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Orquídea.
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—¡Dios mío! ¿Qué hice? ¡¿Qué hice?! —exclamé.
El corazón me latía con mucha fuerza y las manos me temblaron debido a mi gran nerviosismo. Me senté sobre la cama para analizar cómo Noah iba a interpretar mi atrevimiento, no quería que pensara que era una mujer sin reputación ni pudor.
Decidí quedarme encerrada en el cuarto, pensando en que, desde que el negocio me diera buenas ganancias, iba a buscar un sitio donde pudiera vivir sola y así dejaba de ocupar su casa, pues apenas me había ganado a Rina como para seguir embarrando todo con mi comportamiento.
Me arropé con las sabanas de la cama, tratando de procesar el motivo que tuve para darle ese beso repentino y el pulso se me aceleró después de analizar que quizás podría estar teniendo sentimientos de amor hacia Noah, lo que me causaba mucho miedo, no podía negar que me gustó ese contacto tan cercano, tanto que tuve que acariciar mis labios para recordar ese instante tan agradable.
No era digna de estar a su lado.
Al otro día me levanté para actuar como si nada hubiera ocurrido. Sabía que era mejor alegar ignorancia y actuar como si no recordara el bochorno que me daban mis propias acciones, fingí demencia.
—Buenos días— saludé.
—Buenos días —respondió Noah.
—¿Cómo amaneciste?—pregunta Rina. Esta vez nos acompañaba a la mesa.
—Muy bien, ¿y ustedes?—dije, tomando asiento.
—Excelente, esperándote para comenzar a probar bocado —habló Noah.
—¡Genial! Hay mucha hambre —exclamé, logrando sacarles una sonrisa.
Me serví de lo que había sobre la mesa, mientras me daba cuenta de la mirada intensa y detallada de la persona que seguía sentada frente a mí, provocando que me temblaran las rodillas. Por suerte, mis piernas estaban debajo de la mesa, por lo que no se notaba mucho la ansiedad que me provocaba.
—Orquídea, hoy tenemos que darle un vistazo a los trabajos del local, creo que mañana hacen la entrega y de una vez debemos trasladar las plantas, todo supervisado por ti, que eres la dueña —informó Noah.
—Hermano, recuerda que también debes traerla temprano para empezar las clases sobre lo que discutimos el otro día —añadió su hermana.
¿Estaban hablando de mí a solas? Me dio curiosidad saber que había planeado para mejorar mi estilo de vida.
—¿De qué hablan?—interrumpí.
—Voy a enseñarte cosas de mujeres como maquillarte, qué atuendos puedes usar para diferentes ocasiones y cómo expresarte delante de los demás, también algunas etiquetas sobre comportamiento —respondió.
Sus palabras me asustaron, ya que no tenía idea de esos temas y me daba pánico hacer todo mal. Además, no veía la necesidad de aprender todo eso, solo era una vendedora de flores.
—Con eso no estamos diciendo que te veas mal o que seas maleducada, sino que queremos que mejores en muchos aspectos, además de que sirve para aumentar la confianza en ti misma, deseamos que aprendas a vivir en este mundo que a veces suele ser muy cruel con gente de alma buena e inocente como tú—explicó Noah.
—Ustedes dos hacen demasiado por mí y no tengo cómo pagar tanta atención, de verdad—expresé.
—La única manera que puedes es haciéndonos caso y en este instante, debes triunfar en la vida, aparte de comprender que tienes derecho a ser feliz como todas las personas —dijo mi nueva amiga.
—Está bien, tengo que aceptar el mandato de mis dos ángeles —me rendí.
Seguimos desayunando en medio de conversaciones y luego nos pusimos de pie para dirigirnos hacia el local que íbamos a supervisar. Necesitaba dar el visto bueno a lo que se había hecho en esos días, por eso seguí a Noah hasta el auto donde su chofer nos estaba esperando.
—Escucha, Orquídea —dijo desde que nos sentamos en el asiento trasero—. No quiero que vuelvas a subirte en el mostrador de la cocina sin seguridad, es demasiado peligroso.
Su comentario me hizo tragar grueso, no quería que mencionara lo que sucedió después y la vergüenza no se apartó de mi rostro, incluso mis mejillas se calentaron por la pena que me daba.
—Lo siento, solo quería un vaso de cristal para tomar agua —excusé.
—Comprendo, así que voy a pedir que pongan una bandeja en tu cuarto con una jarra de agua todas las noches. Si tienes sed, puedes tomar de ahí y te evitas un golpe innecesario —decidió.
—Gracias, me cuidas mucho y te diste un golpe por mi culpa…
—No digas eso, ya que era mi deber, como hombre, evitar que terminaras con una lesión cerebral o espinal por semejante estrellón sobre el suelo duro—determinó.
Asentí con la cabeza y no dije más nada por el miedo a que mencionara el asunto aquel, simplemente deje que su chofer nos trasladara hasta la propiedad para la tienda, por suerte no tardamos mucho, cuando nos bajamos, me sorprendí del progreso de la remodelación, sobre todo cuando entramos para comprobar que casi habían terminado.
Brinqué como chiquilla cuando vi las góndolas y los mostradores, el cuarto frío que ya tenía un refrigerador central instalado, las divisiones para clasificación de flores, un área para despacho final, además de una pequeña oficina que iba a ser ocupada por Rina como contadora administrativa.
—¡Wao, todo está quedando perfecto!— exclamé.
—¿En serio te gusta?—averiguó Noah.
—¡Por supuesto, estoy enamorada de cómo va quedando todo, gracias!
No lo pensé en el mismo instante, simplemente me lancé a los brazos de mi protector y socio, le di un apretón debido a la alegría que no podía ocultar; de hecho, hasta dejé salir algunas lágrimas por culpa de las emociones que no podía controlar.
—Me alegra mucho que te guste el trabajo que se ha realizado —dijo.
—Creo que mañana podemos inaugurar…
—Alto ahí —pidió, haciendo que le prestara atención—. Ningún negocio funciona sin mercadeo y promoción, por lo que es necesario hacerlo lo más pronto posible, por suerte, tengo un equipo de tecnología en la empresa que me va a ayudar con la promoción a nivel cibernético, también pienso llamar a un amigo para que me ayude a crear unos volantes que se pueden distribuir por la ciudad.