Orión: la leyenda Orestes, príncipe de Caenus

Capítulo 3

Con tan solo flechas, un arco, su espada y escudo, Orestes partió del palacio aventurándose a la primera aldea. Habitada por seres de raza negra, el pueblo de Evermire era conocido por ser uno de los lugares con las razas más fuertes de todo Caenus. El príncipe iba en busca de Gael, un hombre corpulento y con mucho poder. Su potencial era tan alto que estaba a nivel de los guardianes. 

Ese mismo día era el cumpleaños de Orestes, por lo que fue recibido por Gael en su morada con dos cachorros de color negro azabache. El príncipe los bautizó con los nombres de Sirio y Proción. Ambos se convertirían en sus compañeros de caza. 

—Agradezco por los cachorros, Gael —pronunció Orestes —soy amante de los perros, y estos me serán útiles para cazar. Los cuidaré como a mi propia vida. 

—Estos no son de una raza cualquiera —aclaró Gael —se dice que son descendientes de los perros de caza del mismo Orión, por lo tanto, estos cachorros tienen una fuerza increíble. —se acercó para brindarle cidra al príncipe —se muy bien que eres un guardián y que dentro de ti se mantiene oculta la esencia de Orión. Es por ello que me honras con tu visita. 

Orestes recibió la cidra —gracias —y continuó diciendo —sabes que para mí es un gusto llegar a tu morada, aunque el motivo de mi visita esta vez es con el fin de pedirte una cosa. 

—Lo que sea, ¿Qué necesitas? 

A lo que Orestes contestó —Estoy iniciando un viaje y quiero que me acompañes en este recorrido. —bebió un sorbo — ¿Qué dices? 

—Sería gratificante, pero tengo una familia que proteger. 

—Entiendo. —comentó Orestes y bebió otro sorbo de cidra —en caso de que quieras acompañarme, puedes encontrarme de camino a Castinia. Allí pasaré unos días en casa del hermano de Valyra para entrenar un poco antes de continuar con mi viaje. 

Al escuchar el próximo destino del príncipe, Gael le advirtió que tuviera cuidado en el camino. —Varios aldeanos han dicho ver a una extraña criatura merodeando por esos lados, razón por la que los comerciantes han decidido no transitar por esa ruta. 

—¿Cómo es la criatura? —cuestionó Orestes, curioso por saber el aspecto y también su ubicación con el propósito de enfrentarla. —Dime todo lo que sepas. 

—Puedes preguntarle a cualquier aldeano, yo no la he visto y tampoco quiero hacerlo. Tal vez en la vieja taberna te digan algo al respecto. 

Orestes suspiró y miró hacia afuera —en ese caso, me quedaré unos días aquí hasta saberlo todo sobre esa criatura. 

Gael sonrió levemente —¿No te irás hoy? 

A lo que Orestes respondió —No, veo que el pueblo de Evermire necesita ayuda para deshacerse de esa maldita cosa. —dio el último sorbo de cidra —y yo soy esa ayuda que tanto necesitan. 

Al terminar la cidra, Orestes caminó hasta la vieja taberna de la aldea y allí obtuvo información de la criatura. El príncipe disfrutaba de una interesante charla con un aldeano cuando de pronto, los habitantes que estaban en las calles, corrían despavoridos huyendo de los soldados de Ermor. Estos seres de apariencia esquelética causaban estragos por las calles, destrozando las mesas de los comerciantes y saqueando cuanto pequeño negocio encontraban a su paso. 

Orestes se enojó sobremanera por el comportamiento de los soldados, se paró en medio del camino y los desafió a un duelo. Gael tomó a los cachorros y los resguardó en una pequeña caja en un lugar seguro. Corrió hacia la entrada de la taberna y desde allí le gritó al príncipe —¿Qué haces? 

Orestes permaneció en completo silencio, el cual era incómodo para los aldeanos. Los soldados de Ermor estaban inmóviles ante la mirada desafiante de Orestes, y este sin previo aviso, atacó sin piedad. Gael intervino derribando a cuatro soldados, mientras que Orestes había acabado con los otros diez. Luego, envainó su espada y miró a los aldeanos diciendo —pueden seguir con su día tranquilo. Ya estos infelices no serán un problema. 

Sin notarlo, alguien observaba a Orestes desde la muchedumbre. Aquella persona partió rápidamente de la aldea con destino a Castinia. Allí esperó por la llegada de Orestes. 

Luego de pensarlo por varios minutos, Gael se acercó a Orestes y le dijo que aceptaba ir con él a su viaje, pues quería añadir un poco de aventura a su vida para luego contarle a sus hijos sus hazañas épicas junto al mismo hijo de las estrellas. 

Orestes sonrió y le recordó que su siguiente parada sería la aldea de Castinia, en donde como ya había mencionado, pasaría los siguientes días en casa del hermano de la guardiana Valyra. 

Gael regresó a casa en donde se despidió de su esposa e hijos para aventurarse a los rincones más apartados de Caenus. Los niños no lloraron por la partida de su padre, por el contrario, se emocionaron al ver que Gael sería un héroe al viajar junto a Orestes, mismo príncipe guardián al que tanto admiraban. 

Ese mismo día, a la puesta de Alnitak, el príncipe y su compañero partieron a la aldea vecina para continuar con sus aventuras. En el camino, Orestes le daba un discurso sobre hazañas heroicas que probablemente Gael podía vivir para luego contarselas a sus hijos en cuanto volviera a casa. 

Luego de una larga noche, ambos llegaron a la aldea de Castinia en donde conocieron a Batbayar. Un joven campesino guerrero reconocido en su pueblo por su fuerza y habilidad de pelea. Además, era hermano de un individuo que tenía potencial para ser guardián. 




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