Orquídea

13. Respuestas.

Orquídea.

La pregunta me dejó parpadeando por la impresión y fue una sorpresa que no esperaba de alguien como Noah, así que baje la mirada hacia la unión de nuestras manos, después de unos segundos, la subí hacia su rostro que se veía a la expectativa, realmente podía sentir su ansiedad ante mi silencio repentino.

—¿Por eso me ayudaste todo este tiempo desde que fuiste a mi tienda?— Fue lo primero que salió de mi boca—. ¿Tu único interés era hacerme tu novia?

—En parte sí, pero no, lo hice porque vi tu necesidad y me conmovió lo trabajadora que eres, también que te veías sola en medio de un ambiente demasiado hostil, bastante peligroso para una mujer que vive sola, por eso sentí que debía ayudarte dentro de mis posibilidades, aunque también me sentí atraído por ti—respondió.

—¿Qué ves en mí? No tengo nada especial, soy una mujer pobre y poco educada, alguien humilde, sin nada extraordinario —expresé.

—Tú no ves esas cualidades porque tu autoestima fue dañada por mucho tiempo —contradijo y luego soltó mis manos para ponerlas sobre mis mejillas—. Desde mi punto de vista, eres la mejor de todas y la más hermosa del mundo, la que me gusta tal cual como eres, por eso te pido que seas mía, que me aceptes como tu novio. ¿Quieres?—preguntó de nuevo.

Por más que me sentía poca cosa a su lado, no podía negar que mis sentimientos habían crecido gota a gota y mi corazón se aceleraba con su presencia, con las palabras tan bonitas que siempre me decía, así que tenía que intentar ser feliz una vez más.

—Acepto, si quiero ser tu novia—declaré.

La sonrisa en su rostro dio a demostrar la felicidad que poseía y después acercó su rostro para sellar el comienzo de nuestra relación con un beso, uniendo su boca a la mía con emoción.

Tenía muchos años que no experimentaba algo parecido ni siquiera cercano y esta vez era diferente, tan sutil, respetuoso, con tanta ternura que no podía creer que otro hombre era capaz de ser un caballero, por eso cerré los ojos para dejarme llevar de lo que hacía conmigo.

Durante unos dos minutos que parecieron eternos, disfruté de un acto romántico entre dos personas que se confesaban lo que sentían y no me contuve cuando rodeé mis brazos sobre su cuello, después de ponerme en puntillas.

Nos separamos cuando nos faltó el aire y respirábamos agitados, debido a la intensidad del momento. Luego me envolvió entre sus brazos, mostrándose tierno con cada una de sus acciones.

—Gracias por aceptarme, te prometo que te pondré en un altar y te trataré como una reina que lo merece todo —aseguró.

—Me basta con que me respetes y me apoyes, no pido más —dije.

Nos separamos para tomarnos de la mano y entrelazamos nuestros dedos; de esa manera regresamos a la fiesta que seguía muy activa, llena de personas elegantes que gozaban del ambiente.

Sentí algunas miradas que comprendía lo que sucedía con nosotros y se veían sorprendidos por la interacción amorosa, entonces me acordé de lo que me dijo Rina sobre que su hermano nunca había estado en una relación oficial con nadie, por eso comprendí que era la primera novia pública que tenía a su lado.

En una esquina vi a la amiga o compañera de Noah y su cara reflejaba todo el odio del universo. Nos miró con evidente rabia contenida, lo que me causaba miedo, pues se notaba que gustaba de mi novio, esperaba que no causara problemas más adelante.

—Querido amigo, ¿dónde te metiste tanto rato?—interrogó el chico llamado Ronald.

—Quiero que sepan que estaba pidiéndole a la chica a mi lado que fuera mi novia y aceptó mi proposición —declaró.

Todos comenzaron a aplaudir con alegría y se escucharon silbidos, llamando la atención de los presentes, hasta de Cathleen, quien se acercó con toda la mala intención.

—¿Noah, de dónde sacaste a tu nueva novia?—preguntó en voz alta—. Nos gustaría saber a qué familia de la alta sociedad pertenece la señorita.

Apreté el brazo de mi novio, esperando el insulto de las personas y el acto humillante que siempre recibía de los demás, pero para mi sorpresa, el hombre a mi lado salió en mi defensa, mostrando una postura de que no iba a permitir que me faltaran el respeto.

—¿Y qué importancia tiene su linaje o apellido? No soy de las personas que miran la clase social para elegir a la persona con la que quiero ser feliz y nunca le doy relevancia a lo que opinen los de afuera, mi prioridad es estar enamorado de ella —aclaró.

—Excelente respuesta —dijo uno de los hombres presentes—. Que sean felices, en hora buena.

—Gracias a todos.

Nos sentamos de nuevo en nuestros asientos, esta vez con demostraciones de cariño, sin restricciones, y nos mirábamos con una sonrisa. Luego nos pusimos de pie para buscar bocadillos en la exhibición gustativa que había en un espacio elegido, hasta que alguien nos interrumpió.

—Señor Tremblay, qué agradable verle otra vez —habló un hombre detrás de nosotros y nos dimos la vuelta para comprobar quién era—. Quiero hablarle de un negocio ahora que estamos aquí, pero no quiero incomodar a la bella pareja.

—Señor Morris, ahora estoy con mi novia…

—No hay problema, pueden hablar tranquilamente en algún lado y los espero aquí —interrumpí, dándole permiso a Noah para que atendiera el señor.

—¿Segura?—cuestionó.

—Por supuesto, anda—acepté.

—De acuerdo, espérame aquí —pidió.

Vi que se fueron a hablar a otro lado y, mientras lo hacían, me dediqué a caminar por toda el salón donde nos encontrábamos, observando los cuadros hermosos que adornaban las paredes, además de la arquitectura interesante que había en el centro de espectáculos.

Me distraje con la decoración, hasta que sentí que un líquido frío mojaba mi pecho y también parte de mi cara, haciendo que soltara un jadeo sonoro por la impresión.

—¡Oh, perdón!—exclamó una chica que trataba de limpiar mi vestido—. Tropecé con algo que me hizo brotar la bebida de mi copa y se fue encima de ti. Lo siento mucho.




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