Orquídea

6. Proposición.

Orquídea.

Seguí con la boca abierta ante tanta comida que colocaron ante mis ojos y no tenía idea de por donde comenzar a probar los platillos, tanta abundancia no era algo que había presenciado antes, ya que mi familia venía de una prole de bajos recursos, mientras que mi ex marido apenas llevaba lo necesario para la mesa, sin mucha abundancia.

Mi anfitrión se había pasado de espléndido desde que entramos en su residencia, quería ponerme en un pedestal con tantos regalos y detalles, algo que me estaba causando cierta preocupación, ya que podía malinterpretarse sus intenciones si otros vieran su manera de actuar conmigo.

Su hogar era acogedor y muy bonito, una maravilla de propiedad, un sitio donde nunca en la vida podría vivir, por eso me seguía impresionando con tanta belleza, pero no quería ilusionarme con algo que no era ni nunca sería mío.

—¿Qué ocurre?—preguntó con mirada confundida—. ¿No te gustó lo que mandé a preparar para ti?

—Es que… No se trata de eso —respondí, ya que no sabía cómo explicar lo que sentía.

—¿Entonces?

—Me da cierto sinsabor que me regales tantas cosas sin merecerlo o, por lo menos, sin ganármelo, puede que tu hermana piense que soy una oportunista…

—De ninguna manera, lo hago porque me sale del corazón y quiero verte mucho mejor como persona, eres una mujer muy trabajadora, bastante dedicada a tu profesión, a lo que te gusta hacer, algo que me parece admirable, así pues, si tengo los medios para arreglar un poco tu vida, ¿qué tiene de malo que lo haga?—explicó.

—Supongo que tienes razón, aun así, quiero ganarme las cosas por mi cuenta y no solo para que me la regalen, no quiero deberle nada a nadie para que después me lo saquen en cuenta, como hizo mi ex pareja cuando vendió mi único sustento de supervivencia solo porque me lo regaló en el día de nuestro compromiso—confesé.

—¿Qué has dicho?—cuestionó, se veía incrédulo.

—Mi antigua pareja me dio una floristería antes de casarnos y años después me la quitó para venderla, tampoco me dio el dinero de la venta, sino que se marchó para siempre de mi lado. Años después, supe que el dinero lo había usado en su propia boda con otra mujer —declaré.

—Me dejas sin palabras, ¿con qué clase de hombre te casaste? Aunque no tienes la culpa de sus porquerías, a lo mejor no viste las banderas rojas en ese momento —expresó.

Exacto, no fui capaz de ver más allá de mis ojos y cuando se me cayó el velo, ya era tarde. Vivía en medio de un tormento con alguien que no me daba afectos, sino que me llenaba de palabras insultantes, de actos que demostraban el poco amor que me tenía.

—Así es, no fui capaz de ver más allá de mi enamoramiento y pagué muy caro, tampoco pude hacerlo feliz con un hijo por mi incapacidad para procrear…

—¡Te prohíbo que vuelvas a repetir esas palabras! —dijo, bastante alterado, provocando que me encogiera en mi silla por su reacción—. Escúchame bien, eres demasiado valiosa y tener un hijo o no tenerlo, no te hace menos mujer que otras, es un disparate que te hicieron creer después de manipularte.

—Lo siento— susurré.

Se levantó de su silla para caminar en mi dirección y luego se agachó para atrapar mi mano con dulzura. Su mirada se suavizó cuando la acarició con movimientos lentos, luego dijo unas palabras que me sorprendieron mucho.

—Nunca te disculpes por algo que no hiciste mal o por una opinión sincera, hazlo solo cuando de verdad te sientas culpable de algo y tampoco pienses que los fracasos en tu vida son siempre por tu error, muchas veces quieres hacer las cosas bien, pero las demás personas no cooperan, por lo que es algo que se sale de tus manos—aconsejó.

—Eres muy amable—dije.

—Solo te trato como mereces que lo hagan y como ya estamos hablando con profundidad, me gustaría proponerte algo muy conveniente para ti —declaró.

—¿De qué se trata?

—Me gustaría que me digas si es posible que te traslades a la ciudad —expresó de pronto, dejándome perpleja—. Quiero invertirle dinero a tu floristería, haciéndola más espaciosa y así añadir algunos empleados que te ayuden. He visto tu talento que puede ser explotado en mayor cantidad, por eso quiero hacerlo.

Su proposición me dejó muda y con la mente en blanco. Era imposible que me mudara a la ciudad si ni quisiera. Tenía una casa en donde vivir, mucho menos un local donde poner la floristería, además de que los costos de alquiler eran exorbitantes para alguien pobre como yo.

—No es posible—negué.

—¿Por qué razón?—interrogó.

—La falta de local para la tienda en una ciudad tan concurrida y cara, mi economía no me lo permite —expliqué.

—Por el dinero no te preocupes, solo debes poner el empeño y tu talento, el deseo de salir adelante, lo demás me lo dejas a mí…

—De ninguna manera, estaría abusando de tu confianza y buenas intenciones, algo donde otros me verían como una aprovechada —rechacé su oferta.

—Piénsalo bien y si tan incómoda te sientes, entonces tómalo como un préstamo sin intereses, donde yo invierto el dinero, pero luego me lo vas pagando poco a poco como te sea posible. Es tu oportunidad de crecer como persona, como una empresaria exitosa —aclaró.

De esa forma podría tomarlo como una posibilidad y así no me sentiría en deuda con una buena persona como Noah, por lo que asentí, diciéndole que le daría una respuesta más adelante.

—No te lo prometo, pero lo voy a pensar muy bien.

—Gracias, ahora disfruta de la comida y prueba todo lo que quieras —pidió, regresando a su asiento.

Disfrutamos de un gran almuerzo y tenía razón, estuvo exquisito, a pesar de que hubo algunos platos que no conocía, todos sabían muy bien, luego tomamos un poco de café en el jardín mientras charlábamos sobres las flores, todo el procedimiento para cultivarlas, además de la conservación para que no murieran tan rápido.




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