Orquídea

25. Dando todo por ti

Noah.

Me gustaba la idea de que Orquídea le hiciera una visita a su madre y pasara tiempo con ella, puesto que era su única pariente cercana. Siempre la estaba extrañando mucho, algo que era normal cuando se trataba de la persona que la vio nacer.

En cuanto a los problemas con su ex pareja, fueron resueltos por mis abogados sin ningún inconveniente y le di dos millones de dólares como compensación después de no avisarle sobre la venta de las acciones, bueno, en realidad fue una cantidad impuesta por el juez, lo que me pareció perfecto para acabar con ese conflicto.

Con respecto a la demanda por violencia, no correspondió, como él quería, por incitar el pleito dentro de mi empresa e invadir el espacio de trabajo de nuestra recepción, así que fue desestimada.

Supe también que su esposa le pidió el divorcio por razones irreconciliables y ahora pelean por las propiedades de su esposa, cuando se supone que ella poseía todo antes de casarse con esa escoria aprovechada.

Se notaba de lejos que solo era un interesado ridículo y vividor de primera línea, que solo deseaba un nuevo estatus social cuando abandonó a mi florecita en medio de la nada. Era un hombre tonto a quien le tocaba vivir las consecuencias de sus actos.

—No lo sabemos todavía, recuerde que usted nos dijo que no la siguiéramos por petición de la misma señorita Orquídea y se acató su voluntad —excusó.

¡Rayos! Sabía que no podía hacerle caso a su insistencia y complacerla en todo, fue un error imperdonable no enviarle seguridad aunque fuera a escondidas, pero por respetar sus deseos, no hice lo que era debido.

—Tenemos que llamar a la policía—dije.

—Recuerde que no buscan a nadie antes de las veinticuatro horas establecidas y luego hay que realizar la querella por secuestro o desaparición de la persona en el precinto policiaco—detalló.

—¡¿Entonces qué recomiendas?! Me estoy poniendo muy ansioso y bastante nervioso, debido a que también mis hijos pudieran estar en peligro, no puedo permitir que les suceda algo malo —exclamé.

—Debemos buscarla nosotros y tenemos el equipo para hacerlo, estamos listos para seguir sus órdenes —sugirió.

—De acuerdo, vámonos a lo importante.

Cuando íbamos saliendo del despacho, mi teléfono móvil vibró en el bolsillo y vi que era el número de mi mujer cuando lo saqué para verificar de quién se trataba, por lo que el alivio me invadió de repente. Todos mis miedos se disiparon por ese momento.

—¿Nena, dónde andas metida?—pregunté rápidamente.

Una risa sarcástica y burlona de un espécimen varón me heló la sangre, provocando que me detuviera donde me encontraba. Entonces respiré con profundidad, tratando de encontrar la calma que no poseía.

—Aquí anda conmigo y se ve feliz, pues te ha abandonado por payaso e iluso —habló Alan.

—No te creo nada, sobre todo cuando no me comporto como un inseguro como tú, así que déjate de estupideces y dime dónde tienes a mi mujer —repliqué.

—En realidad es mía, pero si quieres recuperar a esos mocosos cuando salgan de su vientre, tráeme veinte millones de dólares y sin trucos, si no, puede que ninguno de ellos sobreviva…

—¡No te atrevas a hacerles daño! —rugí, estaba tratando de darle tiempo a mi jefe de seguridad para que pudiera rastrear la llamada con el dispositivo dentro de mi teléfono—. Voy a darte lo que pides, pero debes entender que ellos aún no están a tiempo de nacer por los pocos meses que tiene y me preocupa.

—Señor Tremblay, su jefe de seguridad, acaba de subir para hablar de un asunto urgente con usted que no puede esperar —informó mi asistente.

—Dile que puede pasar adelante—acepté.

Vi a este hombre que entró en mi despacho bastante serio, diría que más de la cuenta y su preocupación me puso en atención, así que dejé de lado lo que estaba haciendo para escuchar todo lo que tenía que decirme.

—Señor, tenemos un problema —soltó de repente.

—Di lo que sucede—pedí.

—El auto de la señorita Orquídea fue recogido por una grúa y ella no se encuentra presente en el lugar, de hecho, fue encontrado en el camino de regreso desde la casa de acogida de su madre —declaró.

—¡¿Qué has dicho?! — me puse de pie con los nervios alterados y salí detrás de mi escritorio para caminar de un lado a otro, necesitaba respuestas claras—. ¡¿Dónde está ella?!

—Tranquilo, voy a dejar que tenga a esos engendros y luego te llamaré para que te lo lleves, quiero que crie a mis hijos ahora que estoy seguro de que puede parir, no a los de un desconocido metido en nuestra relación —aseguró.

—¡Te estoy dando veinte millones! Es lógico que dejes a Orquídea libre —exigí.

—Bueno, tienes razón, solo trae el dinero y suelto a la zorra—aceptó.

No confíe en su palabra, así que tenía que hacer todo para recuperar a mi florecita y no iban a desistir hasta que tuviera de vuelta en casa totalmente salva.

—Dame la dirección para darte el dinero, por favor —rogué y ni siquiera valía la pena discutir o contradecir a ese demente.

—Así me gusta, cooperando como debe ser, y te aconsejo que no hagas trucos o las cosas pueden salir muy mal—advirtió.

—De acuerdo —acepté.

Anoté la indicación que me dio y luego escuché como colgó el teléfono, entonces verifiqué con mi jefe de seguridad si las ubicaciones concordaban entre su rastreo y lo que dijo, para nuestra sorpresa, no era la misma ubicación, me dio una dirección para dejar el dinero en un maletín, pero se encontraba con Orquídea en otro lado cercano.

¿En serio nos creía tan tontos?

—¿Señor, cómo procedemos?—interrogó.

—Avisa a la policía y ve con ellos a entregar el dinero que te voy a dar cuando lo busque en el banco, es posible que se tarde algunas horas por el proceso de retirar tanto dinero, pero como ese degenerado lo sabe, tendrá paciencia hasta que podamos resolver, mientras que yo me llevaré a unos cuantos hombres para rescatar a mi mujer donde sea que la tenga—expliqué.




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