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Noah.
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Abrí los ojos cuando la luz del sol apreció, viendo a mi novia descansar tranquilamente y decidí no interrumpir su sueño profundo, sobre todo por la crisis que tuvo la noche anterior debido a la visita inesperada, había temas que le causaban muchos conflictos, lo que me daba miedo por sus reacciones.
Cometí un error cuando acepté la visita de esas personas y que tuvieran interacción con Orquídea, sabiendo que ella era muy tímida, bastante insegura, con una autoestima baja que solía aparecer cuando se sentía acorralada.
Debía procurar que su mente se mantuviera estable y tranquila, por lo que decidí poner más esfuerzo. Haría todo porque mi gran amor fuera feliz, sobre todo después de que estuvimos juntos íntimamente. Sentí que nos conectamos más, que el vínculo se volvió inquebrantable.
—Señor, perdóneme por entrar sin pedir permiso. — Mi asistente interrumpió mis pensamientos cuando entró agitada en el despacho.
—¿Qué sucede?—cuestioné.
—El señor Roy ha decidido reunir a los demás accionistas para informar que se retira de la sociedad dentro de la empresa y su hija ni siquiera ha venido a sus responsabilidades —informó.
Me levanté de la silla con los puños apretados. Ese viejo cascarrabias me tenía la sangre ardiendo en las venas y sus actitudes tan pocos profesionales me fastidiaban, por eso tenía que acabar toda relación con esa familia, aunque tuviera que perder gran parte del capital de mi empresa.
—¿Ya están todos reunidos?—averigüé.
—Sí, casi comienza la reunión y me hizo ruido que no le avisaran, cuando usted es el accionista mayor —comentó.
—Bien, vamos para observar qué pretenden a mis espaldas—pedí.
Hice que me acompañara por los pasillos hasta la sala de juntas y cuando nos acercamos, abrí la puerta sin pedir permiso, provocando que los presentes se dieran un susto, cuando me vieron, entramos en completo silencio, entonces caminé hacia la silla principal donde siempre me sentaba como representante prioritario.
—¡Vaya sorpresa! Creí que siempre era necesario que estuviera presente en las reuniones de los accionistas por cualquier eventualidad —hablé con ironía.
—Perdone, señor Tremblay—interrumpió uno de los socios—. Vinimos por pedido del señor Roy y creíamos que usted estaría presente.
—Noah, yo hice que vinieran sin tu aprobación. Como segundo accionista, creo que puedo hacerlo y no es necesario que estés presente. De todos modos, tenía pensado informarte de las decisiones importantes que voy a comunicar a los demás —explicó.
—Lamento decirte que estás equivocado —contradije sus palabras—. Soy el jefe y cualquier movimiento debe ser informado a mi despacho. Además, veo que tu hija no se encuentra presente en un asunto significativo.
—No quiere regresar luego de lo que sucedió en tu casa y la comprendo, tampoco pretendo obligarla para que venga a su puesto de trabajo, por lo que ya no me interesa seguir invirtiendo en este negocio —declaró.
— ¿A qué se refiere, señor Roy?—interrogó uno de los accionistas.
—Me retiro de esta empresa y por eso voy a vender mis acciones. Si alguien anda interesado, entonces la oferta se encuentra abierta para quien quiera obtenerlas —informó.
—Yo estoy interesado —habló alguien tras mi espalda.
Me sorprendí cuando vi a cierto idiota que entró con aires de suficiencia y ahí entendí que todo era un plan orquestado junto con los Roy, aunque todavía no comprendía cómo se relacionaban a mis espaldas.
—Bienvenido, señor Palmer—saludó el viejo decrépito.
—Gracias.
—¿Acaso me estás declarando la guerra? Si es así, estoy dispuesto a lo que quieras —advertí a mi rival.
—De ninguna manera, señor Tremblay, vengo en son de paz y dispuesto a comprar las acciones que ofrece el señor Roy, creo que no estoy rompiendo ninguna ley con mi interés, simplemente tengo los medios económicos para hacerlo —respondió.
—Antes de entregarte lo que quieres, la parte legal de esta compañía debe investigar tu pasado empresarial y personal —comunicó.
—No es necesario, aquí tengo todo un expediente de mis antecedentes. — Entregó el informe a mi asistente y luego se sentó en la mesa donde estábamos todos ubicados, con una gran sonrisa en la cara—. Puedo ser el dueño de todas las acciones del señor Roy.
Llegó preparado de antemano, lo que me dio a entender que claramente había un complot con algún objetivo y tuve que reír de su astucia, aunque no contaban con la mía, así que saqué mi as bajo la manga.
—Perfecto, aunque primero tengo que informarles que años atrás, cambié las cláusulas de acciones con mi socia, Cathleen y en el nuevo acuerdo, quedamos con que si algún día se retiraba de la empresa, tenía que venderme el 50% y las demás quedaban para ofertar a los restantes accionistas.
La cara del señor Roy y el mequetrefe cambiaron de repente, sobre todo la del tal Alan, cuando se le borró la sonrisa de un golpe. Creían que iban a hacer o deshacer en mi negocio como les diera la gana, era bueno que se dieran cuenta de que todos estaban equivocados.
—¡Falso! Mi hija no me habló de ese acuerdo —negó el viejo.
—Pero yo sí me acuerdo de nuestro trato y puedo darle copia a todos de los documentos que filmamos como una nueva negociación entre nosotros—aseguré.
No mentí en ese instante, en años anteriores cuando ella me perseguía con insistencia y estaba dispuesta a todo por mí, aproveche su enamoramiento para tomar medidas en caso de que después se pusiera en mi contra, sabía que en algún momento lo haría por mi negativa a estar con ella y no me equivoqué.
—Tengo que consultar con mi hija sobre lo que hablas y luego hacemos otra reunión, con permiso —dijo, poniéndose de pie para caminar hacia la salida.
Se veía molesto y era obvio; su propia hija lo estaba poniendo en ridículo, conociendo al señor Roy, seguro que le daría una gran reprimenda por caprichosa.