido, así que no te preocupes si por ahora no me quieres preguntar más; estoy seguro que más adelante te irán surgiendo nuevas dudas. – se acercó a mí, y me tomó de las manos – No sabes lo que me alegra que me hayas escuchado, aprecio mucho el voto de confianza que has depositado en mí. De ahora en adelante las cosas se van a poner difíciles, sé que más personas vienen por ti, por lo que… deberías considerar la idea de venirte a vivir conmigo. – para cuando decía eso, con una mano acariciaba mi mejilla, mientras con la otra me sostenía las manos.
Me sentía atrapada, era como si él tuviera la capacidad de hacer inútil mi cerebro, haciendo que no pudiera pensar en absolutamente nada.
- Definitivamente debes estar loco para proponerle eso a ella. – dijo una voz tras nosotros.
No tenía que girarme para saber de quién se trataba.
- ¿Y a ti qué te importa lo que yo le proponga a ella o no? – dijo Zarek con voz altiva, mientras se levantaba, y me tendía la mano para ayudarme a mí.
- Me importa porque es mi amiga. – dijo Alejandro furioso.
- Además no te conocemos de nada. – dijo Lorena con desconfianza en su voz.
Me giré de inmediato, ¡no pensaba que los dos estuvieran aquí!
- ¿Quién es este tipo? – dijo Lorena mientras me inyectaba con sus ojos chocolate.
Empecé a pasar colores, no sabía qué decir.
<< ¿Qué tanto han escuchado? >>.
- Soy su compañero de clase. – dijo Zarek con voz filosa.
- Lore… te presento a Zarek. – los ojos de Lorena brillaron de manera extraña, y una leve sonrisa curvó sus labios.
- Así que tú eres el famoso Zarek. – dijo Lorena acercándose a mí, Zarek continuaba a mi lado.
- ¿Famoso? – dijo Zarek mirándome.
- Zarek, ella es Lorena, mi mejor amiga. – dije ignorando su pregunta, además estaba un poco aliviada al ver el cambio de actitud en Lorena.
Ellos se saludaron estrechándose la mano.
Alejandro se acercó rápidamente a mí, y tomándome de la mano en un acto rápido, me haló hacia él.
- ¿Qué te pasó aquí? – dijo Alejandro inclinándome la barbilla, y tocándome el cuello.
Fruncí el ceño, no sabía a qué se refería.
- Tienes una raspadura. – dijo al ver mi expresión.
<< Seguramente fue cuando me caí… >>.
- Creo que fue con alguna rama… no me había dado cuenta.
- Tienes que cuidarte, eres demasiado despistada. – dijo dándome un beso en la frente.
Sonreí, pues Alejandro siempre me mimaba de esa manera, además me aliviaba que ya no estuviera enojado.
- Bueno… - dijo Lorena para llamar nuestra atención, me giré y Zarek estaba… ¿furioso?
<< ¿Y ahora qué le pasa? >>.
- Eeee…  - no sabía qué decir, ¿ahora la capacidad para hablar en dónde había quedado?
- ¿Nos quieres explicar qué era eso que le estabas diciendo a Danna? – dijo Alejandro mientras ponía un brazo por encima de mis hombros y me acercaba a él.
Apreté los dientes, por un instante, pensé que me había logrado zafar de ese tema.
- Sí, ¿cómo es eso que quieres que mi amiga se vaya a vivir contigo? – dijo Lorena, posicionándose al otro lado mío, en actitud protectora.
No pude evitar poner los ojos en blanco.
Por un momento, por cómo veía a Zarek, pensé que iba a responder de malos modos, ya que éste se veía totalmente enojado; sólo entonces reparé realmente en sus ojos, éstos eran violetas; me giré nerviosa para ver seguramente las caras de espanto de mis amigos, pero ellos parecían no tener problema con sus ojos… Ya sabía que al menos el profesor no veía nada raro en los ojos de Zarek, pero fue raro y a la vez un alivio saber que ellos tampoco veían nada raro. A pesar de eso, Zarek me dejó sorprendida con su actitud.
- Pues le propuse a Danna… - empezó a decir amablemente, su mirada pasaba de Lorena a Alejandro, pero no me miraba a mí – que se fuera a vivir conmigo a mi apartamento… - abrí los ojos de par en par, Alejandro se tensó a mi lado, Lorena parecía más calmada… << ¡¿Qué cree que está haciendo?! >> Buscaba conectar mi mirada con la de Zarek, pero éste simplemente me ignoraba adrede.
- ¿Por qué harías algo así? – dijo Lorena con voz neutra, no sabía lo que pasaba por su cabeza.
- Porque me gusta, y quisiera vivir con ella. – dijo encogiéndose de hombros, como si estuviera hablando de su deporte favorito.
Yo me atraganté con mi propia saliva, Alejandro a mi lado me ayudaba a recuperarme.
- Así que mi amiga te gusta… - decía Lorena totalmente apacible – supongo entonces que hace mucho se conocen.
Miré a Lorena, yo ya estaba bien; no sabía lo que pretendía, pues ella sabía perfectamente que Zarek y yo apenas llevábamos unos días de conocernos… ¡Incluso le había dicho que no lo soportaba!
- Esto es totalmente ridículo. – masculló Alejandro.
- Para mí no es ridículo… - dijo Zarek – y la conozco desde hace unos días apenas, pero no le veo el sentido a quedarme callado mucho tiempo, ocultándole lo que siento, cuando otro puede venir en un parpadeo a arrebatármela.
