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Noah.
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Iba en el auto con mi chofer y llevaba una sonrisa de oreja a oreja, demostrando lo feliz que me hacía haberme convertido en el novio de Orquídea, como por fin había cumplido con ese sueño frustrado que tuve en el pasado cuando aún era casada.
Probar sus labios fue como degustar el mejor de los manjares y sentir su inocencia en un acto tan íntimo entre dos personas, me estremecía de una manera inexplicable, estaba enamorado hasta los cimientos, por eso estaba decidido a proteger mi relación por encima de cualquiera que quisiera dañarnos, incluida la escoria de su ex pareja.
Me bajé del auto cuando el chofer abrió la puerta y caminé hacia la entrada de la empresa que tenía junto a mi socia. Saludé a algunos empleados antes de ingresar en el elevador que me llevaría hasta las oficinas administrativas, donde se encontraba el despacho de presidencia.
—Buenos días, señor Tremblay—saludó mi asistente cuando me vio.
—Buen día, ¿qué tenemos para hoy?—pregunté.
—Puse en su escritorio los informes financieros de este mes para que los revise, hay una reunión con unos nuevos clientes dentro de dos horas y, por último, necesita darle una respuesta al gerente de comercio que le ofreció los beneficios estipulados —informó.
—Perfecto, gracias—dije.
Me fui directo a mi despacho para comenzar el día con el pie derecho y me concentré en los asuntos que me correspondían, hasta que la puerta fue abierta por quien menos esperaba a esas horas. Su actitud me dio a entender que no venía con buena actitud, más bien pretendía empezar una disputa.
—¿Cathleen, qué deseas?—pregunté.
No respondió a mi pregunta de inmediato, simplemente se sentó en el sofá con cara de pocos amigos y después decidió hablar. Toda su postura indicaba que venía una discusión sin sentido.
—¿Me rechazaste para llevar a otra mujer a la fiesta?—cuestionó.
—No, simplemente tenía mis planes con mi novia y por eso no podía ir contigo, es sentido común —respondí.
Se levantó con el rostro contraído y se acercó hasta mi escritorio, donde estrelló sus manos con rabia, molesta por mi relación de noviazgo con mi hermosa chica.
—¿Cómo te atreves a decirme algo así? Nuestros padres dejaron claro que seríamos pareja desde que fuéramos adultos y nunca te dignaste en iniciar nuestro compromiso —reclamó.
—Ellos decían eso a manera de broma y nunca creyeron que iba a suceder en el futuro, la única que se hizo ilusiones fuiste tú —expliqué.
—Tanto tiempo esperé por tu decisión, incluso respetando tu proceso con el asunto médico de Rina y ahora otra viene a interponerse en mi camino, no es justo —criticó.
—Lo lamento mucho, las cosas no siempre salen como las deseamos y mi corazón ya está ocupado desde hace mucho tiempo—declaré.
—¿Noah, qué tiene ella, que yo no tenga?—averiguó, acercándose con intención de tocarme—. Tengo clase, soy bonita y educada, también vengo de una familia de alcurnia, igual que tú, por lo que podemos estar en el mismo ambiente sin problema.
—Comprendo lo que dices, pero yo prefiero a alguien humilde como ella, muy diferente a lo que estoy acostumbrado y que prefiera vivir su vida lejos de los asuntos de los ricos o millonarios, no me importa su linaje, simplemente deseo su amor, lo cual ya tengo—detallé, luego aparté sus manos de mis hombros.
—De acuerdo, parece que esta vez he perdido y me dejas sin opciones, siendo así, sigamos como los amigos que somos, además de socios laborales —aceptó sin reproches.
—Me conmueve tu actitud madura y si respetas mis decisiones, siempre te tendré en una alta estima, casi como una hermana —culminé.
—Gracias, nos vemos luego —dijo.
Observé que caminaba hacia la salida de mi despacho y después respiré profundo. Me alegraba que no continuara con su insistencia o me vería obligado a disolver nuestra sociedad por falta de comunicación o nulo entendimiento entre ambos.
Sabía de sus sentimientos desde que éramos adolescentes y que nuestros padres siempre hablaran del tema en los momentos que almorzaban juntos, alimentó su ilusión por muchos años, provocando que su esperanza nunca muriera.
En cambio, yo, nunca la vi como una posible pareja por engreída, consentida y prejuiciosa, era testigo de como maltrataba a las chicas del colegio como una clasista insoportable cuando no eran del mismo nivel social, algo que resultaba muy molesto, sobre todo porque mi familia todavía no pertenecía a ese estatus tan alto.
Decidí continuar con mis labores por un par de horas más, hasta que llegó el momento de la reunión programada y me levanté para caminar hacia la sala de conferencia donde tratábamos los negocios exteriores, cuando entré en el espacio designado para ese propósito, recibí tremenda sorpresa cuando vi al ex esposo de Orquídea.
¿Qué hacía en mi empresa?
La interrogante me invadió hasta que vi a la persona que lo acompañaba. Era una de las hijas de unos antiguos socios de mis padres y estaba sentada a su lado, aunque no sabía con qué objetivo.
—Bienvenidos a corporaciones Tremblay / Roy— saludé a los presentes.
—Señor Tremblay, qué bueno verlo de nuevo, mi nombre es Alan Palmer —habló el imbécil, luego señaló a la mujer a su lado—. Le presento a mi esposa, Lauren Blanche.
—Un gusto conocerle—respondí.
—Igual, seguro sabe que soy hija de unos ex socios de sus padres en el pasado—comentó.
—Tengo conocimiento de esa información —aclaré.
Cathleen también se encontraba presente en la reunión y las asistentes de ambos, entonces nos sentamos para escuchar lo que querían proponernos, durante largos minutos explicaron como deseaban una inversión de nuestra parte para su negocio en expansión, donde nos daban 2% de sus acciones como socios directos.
—Podría aceptar su oferta, ya que parece un buen negocio —dije con bastante serenidad—. Pero dos por ciento es muy poco.