Orquídea

7. Todo obra para bien.

Noah.

Me sentí tan molesto por la actitud de Rina hacia Orquídea, no había necesidad de darle semejante trato y, una vez más, me demostraba que su actitud seguía siendo tan mala después del suceso trágico del pasado.

Tenía el mismo comportamiento con cualquier mujer que estuviera cerca de nuestro entorno y no aceptaba que nadie más que yo entrara en su vida, se había vuelto de esa manera después de que los doctores le dijeron que no volvería a caminar, se mantenía envuelta en su estado depresivo que muchas veces la ponía mal.

Fue un impacto muy grande que desequilibró la mente de mi hermana, por eso se la pasaba sumergida en su piano casi todo el día y pocas veces abandonaba su habitación para salir a nuestro jardín a arreglar las flores, un gusto que compartía con la mujer que me gustaba.

A veces tenía mis pequeñas aventuras cuando era más joven y ni siquiera mis padres sabían de mis amoríos, mucho menos Rina, ya que nunca llegué a casa con una chica, tampoco con ninguna dama que se me insinuara en los últimos años de que regresamos a la ciudad, simplemente me mantenía atento a mi única pariente, quizás por eso era tan recelosa cuando se trataba de mis asuntos.

Lo hice hasta que Orquídea regresó a mi vida cuando no lo esperaba. Después de saber que se encontraba soltera, entendí que era mi oportunidad y por eso debía hablarle a mi hermana de la mujer que quería convertir en mi esposa.

Toqué su puerta varias veces y como no me abrió, me atreví a girar el manubrio para entrar sin permiso, entonces la encontré mirando hacia la vista espectacular de su balcón que mostraba casi toda la ciudad, ya que vivíamos en una mansión ubicada en una especie de colina descendente de una zona exclusiva.

—Rina, quiero hablarte de algo importante —dije.

—Me imagino de qué se trata —contestó. Se notaba que no era nada tonta.

Agarré una de las sillas de su cuarto para tomar asiento a su lado y también me quedé viendo hacia la ciudad. Lo hice en completo silencio, hasta que decidí hablar con claridad.

—Supongo que sí, sabes que nunca he tenido una relación formal y tampoco he traído a nadie a esta casa, a pesar de la posición estable que tengo, pero creo que ha llegado el momento de cambiar el panorama.

—¿Te gusta esa mujer?—preguntó de repente.

—No solo me gusta, estoy enamorado de ella —confesé.

Dejó de enfocar la mirada hacia la ciudad para voltear sus ojos claros en mi dirección y me observó como si estuviera perdiendo el juicio, le costaba creer lo que estaba diciendo.

—Noah, apenas la conoces y no sabes qué intenciones tiene contigo, ¿qué te asegura que no te va a usar por dinero? Así como las demás que se ven de lejos que son unas oportunistas —reclamó.

—Por la sencilla razón de que soy quien la persigue y quiere estar con ella, además, tampoco es cierto lo que dices que apenas la conozco, en realidad tengo sentimientos antes de que nos fuéramos del país para tu tratamiento —aclaré.

—¿Cómo dices?

—Lo que escuchas, estuve enamorado de Orquídea desde antes de que nos fuéramos lejos de este país y nunca me acerqué, debido a que era casada en ese tiempo, pero ahora que es soltera, no puedo desaprovechar la oportunidad que me brinda el destino —expliqué.

—¡Encima está divorciada! Una locura…

—¿Qué tiene de malo que lo sea? Rina, en casa, nunca se te enseñó a ser prejuiciosa y, de hecho, no sabes nada de su paupérrima vida que lleva, una bastante triste para alguien joven, así que no tienes derecho a juzgar si aún no la conoces —reprendí.

—Funesta vida, tengo yo desde que ando metida en esta silla de ruedas, hasta el día en que me muera y dices que la de ella es peor, no me fastidies —dijo, enojada.

—No estoy diciendo lo contrario, tampoco te comparo, solo te estoy pidiendo que la trates unos días y después sacas tus propias conclusiones, ya que voy a ayudarle para que mejore su futuro, entonces no quiero que seas un obstáculo con tu comportamiento —informé.

—¿A qué te refieres con ayudarle?—cuestionó.

—Tengo suficiente dinero para ustedes dos, por eso quiero sacarla del lugar donde vive, es una casucha donde cultiva y vende sus flores, además ni siquiera tiene familia, ya que su padre murió hace muchos años, mientras que su madre es enferma con Alzheimer, puedo conseguirle un nuevo local donde abra la tienda con más espacio, incluso añadiendo algunos empleados.

—En fin, se aprovecha de ti—murmuró.

—No, dijo que solo aceptaría mi propuesta si me paga por el local a modo de préstamo, ya que no quería nada regalado —aclaré.

—¿Seguro?

—Te lo prometo con toda sinceridad y si es necesario, te daré prueba de lo que digo, nada más deseo que la aceptes, que cuando venga a casa no seas antipática con ella. ¿Podrías hacerlo por mí?

Suspiró con cansancio y luego asintió con la cabeza, algo que me provocó mucha felicidad, ya que se mostraba dispuesta a cumplir mis deseos.

—No te prometo que seré la más simpática, pero lo intentaré —dijo.

Me reí por sus palabras.

—Comprendo, no tienes que hacer nada del otro mundo —aseguré, sabiendo cómo era de noble mi amada florecita—. Tú misma te vas a dar cuenta de lo buena persona que es cuando hables con ella.

—Está bien.

Me despedí de mi hermana después de la conversación, lleno de satisfacción y muy contento con su cooperación, así me quedaba tranquilo con invitar a Orquídea de nuevo a mi casa, por eso decidí hacerle la visita luego de hablar con Rina, pedí a mi chofer que me moviera hasta la floristería, donde vería otra vez a la mujer de mis sueños.

Cuando llegamos, luego de unos minutos, vi algo que me descolocó y no pude evitar que mi sangre burbujeara dentro de mis venas. Entonces me desmonté a toda velocidad para averiguar qué estaba sucediendo, ya que la tienda también se encontraba cerrada, sin señales de la persona que deseaba visitar.




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