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Orquídea.
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Era nuestra primera visita a una clínica especializada en asuntos de lesiones de la columna y tratamientos invasivos para personas minusválidas, según lo que me había dicho, ya había venido antes sin mayores resultados, pero era de las que pensaba que si tu mente no se encontraba lista para seguir adelante, tu cuerpo tampoco lo haría.
Su hermano me contó que en ese tiempo estaba hundida en la miseria y solo deseaba irse con sus padres. Fue muy traumático lo que le sucedió, sobre todo cuando se dio cuenta de que había perdido la capacidad de caminar, entonces se encerró de una manera que no quería ver a nadie, apenas Noah podía estar cerca de su entorno.
Hasta que llegué yo.
Me gané poco a poco su atención, su confianza y su amistad, sacándola de un ambiente hostil que solo le hacía mucho daño, por eso deseaba ver mejoras en una chica tan guapa que también merecía ser feliz.
—Cuñada, he visitado esa clínica en años pasados y te aseguro que no servirá de nada—refunfuñó.
—Esta vez es diferente, la disposición y tu estado mental en la actualidad son completamente otros de aquellos tiempos, ayudan mucho a que las terapias funcionen, confía en mí, estoy segura de que antes no dio resultado por tu negación a seguir viviendo o intentándolo —prometí.
—Admiro, cómo miras todo de manera tan positiva y se ve a leguas lo resiliente que eres, cómo no te rindes antes la adversidad, a pesar de que has pasado por tantas dificultades —susurró.
—Si yo puedo, entonces tú también puedes—animé.
Seguimos hablando hasta que llegamos a la clínica especializada y el chofer me ayudó para bajar a Rina del asiento del auto, la acomodamos en su silla eléctrica, antes de entrar en el centro médico, después permití que se fuera de regreso a la casa, por lo menos hasta que termináramos nuestra diligencia.
Entramos directo en recepción para confirmar nuestra cita y después esperamos en la lista donde nos habían puesto, ya que había varias personas en lo mismo. Una media hora después fuimos atendidos con mucha amabilidad.
—Rina Tremblay, puede pasar —informó la chica de recepción.
—Muchas gracias —dijimos al mismo tiempo.
Ayudé a mi cuñada a entrar en la sala donde nos esperaba el médico terapeuta designado y saludamos desde que lo vimos, aunque pude notar la mirada detallada del doctor hacia el rostro de mi acompañante, como si estuviera impresionado por su belleza, mientras que ella se mostró algo tímida, nunca la había visto así.
—Hola, ¿cómo se siente?—preguntó a Rina—. Soy el doctor, Jacob Cote, especialista en lesiones cervicales y lumbares, neurocirujano; un gusto atenderle.
—Estoy muy bien, dentro de lo que cabe, gracias por preguntar por mi salud —respondió.
—¿Dispuesta a recibir las terapias que necesita?—interrogó de nuevo.
—No me queda de otra —contestó entre dientes.
El doctor no comprendió su respuesta y volteó a verme, esperando una explicación de mi parte, pero no tenía nada que decirle, simplemente me encogí los hombros.
—Antes de empezar, necesito hacerte nuevos estudios y también revisar tus vértebras, debido a que alguna postura pudo haber cambiado en estos años que cause más daño a tu medula, aparte, necesito comprobar si ha habido alguna regeneración nueva que pueda servir para nuestro objetivo, no te preocupes, soy un profesional con más de diez años de experiencia en este campo—explicó.
—Usted es el experto en estas cosas, haga lo que sea que tenga que hacer para mejorar a mi cuñada —pedí.
—Deje todo en mis manos —pidió, mostrándose profesional—. Tengo su récord médico en mis registros y puedo empezar sin problema. Si desea, puede sentarse en la sala de espera hasta que termine.
—Rina, por favor, recuerda lo que me prometiste, ¡vamos, tú puedes! Eres mi guerrera —exclamé.
—Calma, voy a cooperar con todo —aseguró, sujetando mis manos—. Prometido.
—Gracias, te espero afuera.
Me fui caminando hacia la sala donde había más personas sentadas y entretenidas en sus conversaciones, mientras esperaban a sus seres queridos, en ese tiempo.
Me quedé pensando en la amenaza que me hizo la mujer, esa socia de mi novio, no le comenté nada del altercado, tampoco permití que su hermana lo hiciera, no quería agobiarlo con asuntos que podía manejar a mi forma y después de la advertencia de Rina, quizás Cathleen no iba a volver a buscar conflictos en mi tienda.
En lo que pasaban las horas, me dediqué a seguir practicando mi curso sobre el uso de redes sociales. Fue idea de mi pareja hacer un perfil para promociones de la tienda y también debía aprender a tomar las fotos para subirlas todos los días. En cuanto a los videos, dejaba que se encargara de esa parte que se me complicaba un poco.
Antes de venir a las terapias, le hice saber mi deseo de ayudarle a mi cuñada con su rehabilitación y lo convencí de que la esperanza era lo último que se perdía. Mientras tuviera opciones, pondría todo mi empeño para que pudiera volver a caminar.
De repente, vi que el médico salió de la sala y me pidió que entrara para darme los detalles de su chequeo y así explicar el procedimiento que va a usar con ella.
—Dígame que hay esperanzas, noticias positivas, por favor —rogué.
—Hice una resonancia magnética y vi algunas lesiones cervicales de mucha seriedad, aun así, creo que con las nuevas técnicas de la medicina, podremos lograr que por lo menos ande con bastón —explicó.
—¡¿Sería posible?! Lo que dice es maravilloso —exclamé contenta.
Lo que informó me emocionaba mucho y no era la única con la misma expresión, puesto que a mi cuñada casi se le aguaron los ojos por lo que escuchó.
—Digamos que sería un cincuenta / cincuenta, puesto que depende también de la paciente y su disposición. Si me dan la oportunidad, voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para lograrlo —dijo.