Orión

Epílogo

Una suave melodía me empezó a envolver, cada segundo que transcurría, la podía escuchar con más claridad. Poco a poco fui abriendo los ojos al lugar frío, oscuro y desolador que ya se me hacía familiar; recordaba perfectamente la vez anterior que había estado allí, que por cierto, había sido varios días, o al menos eso podía intuir, ya que allí no existía el reloj o la luz del sol para guiarme.
Me levanté, y al igual que la vez anterior, observé la blanca luz al fondo, pero algo me decía que de nada servía ir hacia ella, ya que no podría atravesarla. Después de caminar por lo que a mí me pareció horas, la voz que había escuchado en mi anterior visita hizo acto de presencia.
- Hola Cyrene.
Levanté una ceja, era la primera vez que decía mi nombre, pues las anteriores ocasiones, se había limitado a advertirme cosas o a tararear.
- Hola, ¿quién eres?
- El peligro cada vez es mayor.
Fruncí el ceño.
- ¿De qué peligro hablas?
- Ellos te quieren.
Volví a arrugar el entrecejo, esa era la conversación más larga que habíamos tenido, pero no me decía nada claro, además, ¿qué peligro?, ¿quiénes son ellos?
<< Quizás sea de un pasado que no recuerdo. >>.
No lo descartaba, ya que al igual que la vez anterior, podía sentir el baúl de los recuerdos, pero al igual que la luz blanca de aquel lugar, eran inalcanzables.
- ¿Quiénes son ellos?
Pero en lugar de recibir respuesta, ella empezó a tararear aquella hermosa y relajante melodía. No insistí en que me contestara, para ese momento la conocía lo suficiente como para saber que no me soltaría una sola palabra más, además, no era como si tuviera que creer algo de lo que ella dijera, tal vez sólo era una señora perdida en la oscuridad, tratando de entretenerse con algo o con alguien. Me senté y recosté mi espalda contra la fría pared.
Volví a despertar, fruncí el ceño, aún continuaba en aquel lugar; a pesar del paso de los días, no me acostumbraba a esa energía pesada que se sentía, era asfixiante y agotadora. Entonces por primera vez pensé en esa mujer, ¿no sentirá la misma soledad que yo, estando en este lugar?
- ¿Hola? – dije en voz alta, el lugar hacía que mi voz sonara acompañada de ecos - ¿Estás ahí?, ¿no quieres venir a hablar conmigo? – no recibía respuesta, parecía una loca hablando sola, pero, aun así, continué - ¿Sabes?, aún no sé tu nombre, bueno en realidad no sé nada de ti, deberías acercarte, así nos haríamos compañía.
- Yo sí sé tu nombre.
<< Bueno al menos si contestó. >>.
- Bueno, eso es evidente, pero yo no sé el tuyo, ¿por qué no vienes?
- Tienes el corazón dividido.
Me estaba resignando a conocerla, al parecer ella disfrutaba del anonimato.
- ¿Por qué tengo el corazón dividido?
- Y va a llegar alguien más.
No me gustaba eso de ella, siempre que hablaba lo hacía a medias, nunca se explicaba, y decía cosas sin sentido.
- Bueno… ¿y cómo te llamas? – dije con la esperanza de que hablara algo más coherente.
- Tienes que tener cuidado.
Esta vez puse los ojos en blanco, al parecer no sabía otra cosa que soltar advertencias a diestra y siniestra.
- Ok, sí, ya, me tengo que cuidar; ¿alguna otra cosa de la que quieras hablar? No sé, quizás tú sí sepas en dónde estamos, o por qué no recordamos nada… porque tú no recuerdas, ¿verdad?
Y así, como si la hubiera espantado, se fue… dejó de hablar.
Los días continuaban pasando, hasta que, en una ocasión, no me desperté por mí misma, sino de nuevo aquella melodía tarareada hacía la vez de despertador.
- Gracias. – dije agradecida de corazón por esa dulce melodía, ya que el lugar me trataba de sumir en el dolor y la desesperación.
Después de unos minutos, la melodía se detuvo.
- Ya te tienes que ir.
De repente una alarma me puso en alerta, como si temiera el a donde ir… como si hubiera un lugar peor del que me encontraba.
- ¿A dónde me tengo que ir? – sonaba angustiada.
- Ya te tienes que ir. – volvió a repetir – Tienes que cuidarte Cyrene.
- ¿Tú no vienes conmigo?
- Yo siempre estaré contigo.
- ¿Quién eres? – casi no la dejaba terminar de hablar cuando yo ya estaba formulando la siguiente pregunta, pues sentía que estaba siendo expulsada de ese lugar.
- Dado el momento me conocerás.
- Pero…
- Hasta pronto Cyrene…
La voz se convirtió en un sonido lejano, ahora podía decirlo… estaba despertando.

FIN…?




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