Orión: la leyenda Orestes, príncipe de Caenus

Capítulo 25

Dos semanas después, al interior del palacio de Caenus, Orestes se acercó con paso decidido, su rostro mostrando una mezcla de determinación y preocupación.

—Horana, necesito hablar contigo —dijo Orestes, su voz cargada de urgencia.

Horana lo miró, levantando una ceja en señal de curiosidad.

—¿Qué ocurre, Orestes?

—Como sabes, la Selva Negra es un lugar complejo y peligroso, y aunque he ganado el apoyo de los guardianes locales, siento que necesito más que eso. La conexión que tú y yo compartimos desde que nos conocimos ha sido fundamental en este viaje, y creo que tu experiencia y habilidades serán de gran valor en lo que viene.

Horana lo miró con una mezcla de sorpresa y aprehensión.

—¿Qué es lo que quieres de mí exactamente?

—Te pido que me acompañes a la Selva Negra —respondió Orestes, con firmeza—. Tu habilidad para manejar situaciones difíciles serán cruciales para enfrentarnos a lo que nos espera allí. Además, confío en tu juicio y en tu capacidad para ayudarme a tomar decisiones importantes en esta nueva etapa de nuestra misión.

Horana pensó por un momento, su mente revisando los eventos recientes y evaluando el impacto de su decisión.

—Es una solicitud significativa —dijo finalmente—, pero confío en ti, Orestes. La Selva Negra es un lugar donde la astucia y la fuerza deben ir de la mano. Si crees que mi presencia puede hacer una diferencia, entonces no puedo negarme.

Orestes asintió con gratitud.

—Aprecio tu disposición, Horana. Juntos, enfrentaremos los desafíos de la Selva Negra y haremos todo lo posible para detener la era oscura que se avecina. La unidad de nuestro grupo es esencial, y tu ayuda será invaluable.

Horana sonrió levemente, sintiendo un renovado sentido de propósito.

—Entonces, preparémonos. La Selva Negra nos espera, y con suerte, podremos cumplir con nuestra misión y traer un poco de luz a este tiempo de oscuridad.

Con una renovada sensación de determinación, Orestes y Horana se prepararon para su viaje hacia la Selva Negra, sabiendo que la siguiente etapa de su misión les depararía desafíos desconocidos pero también la oportunidad de forjar alianzas más fuertes y enfrentarse a la amenaza que se cernía sobre su mundo.

—¿Qué pasará con Beramir? —cuestionó Horana.

A lo que Orestes respondió será aprendiz de Rigel y Betelgeuse. Mientras que los canes, Sirio y Proción serán entrenados por Bellatrix.

Orestes anunció su partida junto a Horana hacia aquel peligroso lugar, pues Caenus haabía entrado en una nueva era, la Era Oscura. Aquella que Hatysa había mencionado en el Templo de Orión.

El día había comenzado con un cielo despejado y un suave viento que soplaba a través del palacio de Caenus. Beramir se encontraba en el vestíbulo principal, observando con nostalgia el bullicio de los preparativos que indicaban la inminente partida de Orestes hacia la Selva Negra. Aunque el joven había sido asignado al palacio, su vínculo con Orestes permanecía fuerte, y la perspectiva de la despedida le resultaba agridulce.

Orestes, que acababa de terminar sus últimos preparativos, se acercó a Beramir con una expresión serena pero cargada de emoción.

—Beramir, ha llegado el momento de partir —dijo Orestes, intentando mantener un tono firme mientras su voz traicionaba una nota de tristeza.

Beramir lo miró con una mezcla de admiración y pesar. Aunque estaba emocionado por la oportunidad de vivir en el palacio, el hecho de que Orestes se dirigiera hacia un destino tan incierto lo inquietaba.

—Sí, lo sé, mi señor —respondió Beramir con voz temblorosa—. Me ha costado aceptar que nuestros caminos se separan por un tiempo. He aprendido tanto de ti, y espero poder seguir demostrando que valió la pena la confianza que has puesto en mí.

Orestes sonrió, colocando una mano en el hombro de Beramir con afecto.

—Tu valentía y dedicación me han impresionado, Beramir. Aunque nuestros caminos se bifurcan, sé que tu papel aquí es crucial para la protección del reino. Confío en que serás un pilar firme en el palacio y que protegerás a Caenus con la misma determinación que mostraste a mi lado.

Beramir asintió, sintiendo un nudo en la garganta.

—Prometo no defraudarte. Cuidaré de tu hogar y me aseguraré de que todo esté en orden mientras tú enfrentas los desafíos de la Selva Negra. Espero que encuentres la fuerza y la sabiduría necesarias para superar lo que se avecina.

Orestes miró a Beramir con una expresión de sincero agradecimiento.

—Lo haré. Y cuando regrese, espero verte bien y fortalecido, listo para continuar con la lucha que enfrentamos. Cuida de ti mismo y de los demás. Tu coraje y tu lealtad son invaluables.

Beramir tragó saliva, esforzándose por mantener la compostura mientras extendía la mano para estrechar la de Orestes en un apretón firme.

—Buena suerte, Orestes. Que la fortuna te acompañe en tu viaje, y que encuentres el éxito en cada desafío que enfrentes.

Orestes abrazó a Beramir en señal de despedida, sus ojos reflejando la emoción de un vínculo profundo y genuino.




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