Por unos breves segundos, mi corazón se sintió extraño, no sabía si latía o había dejado de latir; pero luego caí en cuenta que se refería a los tipos que me perseguían; en conclusión, todo era una distracción, para poder estar cerca de mí. Por alguna razón, eso sólo hizo enfurecerme.
<< ¿Cómo es capaz de llegar tan lejos por eso? ¡¡Y por un momento me lo creí!! >>.
- Pues lo siento mucho, yo no pienso irme contigo a ninguna parte… - empecé a decir con la voz plana; Alejandro me cogió de la mano y me la apretó, Lorena me miró con los ojos abiertos; mientras que Zarek, por fin se dignaba a mirarme, pero totalmente furioso – además, aunque no te incumbe, yo me voy a vivir con mi amiga; y por último, creo que es demasiado pronto para decir cosas como esas, tú no me conoces, y yo no te conozco a ti.
Mi corazón latía fuertemente contra mi pecho, sentía un nudo en la garganta, estaba furiosa por lo que él estaba intentando hacer.
<< ¿Qué se cree? >>.
Me giré hacia Alejandro, y lo miré a los ojos.
- Alejo, ¿me ayudas a empacar mis cosas?
- Claro.
- ¿Vienes con nosotros? – le dije a Lorena girándome hacia ella.
- Sí, vamos. Luego iremos a comprar los muebles.
- A… ¿entonces no nos vamos a mudar hoy?
- No creo que los muebles los envíen hoy mismo. – dijo Lorena.
Al parecer los tres estábamos en sintonía de ignorar a Zarek, del cual sentía su fría mirada sobre mí.
Apreté los dientes, realmente no quería pasar un día más allá, si Dyna me había encontrado en ese lugar, era obvio que los otros también; sí, sabía que me encontrarían en cualquier lugar, pero había notado que siempre lo hacían cuando estaba sola; bueno a excepción de esa primera vez que estaba con Alejandro.
- Si quieres te puedes quedar en mi apartamento esta noche. – dijo Alejandro.
Prácticamente me podía ver con los ojos brillantes y una sonrisa enorme en mi cara.
- ¿En serio? ¿No te molesto?
- Claro que no, además, hace mucho que has quedado en ir.
- También podrías venir Lore. – le dije a mi amiga para no dejarla por fuera.
- Me gustaría, pero me temo que hoy les informaré a mis padres sobre la mudanza.
- ¿No quieres que te acompañe? – dije preocupada, aunque pensándolo bien, eso sólo empeoraría las cosas, ya que sus padres no me soportaban.
- No te preocupes Danna, tengo que enfrentarlos yo sola, además te veo algo pálida, será mejor que descanses bien esta noche con Alejo.
- ¡Claro que sí… no puede estar en mejores manos! – dijo Alejandro totalmente contento, mientras me abrazaba por detrás.
- Bueno Alejo, entonces vamos, ya sabes que me tienes que ayudar a empacar. – tomé la mano de Alejandro, y junto con Lorena empecé a caminar.
- Danna. – dijo Zarek cerca de nosotros.
Tenía toda la intención de ignorarlo por completo, pero sabía que a Lorena y a Alejandro se les haría extraño; y ya de por sí, sabía que tenía que soportar todo un interrogatorio, preguntándome a cerca de él; por lo que decidí que mejor trataría de dejar las cosas en paz.
- ¿Sí? – dije girándome como si nada.
- Aún tenemos que hablar. – estaba totalmente serio, yo no estaba muy diferente.
- Creo que lo podemos dejar para otro día, ¿no te parece?
Él levantó una ceja.
- Además, tengo cosas qué hacer, como ya seguramente escuchaste… - seguí hablando, y con eso le quería dejar más que claro que yo no iría con él a ninguna parte – así que lo que sea será mejor tratarlo mañana… igual, tenemos clase.
Justo en ese momento recordé algo que tenía pendiente hacer desde la semana pasada, y aunque las cosas habían cambiado radicalmente, haciendo que los motivos fueran otros, de igual manera quería lo mismo… alejarme de Zarek.
Sin esperar respuesta de su parte, me dirigí hacia mis amigos, con los cuales empezamos a caminar con calma, hablando de la mudanza.
En el camino, vi un compañero de la clase que tenía con Zarek.
- ¿Me esperas un momento? – le dije a Alejandro, Lorena ya se había ido, y nosotros estábamos caminando hacia su auto.
- Claro.
Salí corriendo, definitivamente esto me serviría para alejarme de Zarek.
<< Es lo mejor que puedo hacer, no importa en el rollo en el que estoy metida. >>.
Después de ver hasta dónde Zarek estaba dispuesto a llegar con tal de mantener la promesa de cuidarme que muy seguramente le había hecho a… ellos, no podía permitir tenerlo cerca; y menos aun viendo en la extraña manera con la que sus palabras habían surgido efecto en mí. Tenía que alejarlo; no importaba lo grosera que tuviera que portarme o lo que tuviera que hacer para conseguir mi objetivo, pero era muy cierto que él se tenía que ir, y pronto.
- Lista. - dije entrando al auto de Alejandro, quien me esperaba pacientemente.
- ¿Qué necesitabas de él?
- Le preguntaba algo a cerca de un trabajo, tenía algunas dudas y él me ayudó. – me sentía mal por mentirle, pero no quería evocar el nombre de Zarek, aunque en el fondo creía que si él se enteraba de que quería a Zarek lejos, estaría contento, ya que al parecer ellos no se soportaban.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.