Orquídea

27. Nacimiento.

Orquídea.

El miedo que pasé por culpa de ese hombre, fue algo que me afectó mucho a nivel emocional y por eso tuve que pasar el resto del embarazo en casa, siendo monitoreada por los médicos, por lo que dejé el negocio a cargo de mi cuñada, mientras preparaba las flores desde casa para la venta.

Mi vientre se veía demasiado enorme, tanto que casi siempre debía trabajar sentada y si me paraba, era por unos cortos minutos, aun así, por lo menos me sentía tranquila de que el gemelo varón había crecido casi lo suficiente para su desarrollo, aunque sus hermanas seguían llevando mucha ventaja sobre él.

Noah era tan comprensible con cada una de mis acciones que me daba ternura y se mostraba ansioso por el nacimiento de los pequeños, a pesar de que aún faltaba dos meses para que llegaran al mundo, habíamos preparado la habitación para recibirlos, se trataba de un espacio donde podíamos llenarlos de amor entre nuestros brazos.

—Orquídea, me da miedo que sigas trabajando con las flores, aunque sea en casa. Tienes que esforzarte mucho y puede causarte consecuencias en la salud, quizás algo de fatiga —comentó Noah.

—Me siento bien, aunque la movilidad es casi nula y los bebes se muevan como torbellino, aún puedo trabajar sin problema, no te preocupes —insistí.

—Creo que voy a contratar a alguien que sepa de flores para que prepare lo que necesites y entregue los pedidos que te hacen. Entiendo que tal vez nadie es tan experta como tú en la materia, pero que por lo menos se asemeje a lo que haces —sugirió.

—No creo que sea necesario…

—Lo es, después de que nazcan nuestros hijos, no tendrás tiempo para atender las plantas mientras ellos sigan recién nacidos y habrá un déficit en la tienda, hay que hacerlo por prevención, por lo menos para que ayude a las demás chicas que trabajan contigo —interrumpió.

De cierta manera, tenía razón en lo que decía y era lógico. Acostada o con los niños, carecía de tiempo para preparar tantas cosas para el trabajo, por lo que no debía ser terca con alguien que solo me quería ayudar.

Se había vuelto muy sobreprotector, tanto que me acompañó a todos lados y era parte íntegra de las clases que tomábamos para padres. Estaba la pendiente de todo lo que tenía que ver con mi embarazo.

—De acuerdo, contacta a varias mujeres y ambos la entrevistamos cuando la encuentres —acepté.

—Esa es mi chica—dijo, besando mi frente—. Ahora me voy a trabajar y recuerda: si tienes algún dolor, contracción o un cambio que sea preocupante, llama de inmediato al 911. También me avisas como puedas, aunque de todas maneras, mi equipo de seguridad sigue al tanto de todo, ellos también me pueden avisar si sucede algo.

—Vete tranquilo—dije.

Me dio un beso en los labios antes de salir de casa y seguí en lo que estaba. Después de que sucedió aquel suceso desagradable, supe que mi ex pareja fue sentenciada a veinticinco años de prisión por extorsión, secuestro e intento de robo. Lamentablemente, fue la condena que Noah pudo conseguir, aunque cuando salga, tendrá cinco años de probatoria sin delitos.

Era mucho tiempo encerrado y me parecía suficiente para que se arrepintiera de sus actos, para reflexionar sobre sus malas decisiones que lo llevaron al fracaso, en cuanto a la ex socia de Noah, nunca más apareció para causarnos problemas, de hecho, se fue del país con una nueva pareja que conoció en algún lugar de suiza.

En ese instante, sentí que mi felicidad era completa y lo único que deseaba era tener una vida familiar completamente normal, con mis hijos, mi pareja, y un hogar bonito donde envejecer con dignidad.

Como pude, caminé por el jardín, regando las plantas con abundante agua y removí la tierra de algunos tarros con una pequeña pala para humedecerlas, también seleccione algunas raíces para una nueva siembra de diferentes tipos de flores, siempre hacia lo mismo todos los días, ya que estaban destinadas para consumo de la tienda.

—¡Ah!—grité.

En uno de los pasos que di, resbalé por un descuido de mi parte y tratando de agarrarme de algo fuerte, hice una gran fuerza que sentí en el bajo vientre, entonces respiré profundo, aunque llena de alivio. Las consecuencias de una caída eran fatales para los pequeños que aún continuaban dentro de mí.

—Por Dios, casi provoco una desgracia— susurré conmigo misma—. Creo que mejor me voy a la habitación para que este hombre no me regañe si ve las cámaras de seguridad.

Por causa de mi gran vientre, ambos nos habíamos mudado al primer piso de la mansión y de esa manera, evitaba subir las escaleras por el esfuerzo, así que me moví hacia el interior para buscar nuestra alcoba, pero no pude dar un paso más cuando un torrente de líquido se derramó entre mis piernas, causándome cierto dolor agudo.

—¡Oh, por Dios!—exclamé presa del pánico—. Espera, Orquídea… recuerda lo que te dijo Noah, no puedes asustarte y lo primero que tienes que hacer es avisarle de un cambio, además de llamar a emergencias.

Aunque trataba de controlar mis nervios, me daba mucho miedo lo que podía ocurrir a partir de ese instante, puesto que aún tenía treinta semanas de embarazo y faltaba mucho tiempo para completar su gestación.

No podía perder el tiempo, así que marqué a emergencias desde mi teléfono y le puse un mensaje a mi novio, entonces caminé como pude hacia la sala principal, donde me senté a esperar con paciencia.

El dolor se iba intensificando poco a poco y apreté las piernas, tratando de detener las contracciones, aunque era imposible, por lo que empecé a entrar en un ataque de ansiedad.

—¡Auxilio! —vociferé, alertando a algunos empleados de la casa.

—¿Señorita, se encuentra bien?—preguntó el mayordomo, que apareció a toda prisa.

—Abran la puerta a los paramédicos de la ambulancia que me vendrán a recoger, por favor…




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