Cuando mi carne se pliegue y mis cansados huesos no sostengan mi alma, no me fotografíen
Ni en vida, ni en el féretro
No levante a mi nombre un altar
Pues no lo veré
Ni escriban canciones sobre mis hazañas
Pues estaré cansado y no las oiré
No le den a mis hijos, o quizás a mis nietos, una tentativa de un frustrado verso
Ni lleven mi cuerpo a las llamas.
Repartan mis riquezas, si es que alguna queda
No a los pobres, porque no la apreciarán
Ni a los ricos, porque será una pequeña rosa en sus rosales
Dénselas a los que surgen de entre los escombros
Al que niega vivir en yugo
O al que muere agonizante.
No escriban mi nombre efímero en la arena
Escríbanlo, tal vez, en el mármol
Así cuando la gente pase lo ignore y sigua con sus tediosas rutinas
Y quizás un vagabundo, o quizás una pareja de enamorados lea;
Aquí no yace un hombre, aquí rara vez descansa su espíritu.