Orquídea

28. Tres amadas flores.

Noah.

Estábamos en la habitación, esperando a que nos trajeran a las dos niñas hermosas que mi mujer dio a luz y, aunque era un momento maravilloso, también se sentía muy agridulce por la falta de nuestro príncipe, el pequeño que luchaba contra todo pronóstico para mantener su vida.

Sabíamos que necesitaba cuidados prenatales especiales en el hospital, por lo que íbamos a tener que regresar a casa sin él y no se sentía agradable. Era como una aguja en el pecho que nos pinchaba muy fuerte, pero confiábamos en que todo iba a salir muy bien.

—Estoy muy nerviosa, Noah —susurró mi florecita y sujetaba mi mano—. Quiero que me traigan a mis tres niños.

—Te van a traer a las nenas primero y al nene, pues ya sabes que por el momento es imposible que suceda —expliqué.

Sus ojos se aguaron instantáneamente y cuando iba a decir algo, la puerta se abrió de repente, mostrando a mi hermana Rina que venía con el doctor Cote, lo que me hizo fruncir el ceño. Miraba a ambos con cara de completa confusión.

¿Por qué andaban juntos?

—¡Cuñada! Dios mío, vine lo más rápido que pude después de que me dijeron en casa que te habías puesto mal… No veo tu enorme vientre, ¿dónde están mis sobrinos?—habló apresuradamente.

—Buenas tardes, señor Tremblay y señora Orquídea, vine a acompañar a Rina luego de que me llamó para pedirme que viniera con ella a este hospital, espero que no sea molestia —explicó el galeno.

—Claro que no, doctor, es usted muy amable de traerla—respondí.

—Así es, gracias por no dejarla sola—añadió Orquídea.

—¡¿Nadie me va a decir dónde se encuentran mis sobrinos?! —exclamó mi hermana.

—Las niñas van a traerla en unos minutos y el niño… Pues no está en óptimas condiciones todavía, por lo que se quedará en cuidados intensivos neonatales por más tiempo.

—¿Por qué razón?—siguió preguntando.

—Sus pulmones no se desarrollaron bien, tuvo retraso del crecimiento intrauterino y necesita cuidados especiales, además de un tratamiento para que pueda respirar con más facilidad cuando sus órganos se maduren —expliqué.

—Quiero ser útil si lo desean, como médico certificado puedo averiguar cómo se encuentra en este momento y traerles alguna noticia, hasta que me dejan pasar a la sala donde lo tienen ingresado para ver su estado —declaró el doctor Cote.

—¿En serio?—averigüé.

—Sí, puedo hacerlo.

—Entonces vaya, por favor, y traiga información favorable —pedí con algo de desespero.

—Voy a estar agradecida toda la vida con usted si nos hace ese regalo tan importante —añadió Orquídea.

—Bien, vuelto en un rato—decidió.

—Gracias, de verdad—susurró Rina.

Dejamos que el doctor se fuera a investigar sobre el estado de mi hijo y, unos minutos después, aparecieron varias enfermeras, cargando dos pequeños bultos envueltos en unas mantas, lo que provocó que todos nos pusiéramos alertas.

—¡Oh, por Dios!—gritó Rina.

—Vamos, mami, aquí están tus princesas —dijo una de las enfermeras.

Me quedé embobado viendo cómo las ponían en los brazos de su mamá, y la sonrisa de mi reina era indescriptible. A pesar de las lágrimas que soltaba, no podía quitar la mirada de la escena más hermosa del mundo. Destaparon sus pechos para que las pequeñas succionaran su comida.

Por suerte, el personal neonatal apareció antes para sacar un poco de leche materna de mi florecita para darle a nuestro príncipe, ya que contenía el calostro necesario para su sistema inmunológico debilitado.

—¡Ay, qué bonitas! Creo que me dará algo ante tanta belleza —dijo mi hermana con ojos maravillados.

—Tienes razón, son demasiadas preciosas con esas mejillas tan rosadas y tan pequeñas… Hasta me da miedo cargarlas —dije.

—Mamá, necesitamos que las acostumbres a dos tipos de leche, un poco de la tuya y otra parte que sea de fórmula, ya que queremos aprovechar la mayor cantidad para el otro bebé que lo necesita, es esencial que solo tome leche materna para que su cuerpo desarrolle buenas defensas—explicó una de las enfermeras.

—Haré lo que sea para que se ponga bien —aceptó mi florecita.

—Perfecto, ahora dígame cuál es el nombre de cada una para hacer el registro adecuado en nuestra base de datos — pidieron.

Todos nos quedamos mirando a las niñas idénticas que aún seguían con los ojos cerrados y no sabíamos cómo diferenciarlas, entonces decidimos rifar sus nombres sin orden en específico.

—La de la izquierda se llama Jasmine y la derecha, Violet—dijo ella, finalmente había tomado una decisión.

—Son hermosos nombres para princesitas —comentó la enfermera que se encargó de colocar la etiqueta con sus nombres en sus pequeñas muñecas.

—¿Y nuestro hijo?—pregunté.

—Niraj, como una flor de loto de origen hindú—declaró su madre.

—Anotado los nombres de las nenas y ahora iremos con el nene para registrarlo también, felicidades a todos.

—Muchas gracias —respondimos todos.

Las enfermeras se fueron y nos dejaron con la mirada puesta en dos preciosuras recién nacidas que nos robaron hasta el alma, mi corazón latía a toda velocidad por la emoción que no me cabía dentro del pecho, hasta que agarré una de las niñas para ponerla en el regazo de mi hermana, luego sujeté a la otra para cargarla en mis brazos.

Nos encargamos de sacar los gases de su estómago.

Deseaba tanto que se parecieran a su madre y que Niraj tuviera más rasgos de mi familia, así tendríamos a nuestras fotocopias para cada uno, pero por alguna razón, veía algunos de esos rasgos en las niñas, aunque no me molestaba, las amaba de igual manera.

—Linda de tía, cuanto te voy a amar y tus hermanos, los tres son mi tesoro—dijo Rina con una sonrisa—. Quiero conocer a nuestro chico.

—Tendremos que esperar más tiempo…

—Estoy de vuelta—interrumpió el doctor Cote cuando entró por la puerta y los tres nos dispusimos a prestarle atención.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.