♣
Orquídea.
Dos meses después.
♣
Iba directo hacia el hospital, feliz como una lombriz, y la alegría no me cabía en el cuerpo. Por fin, mi tercer bebe, mi único varoncito, era dado de alta luego de una batalla con su salud, completando así su ciclo de maduración, puesto que sus pulmones funcionaban con normalidad.
En el transcurso de esos meses, tuve algunas tristezas por la nostalgia y hasta depresiones, debido a que a veces el bebe recaía, pero se recuperaba con el esfuerzo de los médicos, provocando que ni siquiera pudiera descansar bien, pensando en que un día me llamarían para darme una noticia trágica.
Por suerte, no fue así.
Sobrepasó los días críticos como un campeón y en la actualidad se mostraba muy saludable, había engordado bastante con toda la leche materna que le di, también recibió la visita de la familia para conocerlo en persona.
Noah se veía como un padre orgulloso mientras lo cargaba en sus brazos y sonreía como tonto. Realmente se había enamorado de sus tres hijos, era un padre amoroso que, a pesar de trabajar tanto en su empresa, siempre sacaba tiempo para pasarlo con ellos.
—Me puedes esperar aquí— ordené al chofer de Noah.
—Como usted diga—aceptó.
Llegué sola hasta el hospital con un bulto en las manos, puesto que Noah dijo que tenía muchas cosas pendientes en el trabajo y Rina seguía en la floristería, así que verían a Niraj cuando cayera la noche, no tenía problema con sus decisiones, éramos una familia unida que siempre nos apoyábamos en todo.
Subí en el elevador hasta el piso donde se encontraba el área neonatal y me apresuré hasta la sala de cuidados pediátricos, entonces avisé que había llegado para llevarme a mi chiquito.
—Vine a recoger a mi hijo, Niraj Tremblay—informé a la enfermera.
—Déjeme buscar en los registros, espere unos minutos —pidió.
—De acuerdo.
Traté de mantener la paciencia intacta, después de tanto tiempo de incertidumbre. Lo único seguro era que me lo iba a llevar para unirlo con sus hermanas y toda la familia.
—Bien, aquí veo la orden médica de que hoy es dado de alta, así que vamos a prepararlo para la salida y, mientras tanto, puede tomar asiento para que no se canse —detalló.
—Muy bien, gracias por la información.
Hice lo que me pidió, me acomodé en una de las sillas de la sala de espera y comencé a menear mis piernas de un lado a otro, debido al nerviosismo que me costaba controlar, aun así, traté de mantener la calma durante extensos minutos, hasta que la espera terminó cuando vi que venían caminando por el pasillo.
Era mi bebé.
Me levanté de prisa para recibirlo, se veía tan rosadito y muy fuerte, su piel se había tensado por el peso que ganó en ese tiempo, por lo que ya no se veía arrugado, era perfecto de pies a cabeza.
—Aquí tiene a su pequeño —dijo la enfermera.
—Ven, mi amor— hablé mimado y luego cargué a mi tesoro con toda la delicadeza del mundo, entonces lo acurruqué entre mis brazos.
—Estas son las indicaciones de la doctora. — Me entregó un papel impreso—. Sígala al pie de la letra y no se olvide de darle el pecho, dentro de un mes debe traerlos a los tres para un chequeo general.
—Comprendo, muchas gracias.
—Buen viaje con su guerrero precioso—desearon, despidiéndose.
—Gracias a todas por cuidar con tanto esmero a mi príncipe, no tengo cómo pagarles tanto amor y por eso les traje un presente, no es mucho, pero espero que les guste.
Cuando subí a la sala, dejé un bulto sobre el piso que contenía algunas macetas miniaturas con algunas orquídeas; como mi nombre, era un regalo especial de mi parte como agradecimiento.
Todas se apresuraron a sacar las pequeñas plantas y se pusieron felices cuando las vieron, ya que eran de diferentes colores, por lo que podían elegir las que más les gustaran.
—¡Wao, qué preciosas!
—Las preparé en mi tienda, tengo una floristería con plantas de todos tipos y si un día desean cualquier tipo de arreglos, aquí les dejo mi tarjeta para que me contacten o a la administradora —expliqué.
—Muchas gracias, son hermosas.
—A ustedes, por tantas atenciones, adiós—dije.
Me fui con mi adorado príncipe por el pasillo hasta el elevador, esperando a que bajara para dejar el hospital y, mientras lo hacía, no podía dejar de mirar a mi bebito. Tenía rasgos tan hermosos, parecía un angelito.
—Abre la puerta, por favor —ordené al chofer y lo hizo sin problemas.
Puse a mi hijo en el asiento de auto que habíamos comprado para los tres y luego subí a su lado, esperando a que fuéramos trasladados hasta nuestra residencia, me sentía demasiado feliz, ya que Niraj casi había alcanzado a sus hermanas en tamaño, por lo que no hubo mucha diferencia entre los trillizos.
Las dos niñas se encontraban con los empleados de la casa, bajo un equipo de seguridad privada, los cuales nos ayudaban muchísimo con sus cuidados, y las amaban como si fueran parte de su familia. Eran la alegría del hogar; también con el tercero, la felicidad sería plena.
—Llegamos, señora Orquídea—informó el chofer.
—Gracias.
Esperé a que me abriera la puerta y agarré a mi hijo con una manta por encima para abandonar el auto, entonces caminé hacia el interior de la casa, todo estaba en silencio, por lo que supuse que las niñas se encontraban en el cuarto de entretenimiento con una de sus nanas, mientras los demás seguían trabajando en nuestros negocios.
De repente apareció el mayordomo, diciéndome que las empleadas se encontraban en el jardín y que una de las niñas parecía tener fiebre, provocando que me pusiera nerviosa. Me alarmé de forma automática.
—¡¿Qué has dicho?!—grité.
Me apresuré a toda velocidad hacia la parte trasera de la mansión y justo cuando aparecí en escena, me paralicé por completo por la sorpresa.